Juan Carlos nada tuvo que ver en la muerte de Sandra Mozarowsky, una actriz del 'destape' español, de 19 años, encontrada muerta en la calle tras caer desde su balcón después de quedar embarazada, solo fue una de las más de 1.500 –según Andrew Morton– o 5.000 –según, Amadeo Martínez Inglés– mujeres que pasaron por la alcoba del insaciable monarca español, pero con un destino menos afortunado (alguna hasta consiguió una asignación anual millonaria, pagada por los servicios secretos españoles, para mantener su silencio).
Juan Carlos alentó a toda clase de golpistas durante los meses previos al golpe del 23 de febrero de 1981 y su comportamiento durante el golpe fue, como mínimo, sombrío, pero, por supuesto, el 23F salvó la democracia y, los meses anteriores, bueno… solo cometió un pequeño error.
Juan Carlos intercedió durante décadas en múltiples negocios, pero no lo hizo por lucro personal, sino por el bien de los españoles.
Juan Carlos estuvo durante más de veinte años en la corte del genocida y dictador Francisco Franco, pero lo hizo como sacrificio por los españoles y por la democracia, aunque sus familiares y los de su mujer, la futura reina, fueran filofascistas y filonazis. Y si luego le guardo un reverencial respeto no fue porque simpatizara con el dictador, como él mismo afirmó en varias entrevistas, sino por el bien de la concordia.
Estos relatos oficiales, sostenidos y alimentados por la complicidad de medios de comunicación, partidos políticos, intelectuales, élites y diversas personalidades, quebraron hace solo unos pocos meses, cuando se supo que Felipe VI se encontraba como beneficiario de una cuenta en la que aparecían 100 millones de dólares de origen saudita. Un dinero que unos entienden que constituye una comisión, y por tanto un delito múltiple, y otros aseveran que solo se trata de un regalo, idea que de haber podido ser impuesta, habría terminado por convertirse en un nuevo relato oficial.
La tinta ya no da para más, ni quedan páginas de un enciclopédico libro que, si fuera el de una persona normal, es decir, que no gozara de protección constitucional, política y social, situaría a Juan Carlos por encima de los grandes ladrones del siglo XX.
Pero la tinta ya no da para más, ni quedan páginas de un enciclopédico libro que, si fuera el de una persona normal -es decir, que no gozara de protección constitucional, política y social- situaría a Juan Carlos por encima de los grandes ladrones del siglo XX, desde Bruce Reynolds, organizador del asalto al tren de Glasgow en 1963, con un botín de 46 millones de euros, hasta Leonardo Notarbartolo, jefe del asalto al centro de diamantes de Amberes en 2003, con un botín de 100 millones de euros. Ninguno de ellos ha conseguido atesorar más de 2.000 millones de dólares de fortuna y salir airoso de sus aventuras.
Y es que los ciudadanos españoles, a los que desde hace años ni se les pregunta por su opinión de la Monarquía, porque nada bueno tienen que decir, están hasta las narices del rey Emérito Juan Carlos y, al comprobar que Felipe VI, su hijo, parece tener la misma filia ultraderechista y el mismo concepto de la moral que el padre y muchos otros miembros de la Familia Real, tanto cercanos como lejanos –fue conocedor, desde al menos un año antes, que era beneficiario de la cuenta sin hacer nada y guardando silencio–, no parecen disponer de ánimos para seguir soportando una estirpe que durante 300 años ha protagonizado escándalos sexuales y políticos, corruptelas, golpes de Estados y desastres históricos.
'Operación Exilio'
Por ello, el Establishment español ha puesto en marcha la 'Operación Exilio', con la cual se pretende que Juan Carlos, el rey Emérito, se convierta en un ciudadano particular y abandone el país lo antes posible para permitir salvar la figura de Felipe VI, cada vez más cercada por los escándalos paternos y su complicidad y apacible convivencia con ellos. Si lo consiguen, el relato oficial aseverará que Felipe VI siempre fue una persona honesta muy diferente a su padre. Si no… la Monarquía española puede caer.
