Suele decirse en el habla popular que “a los arrepentidos quiere Dios”, Mario Vargas Llosa, escritor peruano convertido en español, aprendió muy bien esta frase y la ha hecho parte de su ideario político desde hace ya varias décadas. Arrepentido converso Vargas Llosa dejó atrás su militancia en el Partido Comunista Peruano y se afilió con exorbitante feligresía al liberalismo en sus expresiones más conservadoras, siendo a la fecha, un feroz vocero que celebra las atrocidades que el capitalismo despliega alrededor del mundo, como ejemplo reciente, declaró sin el más mínimo sentimiento de pudor durante una entrevista: “Veo con absoluta perplejidad lo que ocurre en Chile, reconozco mi perplejidad total”, haciendo gala de su común cinismo a la hora de hablar de las justas luchas de los pueblos latinoamericanos. El escritor oculta con su comentario las razones estructurales de las grandes movilizaciones que desde hace más de cincuenta días sacuden la nación chile. En la misma entrevista, dijo que Chile es “un ejemplo maravilloso para América Latina”, sí, así literal, expresión sustentada, según Vargas Llosa, en la continuidad del modelo neoliberal implantado nada menos y nada más que durante la dictadura sanguinaria de Augusto Pinochet, tal como se lee, el gran defensor de la democracia liberal no oculta su afiliación a las herencias dictatoriales que aún sobreviven en América Latina y que él conoce muy bien, pues su natal Perú, también ha padecido el dolor de la imposición militar y el sometimiento de las voluntades populares. Pero como si esto fuera poco para caracterizar al personaje, puntualizó en la misma ocasión con una falsa interrogante: “¿Cómo es posible que en una sociedad que está experimentando estos beneficios estalle de pronto con la violencia con la virulencia con la que ha estallado en Chile? No tengo explicación, a no ser que al mismo tiempo que ese progreso era una realidad en términos estrictamente matemáticos no se haya creado esa igualdad de oportunidades”.
La supuesta sorpresa de Vargas Llosa, no es otra cosa que la actuación cual personaje de novelo, ¿acaso no sabía de los miles de chilenos despojados de todo por la dictadura que defiende y por la profundización del modelo neoliberal? ¿Será que su aguda mirada únicamente puede detectar carencias en países con procesos revolucionarios como Cuba y Venezuela imposibilitándole ver que en toda Latinoamérica gobernada por bajo el régimen capitalista se vive a diario opresión, hable e injusticia? ¿No sabe Vargas Llosa que los gobiernos neoliberales han maquillado y mediatizado los reales resultados de sus gestiones ocultado los niveles crecientes de pobreza, violencia, desempleo e impunidad? ¿Será que no aprendió nada de matemáticas y por ello le falta un poco de astucia para notar lo que todos sabemos ante las cifras presentadas por el poder burgués? ¿En verdad no sabe Vargas Llosa que la violencia a la que hace referencia es ejercida por el gobierno de Sebastián Piñera con total brutalidad y avalada por la OEA y el imperialismo estadounidense? No hay duda, la mirada ciega de Vargas Llosa solo le permite aplaudir al neoliberalismo y le impide reconocer la necesidad de la lucha social para mejorar la condición de vida d millones de seres humanos, en Chile como en todo el mundo, su adhesión incondicional al liberalismo ultraconservador lo compromete a tener que dejar a un lado los crímenes de lesa humanidad cometidos por la represión y mirar hacia cualquier otra parte a la hora de denunciar y apoyar las causas populares.
Entonces ¿quién es el Dios al que Vargas Llosa le reza?, pues claramente, sus plegarias van dirigidas a sustentar al capitalismo y preservar la dictadura del capital sobre la vida humana.
