El otro día visitamos la casa de Heloisa y Abelardo, amantes malditos, sobre todo él, que lo castraron por pecar con una adolescente. Agradeciendo a los dioses el no habernos infligido tamaña penitencia (¡meigas fora!), seguimos deambulando por el Quai Saint Michel hacia el centro de París.
Mirad la segunda casa a la izquierda. En la buhardilla de este edificio del siglo XVIII vivió George Sand, a quien sin duda conocéis de forma caricatural.
¿La escritora de pantalones? : un cliché ; es cierto que algunas veces los pidió prestados al no tener otra cosa que llevar ; y además, ¿cómo puede ser libre una mujer en el París en el siglo XIX?: con chaqueta, cigarrillos y calzones, condición sine qua non para entrar en los teatros y en el mundo intelectual. Así, hace casi dos siglos, George Sand logró erigirse en una feminista de hoy.
Su existencia constituye una oda al amor libre. Como se aburría con un marido bobalicón, organiza metódicamente el divorcio: primero viene a vivir a París seis meses por año; luego, al serle insoportable el contacto con su repelente mitad, recurre a la justicia para logar una separación legal, y ¡al fin libre!, exclama al final del calvario. De paso recupera los dominios de Nohant, heredados de su familia, que el condenado pretendía choricear.
Al principio disfruta de una renta y alquila este apartamento situado frentre a la morgue ; asume la crianza de sus hijos, cuando lo bien visto es confiarlos a nodrizas. Pronto verifica que la mujer emancipada ha de llevar las riendas de su vida con el trabajo. Consigue la independencia financiera colaborando en periódicos y, escándalo mayúsculo, escribiendo novelas.
Así puede emprender una vida sentimental con hombres (aunque con más respeto por su pareja) como Jules Sandau, Federico Chopin, Alfredo de Musset y tantos otros, para gozar al fin de una relación cuasimarital con el grabador Manceau.
Era profundamente republicana, lo cual tampoco jugaba en su favor. Aunque fervorosa de la revolución de 1830, consideraba más profunda la revuelta de los Canuts en Lyon[1]: « Aquí únicamente se trata de cambiar de gobierno, mientras que allá se plantea el problema de la organización del trabajo.»
En 1830 pergeña panfletos cada vez más radicales y se encarga del Bulletin de la République. Se aleja del coro que denuesta la Revolución «porque es demasiado pronto para juzgar y los que la condenan me parecen todavía más culpables […] Seamos justos, y no temamos decir que Robespierre es el personaje más importante de la Revolución y uno de los grandes hombres de la Historia.»
El progreso moral de la humanidad domina desde entonces su obra, en la que aborda problemas aún no resueltos sobre la relación entre capital, trabajo y asociaciones de obreros. No está segura de ser comunista o socialista ; para aclararlo entabla correspondencia con Marx y se relaciona con Barbès[2], Lamennais [3], Cavaignac[4] y los revolucionarios extranjeros Mazzini[5] y Bakounine*. Al final adhiere a las ideas del utopista Pierre Leroux y concentra su ideal en la palabra igualdad.
Pese a que se lo rogaran las feministas, declina presentase a las elecciones; para ella, las luchas de las mujeres son secundarias al lado del combate social.
Pasan los años y Georges Sand adopta la no violencia: «Seremos víctimas, pero nunca verdugos.»
Así recapitula su existencia en una carta dirigida a Alejandro Dumas :«Cuando después de una larga experiencia me pregunto si me equivoqué al rechazar las ideas falsas y los deberes vanos, concluyo que si tuviera que volver a empezar no lo haría mejor.» A esto añadamos el resumen de otra carta a Sainte-Beuve: « ! Vivir es maravilloso ! ! Amar y ser amada, la felicidad!»:
A lire : George Sand, Histoire de ma vie. Éditions Gallimard, collection « Quarto. Avril 2004.
Huguette Bouchardeau , La lune et les sabots HB éditions.
George Sand Lettres d’une vie. Choix et présentation de Thierry Bodin. Éditions Gallimard.
Michel Souvais Sand et son Panthéon, Dualpha éditions
Jean-Claude Sandrier. Préface de Jack Ralite George Sand le parti du peuple, de. Éditions AàZ.
A voir : Film Les Enfants du siècle (1999) de Diane Kurys avec Juliette Binoche.
[1] En siglo XIX, los canuts (trabajadores textiles) estaban mal remunerados. En 1831 obtuvieron un aumento oficial, que algunos negociantes no respetaron, lo cual provocó uno de los mayores conflictos obreros en Francia.
[3] Hugues-Félicité Robert de Lamennais, né à Saint-Malo (Ille-et-Vilaine) en 1782et décédé à París en 1854. Ecrivain et philosophe français. Son nom de famille était originellement de la Mennais qu’il tint à écrire différemment.