El Establishment español ha puesto en marcha la 'Operación Exilio', con la cual se pretende que Juan Carlos, el rey Emérito, se convierta en un ciudadano particular y abandone el país lo antes posible para permitir salvar la figura de Felipe VI.
De producirse, el exilio dorado de Juan Carlos –con vida de multimillonario jubilado–, no constituirá ni la primera ni la única operación para salvar a la Monarquía en España. La primera incisión de gravedad, que necesitó de algo más que de un embuste mediático, se produjo a raíz del caso Nóos, un entramado de corrupción que afectó a la hija y al yerno del rey, y en la que se podía vislumbrar, como en otros casos de corrupción –Gürtel o Pujol–, la alargada sombra de Juan Carlos. Una sombra que jamás se pudo aclarar gracias a la falta de voluntad y al blindaje constitucional que ofrece la inviolabilidad jurídica del jefe del Estado en España, un anacronismo propio del medievo. La operación fue un éxito parcial, porque consiguió salvar a la hija del rey de una más que segura condena de no haber sido quien era, pero el yerno terminó recluido en una prisión para él solo. Privilegio completamente injustificable que, unido a la exoneración de Cristina, la hija del entonces rey, lastró todavía más a la Corona.
La segunda, quizás la más famosa, se produjo cuando el rey tuvo que pedir disculpas públicas por un viaje de caza a Botsuana, que se destapó debido a una caída que produjo una lesión al monarca. Cazar elefantes en plena crisis económica con amante de por medio –Corinna– no gustó mucho, ni siquiera a los españoles, pueblo acostumbrado a todo tipo de abusos y tropelías.
Y como no hay dos sin tres, la tercera operación para salvar a la Monarquía española incluyó el sacrificio regio: la abdicación. No fue sencillo de conseguir y fue toda una operación de Estado, pero siempre se pensó que sería más que suficiente para terminar con la hemorragia. No fue así: la Monarquía sigue, inexorablemente, desangrándose.
La tercera operación para salvar a la Monarquía española incluyó el sacrificio regio: la abdicación. No fue sencillo de conseguir y fue toda una operación de Estado, pero siempre se pensó que sería más que suficiente para terminar con la hemorragia. No fue así: la Monarquía sigue, inexorablemente, desangrándose.
Porque hoy la Monarquía española zozobra, no ya tanto por las sombras corruptas del rey Emérito o las propias sombras poco halagüeñas de Felipe VI, que también, sino porque el monarca no ha terminado de conectar con la ciudadanía. Un rey serio y distante, muy cercano a la ultraderecha y a las élites, unido a una reina artificial, de mal carácter y comportamientos altivos y, a veces, hasta escandalosos, no parece la mejor pareja para reconstruir el prestigio de una monarquía cada día menos apreciada y más incomprendida y acorralada.
Aspiran las élites a salvar a la monarquía en la desesperada operación del exilio trufado de millones y juergas de Juan Carlos, vendido en portada por los medios afines como una "decisión desgarradora" –El Mundo, por ejemplo–, no tanto por lo que pueda seguir aportando, cada día menos, ni tan siquiera porque exista una sólida propuesta republicana, pues ni el PSOE defiende la República ni la prioriza Unidas Podemos ni la contemplan las tres derechas, sino porque implementada una república, ya no quedará corona tras la que cobijarse.
La monarquía española se halla en su crisis institucional más honda desde su restauración en 1975. Las revelaciones sobre las prácticas supuestamente ilegales de Juan Carlos I han minado por completo el prestigio de la institución. Pero esta es la cúspide de un sistema que se intenta salvar a toda costa por ser útil al establishment del país.
Las escandalosas revelaciones en torno a la Casa Real española y la permanente profusión en los últimos tiempos de datos comprometedores sobre la actividad de Juan Carlos I durante su reinado ponen a la institución monárquica en una posición cada vez más difícil.
