Cuentan que, en otros tiempos, la Armada española necesitaba de muchos óbices e infortunios para malograrse, tanto que solo los elementos podían inquietarla. Zozobrar o naufragar, tal vez; derrotados por el cañoneo, misión casi imposible. Pero los imposibles no fueron antaño tanto y ahora la Armada española vive una época en la que los desastres se consuman sin necesidad de gran belicosidad ni barahúnda. Bastan un puerto, una triste escollera, un proyecto o un curso académico para provocar lo grotesco.
El ridículo del 'Audaz'
El pasado 23 de agostó de 2019 llegó al puerto de Lampedusa (Italia) el buque 'Audaz', un Buque de Acción Marítima (BAM) de última generación de la Armada española con solo unas semanas de servicio. Debería haber sido su estreno, su gran puesta de largo. A fe que lo fue. Su partida estuvo precedida del escándalo del 'Open Arm' y su navegación gozó de un cierto infortunio, pero ni los más pesimistas agoreros hubieran sido capaces de predecir lo que acontecería.
Cuando el 'Audaz' partió (20 de agosto), las críticas bullían en España a cuenta del extremo parecido de la posición del Gobierno en cuanto a la migración a la adoptada por la Italia del ultraderechista Matteo Salvini. Durante casi tres semanas, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español y del PSOE, compitió con el ultraderechista italiano en una insólita y tétrica carrera para ver quién poseía más arrestos en lo concerniente a la falta de humanidad y maltrato de migrantes. La competición duró hasta que, casi a los veinte días, desesperados, los rescatados comenzaron a lanzarse al agua y todo parecía que podía acabar en tragedia. Justo en ese momento, el juego de la gallina se terminó, y Pedro Sánchez pisó el freno. Migrantes muertos serían una baza electoral de un valor incalculable para Matteo Salvini, pero una hecatombe para Pedro Sánchez. En ese escenario, el 'Audaz' abandonó tierra y se adentró en el Mediterráneo para una travesía de al menos dos días. Sin embargo, a las tres horas los migrantes comenzaron a desembarcar por orden de la Fiscalía italiana.
Nadie ha sido, ni parece que será, capaz de explicar exactamente por qué se prefirió que los rescatados fueran trasladados a España en una embarcación militar y no por un medio aéreo, militar o no, entre otras cuestiones porque ningún gran medio de comunicación interroga decididamente por ello. Pero el caso es que no solo se decidió que el 'Audaz' fuera el medio de transporte para los migrantes —solo quince—, sino que cuando los rescatados comenzaron a desembarcar y no se había realizado ni un 10 % de la travesía se concluyó que continuara con su misión. Y, como decíamos líneas atrás, el 23 de agosto el buque español llegó a Lampedusa.
Lo que aconteció en el puerto italiano es uno de los mayores bochornos de la historia de la Armada española: el buque no cabía en el puerto. Las autoridades italianas estaban estupefactas ante la situación, pues no entendían, en primer lugar, que se hubiera enviado un buque para trasladar a poco más de una docena de migrantes, cuando lo habitual en estas situaciones es emplear transporte aéreo; y, en segundo lugar, que el buque no pudiera atracar en puerto por su tamaño. Por ello, los migrantes debieron ser trasladados a Sicilia y allí embarcados en el BAM 'Audaz'.
El ridículo del 'Turia'
Si estrepitoso resultó llevar un buque militar a un puerto y que este no permita su acceso por una cuestión de tamaño, especialmente tratándose de un puerto cercano y conocido, peor todavía resulta lo acontecido por el dragaminas 'Turia'.
Solo cuatro días después, el 27 de agosto, el 'Turia' quedó encallado en La Manga del Mar Menor cuando participaba en las labores de rescate de un siniestro de avión en el que falleció un piloto —desgracia que todavía queda por investigar y que, teniendo en cuenta el historial de siniestralidad aérea del Ejército del Aire español, no permite descartar una negligencia—. Encallar en una escollera artificial de tu propio país construida treinta años atrás dibuja un desastre. Un gran desastre. Aunque no para la cúpula militar española.
Como en tiempos de Felipe II, que aseveraba que no se podía luchar contra los elementos, los responsables de la Armada se refirieron al mal tiempo como coartada perfecta, pero los avatares de vientos y corrientes no se parecen ni tan siquiera mínimamente a los que tanto beneficiaron a Sir Francis Drake y los suyos allá por 1588 cuando la 'Grande y Felicísima Armada' española fracasaba en su intento de acometer los dominios de Isabel I.
A día de hoy, el 'Turia', que cerca ha estado de hundirse, continúa luchando por reflotar como si estuviera en cuidados intensivos. Tiene una vía de agua de diez metros, como el tajo que propinaban los piratas que asaltaban a la Armada española, y ha sido necesario que se extrajera todo el combustible de su interior. Si no es por un buque de Salvamento Marítimo, el 'Turia' ya reposaría junto a la escollera.
Sin consecuencias en la costa
No parece, desgraciadamente, que dos negligencias como las relatadas en menos de una semana vayan a cambiar el devenir de la Armada. No al menos si tenemos en cuenta la ausencia de críticas en las manifestaciones de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y otros miembros del Gobierno; o la escasa atención que han despertado estos lamentables siniestros en los grandes medios de comunicación españoles, que ahora se encuentran extrayendo hasta la última gota del último pozo periodístico encontrado: la desaparición de la esquiadora y medallista olímpica, Blanca Fernández Ochoa.
Cualquiera puede comprobar que, por ejemplo, en El País, el diario más leído en España, las informaciones al respecto son marginales. En el caso del cazaminas 'Turia' la noticia se limita a reproducir una 'noticia-telegrama' de una agencia y en el caso del BAM 'Audaz' solo existe una noticia del desastre y la información al respecto no se encuentra en el titular, sino difuminada en el cuerpo de la noticia. ¿Críticas? Ninguna. Un nuevo capítulo del 'periodismo alcoba' con el que los grandes medios de comunicación españoles obsequian a su ciudadanía. Curiosamente, es El País un medio que en los últimos años ha abanderado la lucha contra las 'fake news', curiosamente porque nada las alimenta más que los quehaceres diarios de este medio: desenfocar.
Y así, como cuando el submarino S-80 no flotaba ni se propulsaba, lo que costó casi 2.000 millones de euros de sobrecoste sin que hubiera consecuencias; como cuando en el buque insignia de la Armada española encontraron 127 kilos de cocaína y la gran consecuencia fue que ascendieron en dos ocasiones al máximo responsable; así, entre desastres, se deja el prestigio la otrora Armada Invencible. Pero esta vez sin enemigos y sin elementos.