Una Resolución para “poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba” volverá a ser presentada a la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) el 27 de octubre de 2015.
Hay un significado especial en traer la Resolución, abrumadoramente aprobada por la Asamblea General durante 23 años consecutivos, a la atención de la organización mundial en esta ocasión. Está sucediendo después de que EE.UU. restauró las relaciones diplomáticas con Cuba el 17 de diciembre de 2014.
El anuncio del restablecimiento de las relaciones diplomáticas fue seguido por el regreso de los tres luchadores antiterroristas cubanos que habían sido encarcelados injustamente en los EE.UU. por años. El presidente Barack Obama también informó al Congreso de Estados Unidos que quitaría a Cuba de la lista de Estados “patrocinadores del terrorismo internacional” – una lista en la que nunca se debió incluir a Cuba, en primer lugar porque Cuba había sido víctima del terrorismo estadounidense diseñado por décadas, dramatizado por el derribo de un avión civil en 1976 que mató a un gran número de estudiantes. Obama también ha instado al Congreso a poner fin al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba.
Algunas restricciones relativas a los viajes a Cuba, las telecomunicaciones y las remesas se han relajado. Sin embargo, el bloqueo sigue.
Cualquier entidad que se dedique a actividades económicas, financieras, comerciales o de otro tipo con Cuba sigue estando penalizada. Una enorme multa por ejemplo fue impuesta a un banco alemán en marzo de 2015 justo cuando una empresa estadounidense fue sometida a una pena severa por supuestamente violar el bloqueo. En los últimos ocho años se han impuesto alrededor de 42 multas a entidades en Estados Unidos y extranjeras que asciende a más de 13 millones de dólares estadounidenses.
El bloqueo de Estados Unidos, no hace falta decir, impacta negativamente sobre todos los sectores de la sociedad cubana, desde la alimentación al cuidado de la salud, la educación y el deporte. Si Cuba pudiera adquirir bienes y productos del mercado de Estados Unidos – y no otro país más alejado – podría tener miles de millones de dólares ahorrados. De hecho, se ha calculado que el bloqueo de 54 años le ha costado a la economía cubana más de 1,1 miles de millones de dólares. Este dinero podría haber sido utilizado para elevar el nivel de vida del pueblo cubano.
Se debe a que el bloqueo sigue impidiendo el desarrollo de Cuba, muchos gobiernos y organizaciones de la sociedad civil en diversas partes del mundo han pedido su eliminación desde que se introdujo por primera vez en 1961. Los reclamos se han vuelto más y más fuertes durante décadas. El año pasado, cuando la Asamblea General votó sobre la resolución de poner fin al bloqueo, 188 estados miembros apoyaron la resolución, mientras que sólo dos se opusieron y tres se abstuvieron. Los dos votos en contra procedían de los EE.UU. e Israel y los tres Estados que se abstuvieron fueron Micronesia, Islas Marshall y Palau.
Desde que Obama restableció las relaciones diplomáticas con Cuba, muchos líderes de la sociedad civil estadounidense, figuras de la Iglesia y ex funcionarios públicos han demandado abiertamente que el injusto, inhumano e inmoral bloqueo debe ser levantado inmediatamente. Incluso los líderes actuales han hablado. A principios de octubre de 2015, nueve gobernadores de Estados Unidos enviaron una carta a los líderes del Senado y la Cámara de Representantes instando a poner fin al bloqueo y haciendo hincapié en los beneficios de esta medida para la industria agrícola de Estados Unidos. Más significativamente, según una encuesta del Pew Research Center realizada en julio de 2015 mostró que el 72 por ciento de la población estadounidense quiere poner fin al bloqueo, por encima de 66 por ciento de enero de 2015.
El único gran obstáculo que queda ahora es el Congreso de Estados Unidos. Tanto la Cámara de Representantes como el Senado están controlados por los republicanos y los republicanos en su conjunto (hay algunas excepciones) son ideológicamente más reacios a un Estado socialista como Cuba que los demócratas. Además, hay un pequeño pero influyente comité cubano-americano, tanto en la Cámara de Representantes y el Senado que es opuesto, como siempre, al gobierno de Raúl Castro en La Habana. Tanto el presidente saliente de la Cámara, John Boehner, y el líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, están en contra de la normalización de las relaciones con Cuba.
Es por esto que después de la votación del 27 de octubre en la Asamblea General de la ONU –se espera que sea casi unánime a favor del levantamiento del bloqueo- un panel multinacional integrado por representantes de los gobiernos que han respaldado la posición de Cuba deben buscar una reunión formal con el presidente de la Cámara y el líder de la mayoría del Senado para transmitir a ellos los sentimientos de los pueblos del mundo sobre las décadas de un embargo asfixiante contra una pequeña nación de once millones, cuyo único deseo es preservar su independencia, su soberanía y su dignidad. A los líderes y miembros del Congreso de Estados Unidos se les debe decir en términos muy claros que no pueden seguir ignorando la voz de la comunidad internacional, y de hecho, la voz de su propio pueblo. Si no logran poner fin al bloqueo ahora, si no adoptan medidas por un sentido de justicia y equidad, serán condenados por siempre y consignados al basurero de la historia.
(Publicado en Global Research/ Traducción Dariena Guerra)