Las dudas sobre las finanzas de Juan Carlos de Borbón y su supuesta labor de comisionista por la construcción de una línea férrea de alta velocidad en Arabia Saudí, aderezadas con las impactantes confesiones de su amiga personal Corinna Larsen, suponen por el momento la guinda a una trayectoria que, en cuanto al conocimiento de la opinión pública se refiere, arranca en 2006 con las primeras informaciones sobre el caso Nóos y la implicación de su yerno Iñaki Urdangarín, sigue en 2010 con su instrucción oficial, y continúa a partir de abril de 2012 con el accidente de Juan Carlos durante una cacería de elefantes en Botsuana, todo en mitad de la profunda crisis económica por la que entonces atravesaba España.
De resultas, en junio de 2014 Juan Carlos I resolvió abdicar en favor de su hijo Felipe, convertido desde ese momento en el jefe del Estado. Pero lejos de atajarse la crisis institucional y contener el deterioro de la imagen del sistema monárquico, los últimos tiempos dan cuenta de un caudal incontenible de información inquietante, procedente en su mayor parte del extranjero, que apunta hacia el carácter ilícito de buena parte del comportamiento del monarca emérito.
Si la primera tanda de la crisis borbónica del siglo XXI tuvo lugar durante los peores años de la depresión económica global iniciada en 2008 con Juan Carlos I en el trono, esta segunda ración acontece en medio de una gravísima contingencia sanitaria que ha derivado en otra crisis económica de profundo calado.
Y si ante cualquier apuro la Casa Real española podía contar con el silencio de los medios de comunicación españoles, ahora gran parte de estos no tiene reparos en alojar en sus primeras planascualquier noticia que afecte a la familia Borbón.
En la actualidad, la Justicia española está determinando si cabe imputar a Juan Carlos I un presunto delito de evasión fiscal luego de proceder a distribuir en cuentas ocultas al fisco el dinero procedente de un posible cobro de comisiones ilegales.
Y esto sucede así porque, a tenor de lo dispuesto por elArtículo 56.3 de la Constitución española, la figura del monarca "La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad". La consecuencia es que el jefe del Estado en España esintocableaun cuando opere al margen de la ley, la cual consagra su irresponsabilidad. Y surge la pregunta. ¿Tiene sentido que la cúspide y llave del sistema de organización política en España sea una figura no responsable ante la ley? ¿Cuál es la utilidad de la monarquía en una España infestada en los últimos años por la corrupción?
Para el politólogo Jorge Verstrynge, esta utilidad radica en que la monarquía "es la llave de la bóveda del sistema". En declaraciones a Sputnik, este exprofesor de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid señala que esta es la razón por la que no hay monárquicos "de convicción" en España. "Los hay de conveniencia", explica. "La monarquía garantiza que los banqueros sigan cobrando, que el ejército no se mueva y que la relación de fuerzas sociales existente se mantenga".
Por su parte, el también politólogo Víctor Prieto habla del concepto de "solidez democrática" como clave para entender en España la legitimidad de un sistema que se basa en el "principio hereditario". Según explica aSputnik, esta solidez "ha dependido delcarismapersonal de Juan Carlos I, un carisma construido en paralelo al exitoso relato de la Transición". A su juicio, "Juan Carlos tuvo que ganarse el trono, algo que, si tenemos en cuenta la cantidad de autodeclarados republicanosjuancarlistas, consiguió con creces", afirma, subrayando que su suerte ha estado "íntimamente vinculada al mantenimiento delstatus quobipartidista".
"Es una relación de fuerzas herencia del sistema franquista con un lavado de cara en algunas cosas más o menos profundo y en otras no", dice Jorge Verstrynge, quien resalta que los poderes judicial y policial "no fueron depurados". "Y la judicatura sigue sin depurar", insiste. Verstrynge no cree que la actual crisis borbónica se intente resolver mediante una reforma de la Constitución, pues también se pondrían en cuestión otros poderes:
"En el momento en que se ponga en solfa la forma monárquica del Estado, ellos se ponen en solfa también. Pero exageran, porque el día en que la monarquía caiga, los poderes del Estado ya se habrán ocupado de encontrar sustitución, no mediante otro rey, sino mediante un régimen presidencialista o parlamentario, da igual. Pero hay una herencia del franquismo que es importante: el miedo".