II
En acto seguido o más bien continuo, Vargas Llosa ha dicho: “Temo que el populismo de AMLO conduzca otra vez a México a la dictadura perfecta”, haciendo referencia a las acusaciones conservadoras que sobre el presidente mexicano pesan, en el sentido de una acumulación de poder al viejo estilo del presidencialismo priista. La realidad es otra, si bien el proceso reformista abierto por Andrés Manuel López Obrador y su llamada “Cuarta Transformación”, encuentran en sí mismos un sinfín de contradicciones, la afirmación del escritor no es otra cosa que viejo juego del genio que anda por los lares del mundo denostando las manifestaciones populares de apoyo a gobiernos y procesos de cambio, su carácter ultraconservador le imposibilita reflexionar con calma, las acusaciones que dicen que en México podríamos estar caminando hacia una dictadura vienen ni más ni menos que de los sectores más reaccionarios del país, grupos empresariales, mafias de poder económico y partidos políticos de corte ultraconservador como el Partido de Acción Nacional son quienes difunden esas ideas, y desde luego, esbirros de la palabra como Vargas Llosa la hacen suya, sumándose al eco derechista que asola las esperanzas de los pueblos latinoamericanos.
El escritor dijo que: “El país estaba en un proceso de modernización muy acelerado, con una política económica bastante buena, dicho sea de paso, a pesar de la corrupción. Y yo creo que con López Obrador ha habido un retroceso hacia el populismo, precisamente, que podría traer muy malas consecuencias para México”. De nuevo la idea de modernidad y progreso presente en discurso liberal-conservador, algo de lo que tampoco escapa AMLO, pero que de la voz de Vargas Llosa se presenta como añoranza del pasado y no como proyección de futuro, la forma en que refiere el “proceso de modernización” hace imaginarlo como la panacea del bienestar, idea falsa como lo ha demostrado la historia. ¿Acaso tampoco se enteró de que en México a raíz de la implementación del modelo neoliberal se incrementó la pobreza, los niveles de violencia se dispararon y la inconformidad social creció exponencialmente? A eso que llama “política económica bastante buena” es la misma cosa que arrojó a la desesperación a millones de mexicanos que encontraron cause a su inconformidad votando por el cambio ofrecido por AMLO, y aquí más allá de las contradicciones naturales del reformismo, lo que está en juego es la conjura conservadora por denostar cualquier avance o cambio que pudiera generar una mejor condición de vida a sectores importantes de la población, es decir, a Varga Llosa no le importa el pueblo mexicano, únicamente se mantiene fiel al discurso liberal cuya matriz se acomoda según la necesidad del mercado que tanto defiende.
Vargas Llosa declaró que AMLO es “la resurrección del PRI”, refiriéndose a las formas ya mencionadas de ejercer el poder, queriendo reciclar su famosa frase de “la dictadura perfecta”, que ahora pone en cuestionamiento para volverla a usar diciendo que: “Felizmente no era tan perfecta era bastante imperfecta, felizmente para los mexicanos y me temo muchísimo, muchísimo de que el populismo que parece realmente la ideología del presidente de México nos conduzca otra vez a la dictadura perfecta o imperfecta pero dictadura al fin y al cabo”, ¿y cuando dejo de ser perfecta?, otra vez, ni más ni menos, cuando se dio el triunfo del PAN en el 2000, fecha en que los “analistas” hablaron del inicio del tránsito democrático en México, y entonces ¿cuándo ha regresado la intención de poner la idea en vigencia?, pues justamente cuando los sectores ultraconservadores como los que encabeza el PAN acusan al gobierno de conducirnos a una dictadura mientras preparan si les fuese posible, un golpe de Estado al estilo boliviano. Ahora bien, es cierto que los sectores políticos y económicos con que la Cuarta Transformación sostiene alianzas e incluso militancia, son herencia de los regímenes anteriores, pero esta contradicción-continuidad no es reflejo de lo postulado por Vargas Llosa, en realidad es la siempre presente contradicción de querer reformar un sistema inhumano como lo es el capitalismo a través de la política de conciliación de clases y manteniendo sus estructuras profundas intactas. Lo que en México acontece es la reformulación del proyecto capitalista, pero ni eso hace feliz al señor Vargas Llosa.
