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¿Le has tocado la nariz alguna vez a un perro? Si lo has hecho, quizá hayas notado que estaba fría en comparación con la temperatura ambiente.
Un nuevo estudio ha determinado que, efectivamente, la nariz de los perros está unos cinco grados centígrados por debajo de la temperatura ambiente cuando esta es de 30 grados y, al contrario, ocho grados más elevada cuando hace cero grados. La temperatura de la nariz canina coincide con la del ambiente en el valor de 15 grados.
Esta información revela algo interesante: resulta que el extremo de la nariz del perro actúa como un sensor capaz de detectar fuentes de calor a distancias considerables. De hecho, los científicos suecos y húngaros a cargo de la investigación demostraron con experimentos que la nariz canina detecta incluso pequeños animales a distancias de 1,5 metros solo por el calor que desprenden.
Para ello analizaron el comportamiento de tres perros que debían identificar cuál de los dos objetos de 10 centímetros de ancho utilizados estaba 12 grados más caliente que la temperatura ambiente: desafío imposible para el ser humano.
Resultó que “los tres perros detectaron los estímulos de radiación térmica débil en experimentos a doble ciego”, destacaron los especialistas de la Universidad de Lund y de la Universidad de Eotvos Lorand en su estudio.