El sostén que ya afloja
Durante décadas, los medios de comunicación en España no se hicieron eco de las contingencias que pudieran afectar al entorno de la Familia Real. No escuchar, no ver y no contar.
Así sucedió con los problemas con la justicia de Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado del rey Juan Carlos durante dos décadas. Pero la figura del monarca salió indemne a nivel mediático. Esta especie de omertà que ha operado en España durante más de tres décadas, ha saltado ya por los aires. "La omertà hace ya mucho tiempo que terminó", señala Verstrynge, "aunque la monarquía sigue gozando del favor de casi toda la prensa y todas las cadenas de televisión".
Verstrynge cree que la razón por la que el silencio mediático ya no opera con la Casa Real, es "porque el tema es tan gordo que no se puede ocultar". En cualquier caso, este politólogo opina que los medios harán todo lo posible porextraerla figura de Felipe VI de todo el entramado. Y conecta su razonamiento con la operación que impulsó la abdicación de Juan Carlos en 2014: "Claro que el PSOE le está intentando salvar, porque forma parte del sistema. Hay que tener en cuenta que fueron Rubalcaba, Felipe González y PRISA quienes montaron la operación de su abdicación".
¿Es entonces la monarquía un cepo para la organización política del Estado? "Hay una clara simetría entre la rigidez de la reforma constitucional y el papel de la Corona como vértice del sistema jurídico-político en España", opina Víctor Prieto, quien explica que es revelador "que el Título II de la Constitución requiera del procedimiento agravado para su reforma (situándolo a la altura de los Derechos fundamentales y las libertades públicas)".
"Entre otras cosas", prosigue Prieto, "esto se debe a la voluntad de los constituyentes de vincular la estabilidad política del país a la forma de Estado; es decir, a la monarquía parlamentaria".
En su opinión, esto ha provocado que "durante años la monarquía quedara al margen de la confrontación política, en el terreno de lo indiscutible, como una especie de árbitro/símbolo elevado sobre los intereses particulares y los conflictos sociales". "La inviolabilidad implica una reforma constitucional, lo que significa abrir el melón", advierte Verstrynge. "Porque ya que te pones a hacer una reformita, pues vamos a hacer dos o tres más. Por ejemplo, cargarse elartículo 135[que consigna el pago de la deuda por encima de cualquier otra obligación]". Su colega Víctor Prieto advierte que lapervivencia del sistemanecesitará de un nuevo impulso:
"Yo creo que la monarquía en España, al contrario de lo que durante décadas ha podido parecer, carece de la legitimidad política, histórica y cultural necesarias como para confiar en que el principio hereditario pueda garantizar, por sí solo, su continuidad en el futuro".
La inviolabilidad del monarca
La Justicia española está dilucidando si los hechos imputados a Juan Carlos I acaecieron también después de su abdicación, cuando su irresponsabilidad ante la ley había ya concluido una vez dejó de ser el jefe del Estado. Sin embargo, esta cuestión divide a los juristas, pues no está clara y, cuanto menos, el rey emérito disfruta de aforamiento.
Por otra parte, aun cuando la inviolabilidad que le otorgaba la Constitución protegía sus actos, el efecto ante la opinión pública no queda exento deconsecuencias. "El rey tiene derecho a sacar el dinero que quiera de los bancos, de sus cuentas. Pero cuando lo hizo, en España había una crisis brutal", señala Jorge Verstrynge, que alude a la negociación entablada en 2014 para organizarla abdicaciónde Juan Carlos y dotarle de inmunidad. "Fue fundamentalmente la gente del grupo PRISA y el entorno de la CEOE, intentaron así salvar la monarquía".
"De facto, explica Víctor Prieto, "esa irresponsabilidad constitucional de los actos del Rey se ha traducido en una suerte de impunidad que ha posibilitado que el monarca se moviera permanentemente en los márgenes de la legalidad. Mientras fueran bien los negocios, todo se le permitía".
Prieto señala un aspecto de coincidencia cronológica: "En este sentido, no es casual que la pérdida del aura de Juan Carlos I como padre de la democracia se resquebrajara al mismo tiempo que se estaba resquebrajando el sistema de partidos, pues no hay que olvidar que la figura del Rey ha formado parte (parte preeminente, por cierto) del consenso político que hace aguas a partir de la crisis de 2008".