III
La cereza del pastel la puso Vargas Llosa al referir a lo acontecido en Bolivia, negando el golpe de Estado y aplaudiendo lo que llama “la repulsa” del pueblo boliviano queriendo dar a entender que Evo Morales dejó el poder por voluntad popular y no por la traición militar y política que junto a la conjura imperialista mantiene a Bolivia en un estado indefenso, con el pueblo luchando en las calles contra la imposición y los militares reprimiendo a mal salva sin ningún límite. El escritor hace suyas las acusaciones de la OEA, del imperialismo estadounidense y de las oligarquías latinoamericanas de que en Bolivia hubo un fraude que desencadeno la salida de Evo Morales, pero resulta más que obvio, que Vargas Llosa no leyó ni siquiera el propio informe de la OEA antes de hablar, y en realidad parecería que ni la OEA lo leyó, pues en el al fin difundido informe no se sustenta ningún fraude, no hay pruebas, cosa, que ya habían demostrado diferentes organismos internacionales a través de investigaciones serias y profundas. La burda acusación se vino abajo al mismo instante en que se lanzó, la ceguera de Vargas Llosa no le permite ver lo que a todas luces es un golpe de Estado y lo que llama proceso democrático no es otra cosa que las hordas neofascistas liberadas para usurpar el poder en Bolivia bajo las órdenes del imperialismo estadounidense que pretende recuperar su hegemonía perdida en la región y extraer la riqueza natural y mineral. ¿Será que Vargas Llosa no alcanza a ver los asesinatos, el racismo, las claras violaciones a toda la constitución boliviana y la instauración de un gobierno de facto-golpista? Claro que sabemos que lo ve y lo celebra, su adhesión al conservadurismo le permite esto y muchos otros silencios que a lo largo de su vida ha guardado para alcanzar los premios literarios y posiciones de poder en el mundo cultural, su adoración por la corona española le ha valido reconocimientos y evidencia su apego al neocolonialismo en América Latina.
Cómodo desde Miami (habitad de la mafia cubana), Vargas Llosa llamó “dictadorzuelo” a Evo Morales, expresión que ha usado para denominar a los gobierno de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y como se ha dicho ahora va buscando usar para el caso de México, justamente, tres de los gobiernos latinoamericanos opuestos al imperialismo estadounidense, ¿será casual que la opinión de Vargas Llosa sea la misma que la emitida desde Washington?, nada es casual y mucho menos si hablamos del oportunismo y el sometimiento de Vargas Llosa y muchos otros intelectuales que arrepentidos han claudicado en su apoyo a las causas populares para terminar siendo voceros de los intereses burgueses-capitalistas y aferrados defensores, del neoliberalismo, el imperialismo y las formas neocoloniales que por siglos han dañado a los pueblos de Nuestra América.
IV
Mario Vargas Llosa es sin duda un genial impostor, es un genio de la palabra usada para la ofensa de los pueblos, su defensa de la democracia colisiona cuando se enfrenta al verdadero deseo popular como el que se manifiesta en Chile, Ecuador, Haití, Honduras, y cuando tiene enfrente la defensa soberana ante la injerencia imperialista como sucede en Bolivia, Venezuela, Nicaragua y Cuba. El politólogo argentino, Atilio A. Boron, ha escrito un libro indispensable para comprender la perversidad del discurso liberal-conservador de Vargas Llosa, la obra de Boron, El hechicero de la tribu (Akal, 2019), es un ejercicio intelectual de gran valía que desmenuza idea por idea el pensamiento del escritor peruano-español, un análisis vigente en estos tiempos de cinismo oportunista en boca de los voceros del imperialismo y el neoliberalismo.
