Washington y Londres aceptaron esta condición. Al fin y al cabo, en caso de no hacerlo, Moscú podría proceder a acciones independientes, convirtiendo en realidad los mayores temores de los aliados Occidentales.
En el transcurso de la conferencia de Yalta en febrero de 1945, los aliados registraron el traspaso de estos territorios a la URSS mediante el "Acuerdo de Crimea firmado por las tres grandes potencias sobre las cuestiones del Lejano Oriente".