Después de millones de muertos, generaciones perdidas, guerras interminables y destruir pueblos enteros, Estados Unidos se quiere retirar de Oriente Medio como si no hubiese sucedido nada.
Esta es la fórmula que mejor resume la política exterior de Estados Unidos en Oriente Medio y gran parte del mundo. Cualquier país que intente desarrollarse de forma independiente fuera de la órbita gringa está condenado a ser demonizado, a sufrir sanciones, a la desestabilización y, en los peores casos, su destrucción. Todo en nombre de la democracia.
Las guerras en nombre de la democracia y la libertad
La democracia y la libertad; esos dos términos tan utilizados y cuyo significado ya apenas importa. Palabras tan potentes que inspiraron movimientos revolucionarios, hoy están vacías de contenido. En nombre de la democracia y la libertad se han cometido algunos de los crímenes más crueles de la historia moderna.
En nombre de la democracia, Estados Unidos y Reino Unido financiaron el golpe de estado de 1953 contra el primer y último líder elegido de forma democrática con el voto libre de los iraníes, Mohammad Mosaddegh. Su figura fue condenada al olvido por haberse atrevido a cometer el peor de los crímenes: oponerse a convertir Irán en un satélite estadounidense durante la guerra fría.
El golpe contra Mosaddegh marcó el principio de una ola de intervenciones en Oriente Medio que todavía hoy siguen desangrando la región y dejando un rastro de muerte allá por donde pisan las botas de los marines.
Estados Unidos, en lugar de preocuparse por destruir el mundo, debería preocuparse por respetar el Derecho Internacional y por cuidar a su propia población. Porque un país que permite que 45.000 de sus ciudadanos mueran anualmente por falta de acceso al sistema sanitario, no tiene autoridad moral alguna para juzgar a terceros.
Cuanto peor mejor. Así funciona la política exterior norteamericana.
Irán lleva 40 años de demonización constante. Irán lleva 40 años sufriendo sanciones que tienen como objetivo agravar la crisis, hundir la economía y generar descontento provocando la miseria de la población. Irán lleva 40 años enfrentando la insurgencia de grupos armados que reciben financiación y armamento desde EE.UU. y cuya colaboración no oculta la CIA. Y sin embargo, desde Washington nos dicen que la amenaza para la estabilidad mundial son los iraníes. Y desde los voceros de la Casa Blanca nos insisten en que la situación de Irán es provocada al 100% por los Ayatolás, y que hay que liberar al pueblo del yugo al que está sometido. Pero seamos honestos, ¿quién puede creer a estas alturas que la libertad importa lo más mínimo?
Es vergonzoso escuchar al presidente estadounidense del momento decir que Irán necesita democracia. Es vergonzoso porque fueron los estadounidenses quienes derrocaron al gobierno democrático de Mosaddeghpara colocar de nuevo al gobierno títere del Shá.
Estados Unidos ya es un imperio decadente. Donald Trump comprende que medio siglo de intervenciones en Oriente Medio no han servido para absolutamente nada. Que invertir en seguir desestabilizando Oriente Medio como hasta ahora es como tirar dinero a un pozo sin fondo. Trump se ha dado cuenta que ni siquiera los que fueran sus títeres le tienen respeto. Por eso se retira. Pero se retira como si no hubiese sucedido nada.
Desde la primera intervención en 1953 ha habido mucha historia. Una historia de violencia, que ha provocado la muerte de millones.
Hay generaciones perdidas, generaciones que solo conocen la guerra. El integrismo islámico ha hecho a algunas regiones volver a la edad media. En algunas regiones el tráfico de personas está a la orden del día. En ningún país han mejorado las condiciones de vida gracias a las intervenciones estadounidenses. No hay ni más democracia, ni más libertad. Pero Donald Trump se retira, como si no hubiese sucedido nada.