Los ataques y silencios en el discurso de Vargas Llosa son por sí mismos la respuesta del lugar que ocupa y defiende, se arrepentimiento por su antigua militancia socialista, su miedo por desconocimiento del marxismo, su apostolado liberal fanático, lo pone claramente del lado de los intereses capitalistas, y eso, le neutraliza el juego de objetividad y crítica con que quiere presentarse, su papel en la batalla de ideas es defender la opresión y el libre mercado, hace mucho, que decidió vender su pluma al mejor postor y le fue comprada sin mayor esfuerzo por los sectores ultraconservadores de Europa y Latinoamérica, eligió la fama en lugar de la dignidad (un mal común entre los escritores), ahora, tiene su lugar seguro en el parnaso de los galardonados pero alejado de las necesidades reales de los pueblos latinoamericanos y del mundo.
El discurso de Mario Vargas Llosa se diluye cómo las páginas de sus novelas, el aire se lleva lo superfluo del mensaje al basurero moral en que habita, sobreviviendo; su cínica postura de genio impostor.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
VARGAS LLOSA ...ya no es peruano...es EUROPEO y odia como el que mas a los gobiernos PROGRESISTAS...nunca pudo ser presidente de su pais de origen y eso le arranco las raices de patria..
De un tiempo a esta parte al escritor peruano-español Mario Vargas Llosa le ha dado por dictar recetas, en cuanto medio a su alcance, acerca de cuál es el régimen político perfecto en América Latina. Para él, por supuesto, todo pasa por la democracia electoralista que se rige por las leyes de la oferta y la demanda, las reglas del neoliberalismo y la manipulación aviesa de la opinión pública. Ni una línea sobre las protestas en Chile, Colombia y Brasil. El escritor prefiere guardar silencio cómplice en esos casos.
La más reciente diatriba contra los pueblos de Nuestra América tuvo como caja de resonancia una intervención reproducida por un canal de la televisión de Estados Unidos, diseñado especialmente para Cuba con fines subversivos. En la entrevista, replicada por medios muy influyentes de la región, se vuelve a reiterar que Venezuela y Cuba son los culpables de los actuales estallidos sociales en el continente. Mencionó el golpe de estado contra el Presidente boliviano Evo Morales como “una demostración de que uno puede librarse de la mala influencia de Venezuela, de Cuba, de Nicaragua”.
Evidentemente, Vargas Llosa no nos conoce. Desde hace demasiado tiempo perdió la noción de la realidad de cuanto acontece entre nosotros. Intenta estimular con un desvergonzado y delirante presagio, la iniciativa de un levantamiento interno, que tendría obviamente el respaldo del Imperio y sus aliados. Augura que “en cualquier momento el pueblo cubano nos va a dar una sorpresa”.
Ofensiva y calumniosa profecía. La “sorpresa” que cada día ofrece el pueblo cubano es la de ser más revolucionario, más firme, más creativo, más solidario, más socialista, más digno. La de estar cada día más unido en torno a los ideales de Martí y de Fidel.
La vanguardia del movimiento artístico y literario cubano rechaza categóricamente los insultos y mentiras que el señor Vargas Llosa propala sin sonrojo. Junto a su bien ganado reconocimiento literario, tendrá sin duda un sitio en “la historia universal de la infamia”.
Al margen de su reconocida obra literaria, Mario Vargas Llosa siempre ha sido un agorero del mal para los cubanos y un fiel servidor a los intereses estadounidenses y de la derecha más rancia de Europa
Recuerdo que Mario Vargas Llosa, cuando el derrumbe del socialismo europeo, fue de los que apostó que «a Cuba le quedaban horas».
Al margen de su reconocida obra literaria, siempre ha sido un agorero del mal para los cubanos y un fiel servidor a los intereses estadounidenses y de la derecha más rancia de Europa.
Ha llevado en paralelo la buena literatura que escribe con su conducta despreciable a la hora de referirse a Cuba y a otras naciones latinoamericanas.
Oriundo de Arequipa, Perú, vivió su infancia entre ese país y la vecina Bolivia. Pero de ambas naciones poco se conoce que haya escrito. Al menos no aparece en sus libros cita alguna de la corrupción que llevó a varios de los mandatarios peruanos a la prisión o que están circulados por delitos de esa naturaleza.
