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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 11/12/2019 21:20 |
EN LA QUIETUD, EXPERIMENTO LA ACTIVIDAD DE DIOS.
La palabra quietud proviene del latín quietudo y significa “sosiego, reposo, descanso”. La quietud no es simplemente la ausencia de movimiento o sonido, sino algo mucho más profundo y poderoso.
Cuando me aquieto, comienzo a sentir más plenamente la presencia de Dios. Al centrar mi mente en Dios, mis pensamientos atareados comienzan a aquietarse y me vuelvo más consciente. Esta quietud interna me permite superar hasta los momentos más difíciles en el trabajo o en mi vida personal.
Sin importar lo que surja, mantengo mi atención centrada en el Espíritu y estoy consciente de la actividad de Dios en mi alma y corazón. Descansar en la quietud me proporciona una tregua para el viaje ante mí.
Jesús les dijo: “Vengan conmigo ustedes solos, a un lugar apartado, y descansen un poco”.—Marcos 6:31
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ELIJO EL CAMINO DEL PERDÓN.
Las personas heridas pueden causar dolor a los demás. Quienes tienen dolores sin sanar pueden estar predispuestos a responder mal, deseando inconscientemente que los demás compartan el dolor que ellos sienten.
Hoy rompo el ciclo del dolor, eligiendo el camino del perdón. Con la atención centrada en lo Divino, busco sanar los lugares lastimados en mí. Si el dolor surge, respiro, permitiendo que, como una ola, sane cada vez que llega a la playa del amor.
Experimento un segundo oleaje de perdón según ilumino y ofrezco paz a las áreas en mí que buscan sanar. Esta paz se extiende fuera de mí, abarcando a todos los interesados en la luz y el amor de Dios.
Sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.—Efesios 4:32
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CREZCO ESPIRITUALMENTE CON COMODIDAD Y GRACIA.
Así como los pasajeros de un avión están cómodos volando rápidamente por el aire, mi progreso en la vida puede ser un viaje de comodidad y gracia, sin importar lo que suceda a mi alrededor. Espiritualmente, puedo atravesar grandes distancias y mantener mi serenidad y equilibrio intactos. Mi vida progresa con gran éxito.
En este momento, siento el llamado de nuevas oportunidades para crecer. Estoy receptivo a las ideas divinas que me guían a expresarme plenamente de maneras dinámicas y únicas. Nunca confundo mi comodidad con la necesidad de permanecer enraizado en un medio ambiente. Cuando enfrento un reto, recuerdo que una presencia protectora me ayuda a progresar. Estoy envuelto en armonía y paz; estoy cómodo y a gusto.
Consuelen a mi pueblo; ¡consuélenlo!—Isaías 40:1
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ME SUMERJO EN EL AMOR DE DIOS.
El amor divino es un regalo compartido por toda la familia humana. Dicho amor nos une y tiene el potencial para establecer la armonía en nuestro mundo. Cuando decidimos pensar, sentir, hablar y actuar afablemente, demostramos el amor que somos, y el vínculo que compartimos crece y florece.
Hoy me sumerjo en una conciencia del amor divino, en mí y a mi alrededor. Mi corazón rebosa con un sentido renovado del Amor que me creó y me sostiene. Acojo el misterio de lo que significa permanecer unidos en Dios y en armonía con todos los seres.
Las contribuciones de cariño y respeto que aporto a este mundo, tienen un efecto positivo en las personas a mi alrededor. El amor consuela, alienta, inspira, y es la esencia de mi ser.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor.—1 Corintios 13:13
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ELIMINO OBSTÁCULOS DE MI PASADO QUE BLOQUEAN LA LUZ.
Cuando entro a un cuarto oscuro, puedo encender una vela o utilizar el interruptor de luz. Cuando una lámpara es apagada, sé que la electricidad continúa fluyendo. Los obstáculos pueden bloquear la luz, pero la Fuente de luz permanece constante.
De manera similar, Dios está presente en toda persona, lugar y situación, aun cuando no puedo verlo. Cuando creo que lo Divino está ausente y juzgo una situación como negativa o mala, creo obstáculos que me impiden ver la luz. Pero como utilizar un interruptor, puedo cambiar mi atención a Dios y mi mente y corazón se llenan de luz. Cuando recuerdo que soy uno con el Espíritu, la oscuridad se disipa. Al permanecer consciente de mi vínculo eterno con Dios, permanezco en la luz.
Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.—Mateo 5:14
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GRACIAS AL VÍNCULO ESPIRITUAL QUE COMPARTO CON OTROS, SOY FUERTE.
Saber que soy miembro de la familia humana y que pertenezco a una comunidad mayor de fe despierta mi sentido interno de fortaleza y poder espirituales.
James Dillet Freeman, quien fue director de Silent Unity, el ministerio de oración de Unity, una vez describió a las secoyas como la metáfora perfecta para la fortaleza espiritual que compartimos. “Sabes, nunca vas a encontrar una secoya sola,” dijo. “Se necesitan varias de ellas para mantenerse en pie. Sus raíces son poco profundas, y están entrelazadas haciendo que los árboles sean más fuertes. Encuentran la fortaleza en su unidad”.
Mis raíces espirituales están entretejidas con toda la humanidad. Soy fortalecido por medio de mi interconexión compartida en Dios.
El Señor nos dotó al mismo tiempo de oídos para oír y de ojos para ver.—Proverbios 20:12
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