«Aquellos que no se mueven, no notan que están encadenados»
Rosa Luxemburgo
Recordándola en el aniversario de su muerte.
Algunas de sus frases
A pesar de que los obreros crean con sus manos el sustrato social de esta cultura, sólo tienen acceso a la misma en la medida en que dicho acceso sirve a la realización satisfactoria de sus funciones en el proceso económico y social de la sociedad capitalista.
De motor del desarrollo capitalista, el militarismo se ha vuelto una enfermedad capitalista.
El liberalismo económico es la zorra libre en el gallinero libre.
En esta erupción de la división social en el seno de la sociedad burguesa, en la profundización internacional y el enaltecimiento del antagonismo de clases radica el mérito histórico del Bolchevismo, y en esta proeza – como siempre en las grandes conexiones históricas – los errores y equivocaciones puntuales desaparecen sin dejar rastro.
En toda sociedad de clases, la cultura intelectual (arte y ciencia) es una creación de la clase dominante; y el objetivo de esta cultura es en parte asegurar la satisfacción directa de las necesidades del proceso social, y en parte satisfacer las necesidades intelectuales de la clase gobernante.
Es necesario preparar a las masas en forma tal que ellas nos sigan con entera confianza.
Hay que dar vuelta un mundo. Pero cada lágrima que corre allí donde podría haber sido evitada es una acusación; y es un criminal quien, con inconsciencia brutal, aplasta una pobre lombriz.
La clase obrera no estará en condiciones de crear una ciencia y un arte propios hasta que se haya emancipado de su situación actual como clase.
La Historia es el único maestro infalible, y la revolución la mejor escuela para el proletariado. Ellas asegurarán que las «pequeñas hordas» de los más calumniados y perseguidos se conviertan, paso a paso, en lo que su visión del mundo les destina: la luchadora y victoriosa masa del proletariado socialista y revolucionario.
La democracia es indispensable para la clase obrera, porque sólo mediante el ejercicio de sus derechos democráticos, en la lucha por la democracia, puede el proletariado adquirir conciencia de sus intereses de clase y de su tarea histórica.
La justicia de las clases burguesas fue nuevamente como una red que permitió escapar a los tiburones voraces, atrapando únicamente a las pequeñas sardinas.
La libertad, sólo para los miembros de gobierno, sólo para los miembros del Partido, aunque muy abundante, no es libertad del todo. La libertad es siempre la libertad de los disidentes. La esencia de la libertad política depende no de los fanáticos de la justicia, sino de los efectos vigorizantes y benéficos de los disidentes. Si «libertad» se convierte en «privilegio», la esencia de la libertad política se habrá roto.
La potencia del proletariado está fundada sobre su conciencia de clase, sobre su energía revolucionaria, que es dada a luz por esa conciencia, y sobre la política independiente, resuelta y consecuente de la socialdemocracia, la única que puede desencadenar esa energía de las masas y moldearla como un factor decisivo en la vida política.
Las masas han estado a la altura, ellas han hecho de esta «derrota» una pieza más de esa serie de derrotas históricas que constituyen el orgullo y la fuerza del socialismo internacional. Y por eso, del tronco de esta «derrota» florecerá la victoria futura. Y esto es por lo que la victoria futura surgirá de esta derrota.
‘¡El orden reina en Berlín!’ ¡Estúpidos secuaces! Vuestro ‘orden’ está construido sobre la arena. Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!»
La revolución proletaria debería arrojar un rayo de bondad para iluminar la triste vida de las prisiones, disminuir las sentencias draconianas, abolir los bárbaros castigos -las cadenas y azotes- mejorar en lo posible la atención médica, la alimentación y las condiciones de trabajo. ¡Es una cuestión de honor!
Lo más notable de esto es que todos los afectados, el conjunto de la sociedad, consideran y tratan a la crisis como algo fuera de la esfera de la voluntad y el control humanos, un golpe fuerte propinado por un poder invisible y mayor, una prueba enviada desde el cielo, parecida a una gran tormenta eléctrica, un terremoto, una inundación.
No debemos olvidar, empero, que no se hace la historia sin grandeza de espíritu, sin una elevada moral, sin gestos nobles.
Quien desee el fortalecimiento de la democracia, debe también desear el fortalecimiento, y no el debilitamiento, del movimiento socialista. Quien renuncia a la lucha por el socialismo, renuncia también a la movilización obrera y a la democracia.
Toda la fuerza del movimiento obrero moderno descansa sobre el conocimiento científico.
Yo sé, que también los bolcheviques tienen algunos yerros, sus rarezas, excesiva intransigencia, pero yo los comprendo plenamente y los justifico: no se puede por menos de ser firme como la roca a la vista de esa masa informe y gelatinosa que es el oportunismo menchevique.
Rosa Luxemburgo
Rosa Luxemburg nació en Zamosc, Imperio ruso, el 5 de marzo de 1871.
Teórica marxista de origen judío, militante activa del Partido Socialdemócrata de Alemania, hasta su escisión de él, por ser contraria a la participación de este en la Primera Guerra Mundial, a la que consideró un enfrentamiento entre imperialistas.
Integró el lo que sería la Liga Espartaquista, grupo marxista, origen del Partido Comunista de Alemania
«Tomó parte en la frustrada revolución de 1919 en Berlín, aun cuando este levantamiento tuvo lugar en contra de sus consejos. La revuelta fue sofocada con la intervención del ejército y la actuación de los freikorps o «cuerpos libres» (grupos de excombatientes nacionalistas de derecha), a su término cientos de personas, entre ellas Rosa Luxemburgo, fueron encarceladas, torturadas y asesinadas.
Murió asesinada en Berlín, Alemania, el 15 de enero de 1919.
Sus últimas palabras conocidas, fueron escritas la noche de su muerte, sobre su confianza en las masas, y en la inevitabilidad de la revolución:
«El liderazgo ha fallado. Incluso así, el liderazgo puede y debe ser regenerado desde las masas. Las masas son el elemento decisivo, ellas son el pilar sobre el que se construirá la victoria final de la revolución.¡El orden reina en Berlín! ¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!.»
Rosa Luxemburgo