Tampoco ha debutado con uno de sus escritos para la prensa de derecha en España sobre la situación en Bolivia, país que lo acogió en sus años mozos. No sé si el ilustre Vargas Llosa llame golpe de Estado o «rebelión de vándalos» a la represión contra la población boliviana, fundamentalmente indígena, que ya ha dejado más de 35 muertos y cientos de heridos.
Sobre lo que ocurre en Chile, sus apreciaciones han sido desastrosas: «Veíamos en Chile un modelo para salir del subdesarrollo. No podía ser Cuba, ni Venezuela, ni Nicaragua. Era Chile», dijo el escritor, citado por afp.
Tanto la Cepal en sus últimos informes, como economistas y otros especialistas del propio país, se han encargado de ridiculizar a Vargas Llosa, al revelar datos oficiales que confirman todo lo contrario, es decir, que Chile tiene pobreza extrema y una gran desigualdad social, que constituyen elementos catalizadores de las masivas protestas que conmocionan a la nación.
Vargas Llosa, en marzo de 1993, obtuvo la nacionalidad española y, como parte de su trabajo, colabora en el diario El País y con la revista cultural Letras Libres, con ediciones en México y España.
Se le recuerda muy bien cuando, en 1992, al celebrarse la ii Cumbre Iberoamericana en Madrid, a la que asistió el Comandante en Jefe Fidel Castro, algunos jefes de Estado presentes, insistieron en que Cuba no podría mantenerse luego de la caída del campo socialista europeo y la desintegración de la Unión Soviética.
La periodista argentina radicada en Cuba, Graciela Ramírez, ha relatado que, entre los asistentes a esa Cumbre, que «cantaban el fin de la historia del socialismo cubano», estaban el argentino Carlos Menem; Violeta Chamorro de Nicaragua; Alfredo Cristiani, de El Salvador, y Alberto Fujimori, de Perú.
Cuenta la colega Graciela que allí, mientras se condenaba a Cuba por persistir en el socialismo, Fidel, con su ética característica y su confianza en la obra que construía, dijo: «Nada es imposible para los que luchan». Y resaltó que Nuestro Héroe Nacional José Martí, hijo de padre y madre españoles, en vísperas del reinicio de la lucha por la independencia, escribió algo que parece concebido para esta reunión: «Cuba no anda de pedigüeña por el mundo: anda de hermana y obra con la autoridad de tal. Al salvarse, salva. Nuestra América no le fallará, porque ella no falla a América».
Esos días –constató la citada periodista–, como lo hizo antes y después, el agente de la cia de origen cubano, Alberto Montaner, encabezaba las voces que apostaban a que la oposición cubana traería la libertad para la Isla. Junto a él estaba Mario Vargas Llosa, conocido por sus declaraciones contra nuestra Isla.
Entre España y Miami, con algunas visitas a su país natal y algún encuentro de «trabajo» con afines en eso de tratar de desacreditar a la Revolución Cubana, anda Vargas Llosa por este mundo.
Seguro llevará con él algunos de sus libros para que recuerden que él es el escritor, aunque parezca más un enviado del mal, que se aferra en compartir tiempo y espacio político con las posturas de un Luis Almagro, secretario general de la oea, un José María Aznar, expresidente del gobierno español, o los que imparten orientaciones –no literarias– desde el Departamento de Estado estadounidense.
Ahora, en una de sus últimas acciones, Vargas Llosa, a través de la televisión de Miami, se empeña en culpar a Cuba y Venezuela con los estallidos sociales en varias naciones latinoamericanas y, respecto a nuestro país, fue capaz de augurar una «sorpresa» equivalente a instigar un levantamiento interno.
Debía saber este señor que para los cubanos que hemos resistido, batallado y vencido durante 60 años de bloqueo y agresiones de Estados Unidos, la «sorpresa» la escribimos todos los días y no precisamente con s, sino con c, de cubanía, constancia, combate, y con otras c que debe imaginarse...
En su reciente entrevista concedida al diario O Estado de Sao Paulo el escritor volvió a repetir sus fatigosas letanías sobre la política latinoamericana asegurando que “los argentinos van a lamentar enormemente la derrota de Mauricio Macri” [1]. No sólo eso: volvió a calificar como una "tragedia" el triunfo de Alberto Fernández y atribuyó esa –para él infausta- decisión de votar al Frente de Todos a una supuesta vocación suicida de los argentinos. Abundando en el tema afirmó que “esa vocación suicida es algo verdaderamente extraordinario, pues ya se sabe que todos los problemas actuales del país fueron causados por el peronismo".
La verdad es que dudé mucho antes de sentarme a escribir una respuesta a sus dichos. Pero habida cuenta de que estas “ocurrencias” -ese producto semiintelectual que debe diferenciarse de las “ideas”- del narrador adquieren una enorme difusión gracias a la acción concertada de la oligarquía mediática mundial me pareció que valía la pena saltar al ruedo y refutar su discurso. La confusión y el embrutecimiento que promueve en la opinión pública exige prontas respuestas a sus venenosos ataques [2]. Me concentraré en tres temas.
Primero, sería insólito o estúpido que los argentinos nos lamentásemos por la derrota de un Gobierno que sumió en la pobreza al 40,8 % de la población y ha dejado al otro 35 % apenas por encima de la línea de pobreza (LP), cosa que normalmente se soslaya en muchas intervenciones periodísticas y académicas. Como si el 60 % restante “no pobre” estuviera constituido por sólidas clases medias o ricachones de abultada billetera. ¡No! Buena parte de ese conglomerado lo conforman gentes que en cualquier momento se hunden por debajo de la LP. Con cierto optimismo podríamos aventurar que tal vez haya un 25 % que no son pobres ni están en riesgo de serlo. Pero el resto está caminando sobre el filo de la navaja, apelando a diario a mil estrategias para evitar hundirse por debajo de la LP. Un dato adicional ilustra lo que decimos: 6 de cada 10 niños argentinos son pobres. Incurriría en el mal gusto de la reiteración si volviera a exponer aquí los archiconocidos datos sobre la crisis económica y la emergencia nacional en que nos ha dejado el Gobierno de Macri: caída de los salarios reales y los haberes jubilatorios, impresionante número de pymes que cerraron sus puertas, derrumbe del PBI, tarifazos a destajo en los servicios públicos, inflación descontrolada y un fenomenal endeudamiento externo, vehículo para practicar una fuga de capitales sin precedentes que constituye una marca a fuego del carácter corrupto del Gobierno de Cambiemos. La tragedia es la que hemos sufrido estos últimos cuatro años de gobierno de su amigo Mauricio, no la recién inaugurada gestión de Alberto Fernández cuyo signo en el sentir popular es la esperanza. En suma, ¡nada de lo que debamos lamentarnos!
¿Puede un hombre como Vargas Llosa ignorar datos tan elementales como estos? Imposible. Descartemos esa hipótesis. Sus críticas son expresión de la fanática obcecación de un converso o, peor aún, de alguien a quien le confirieron la misión de execrar todo lo que contraríe al paradigma neoliberal, aunque para ello deba mentir y barrer la realidad debajo de la alfombra.
Segundo, hay una afirmación que insulta la inteligencia de sus lectores cuando sentencia que todos los problemas de este país fueron “causados por el peronismo.” ¿Cómo desconocer que la Argentina padeció desde 1930 sucesivos golpes de Estado, todos los cuales tuvieron como signo distintivo la aplicación de los preceptos económicos del liberalismo? La dictadura de los años 30 tuvo esas características, como la de 1955 que abrió de par en par las puertas del país al FMI; la de 1966, pomposamente llamada “Revolución Argentina” promovió las ideas que el autor de Tiempos Recios abraza con singular fervor. A las anteriores hay que sumar la genocida junta del mal llamado “Proceso” que tomó por asalto el poder en 1976, dejó al país económica y socialmente deshecho, desapareció a 30.000 personas, alejó por décadas la posibilidad de recuperar las Islas Malvinas e hizo del neoliberalismo y su consigna principal: “achicar el Estado es agrandar la nación” el pilar de toda su política económica y social. Como si lo anterior fuera poco un Gobierno peronista travestido, el de Carlos S. Menem, se adhirió a esa nefasta doctrina con fervor. Una estudiosa del tema comprueba que “en los 50 años transcurridos desde el ingreso de nuestro país al organismo (el FMI) en 1956 hasta el pago total por adelantado de la deuda pendiente desde la crisis de la convertibilidad en 2006, la Argentina estuvo bajo acuerdo (con el FMI) durante 38 años” [3]. A estos hay que añadir los dos años más en los cuales la Directora Gerente del FMI, Christine Lagarde, se convirtió en la verdadera Ministra de Economía del Gobierno de Macri. Por eso nuestra decadencia económica y social se explica muchísimo más -por no decir en su totalidad- por esos cuarenta años de “cogobierno” entre la Casa Rosada y el FMI que por los errores que, como cualquier otro Gobierno, pudo haber cometido el peronismo en cualquiera de sus cambiantes concreciones históricas, el alfonsinismo de inicios de la reconstrucción democrática e inclusive la nefasta Alianza de finales del siglo pasado.
Tercero y último: alguna lectora o algún lector podrían preguntar qué diantres tiene que ver Joseph Goebbels en todo este asunto. Respuesta: mucho, porque el autor de La tía Julia y el escribidor demuestra conocer muy bien las tácticas comunicacionales del Ministro de Propaganda de Hitler (y doctor en Letras por la Universidad de Heidelberg, ¡ojo con la academia y los “hombres de letras”!). Una de las frases que resume el pensamiento del jerarca nazi dice textualmente que “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: ‘Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad’”. Eso es precisamente lo que hace Vargas Llosa con la maestría que le otorga su dominio del lenguaje: manejar unas pocas ideas y repetirlas hasta la saciedad “sin fisuras ni dudas”. Como cuadra a todo fanático su discurso está herméticamente sellado y los incómodos datos de la experiencia no hacen mella en la gruesa coraza de su ideología.
Sus mentiras se repiten incansablemente, como aconsejaba Goebbels. La tenacidad militante de Vargas Llosa es admirable, lástima que esté al servicio del mal. Gracias al inmenso poderío de los medios de comunicación hegemónicos esas mentiras se convierten en verdades indiscutibles, o en un “sentido común” difícil de desafiar. Hacerlo es visto como un acto temerario, casi como un sacrilegio. Pese a ello su ensayística es una artificiosa construcción que se derrumba como un castillo de naipes ni bien se la contrasta con el análisis histórico o la elocuencia de las estadísticas. Por algo en los últimos 40 años sólo en contadísimas ocasiones se lo ha visto debatir sus ideas y casi siempre con benévolos interlocutores cuidadosamente seleccionados. Resumiendo: las afirmaciones contenidas en la entrevista que hemos analizado son pura y simple propaganda, imbuidas de un odio y un resentimiento que mucho dicen sobre la naturaleza de los tiempos que corren en donde el hundimiento del neoliberalismo es un dato absolutamente insoslayable que enfurece y ofusca la mente del escritor peruano. Tendrá que acostumbrarse.
[2] Una refutación completa de sus artificios propagandísticos se encuentra en mi El Hechicero de la Tribu (Madrid, Buenos Aires, México: AKAL, 2019)
[3] 1 Noemí BRENTA, Argentina atrapada. Historia de las relaciones con el FMI 1956-2006 (Buenos Aires, Ediciones Cooperativas, 2008)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.