El valor intrínseco de la monarquía
El sistema monárquico en España en cierto modo representa al establishment, de ahí que amplios sectores de la política, la empresa y la banca sean reacios a cuestionar su conveniencia para el país aun cuando el aura que la rodea en los últimos años esté trufada de graves escándalos.
"La monarquía en España no es solamente una forma de Estado", afirma Víctor Prieto, "es, sobre todo, una forma de repartirse el Estado". En este sentido, este profesional de la consultora Studi La Cimera piensa que un cambio en la forma de Estado podría suponer "una ampliación democrática, en términos de soberanía popular y división real de poderes". "Hay quien podría decir, sin equivocarse, que una república puede ser igualmente oligárquica y corrupta, y que las desigualdades no son ajenas a regímenes en los que la jefatura del Estado depende del sufragio". Y matiza a continuación:
"Pero yo creo que se trata de pensar un hipotético referéndum sobre la continuidad de la monarquía como el punto de partida, no de llegada, para una profundización democrática. Es decir, la conditio sine qua non de un verdadero proceso constituyente en España".
Por otra parte, los esfuerzos del establishment español para apuntalar la monarquía tal vez tienen que ver porque la entienden como muro de contención ante una posible revelación desecretos de Estadoque atentarían contra el relato institucional de la Transición. Sin embargo, Jorge Verstrynge, que fue secretario general de Alianza Popular entre 1979 y 1986, no cree que este sea el caso. "Eso va a salir de todos modos", dice. "Todos nosotros sabíamos de la implicación del rey Juan Carlos en el 23-F [intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981]. Yo, que era un jovencito recién elegido secretario general, sabía perfectamente que se preparaba un golpe de Estado".
¿Aprovechando la ocasión?
La crisis de credibilidad del sistema monárquico en España se ha producido exactamente durante dos gravísimas contingencias: la depresión económica iniciada en 2008 y el actual deterioro socioeconómico consecuencia de la emergencia sanitaria por el coronavirus.
Este contexto puede ser aprovechadopor fuerzas que, de otro modo, tal vez no consiguieran promover visiones alternativas de la organización del Estado de una manera eficaz. La formación política Unidas Podemos (UP), socio de Gobierno del socialista Pedro Sánchez, puede ser un buen ejemplo. "Pero hay que recordar que estas informaciones aparecen en medios británicos, y que es laFiscalía suizala que inicia la vía judicial", recuerda el politólogo Víctor Prieto, quien admite que "la ruptura de algunos de los consensos clave de la Transición y la aparición de nuevos actores políticos" han permitido cuestionar al sistema monárquico en España.
A su juicio, los llamados asuntos del Rey, "son vox populi en los ambientes políticos y periodísticos desde hace años". "La única diferencia", explica, "es que en la actualidad las meteduras de pata de Juan Carlos coinciden con crisis económicas bestiales que han hecho más exigente a la ciudadanía".
"La sucesión a Felipe VI requiere de una actualización de la legitimidad de la monarquía que hoy es imposible", asegura.
Prieto señala que el incidente en Botsuana marcó "la pérdida de un aura que emanaba del discurso triunfal de la Transición". En su opinión, "las informaciones de las últimas semanas no hacen más que intensificar la certeza de que el rey, como en la fábula de Andersen, estaba desnudo. Evidentemente, UP encuentra en este asunto una vía para diferenciarse de la posición del PSOE, que en este tema cierra filas con el PP".
¿Un sistema tocado de muerte?
Felipe VI recibió en 2014 un trono infestado de problemas y tiene dificultades para heredar lo que Víctor Prieto llama la "legitimidad por resultados" de su padre, cuando logró "asimilar la consolidación de la democracia del 78 a su propia consolidación como rey".
"Esto puede resultar un obstáculo insalvable para Felipe VI, ya que socava el principio dinástico", explica. "Ante la imposibilidad de apelar a este, Felipe VI anda políticamente desorientado buscando esos resultados que legitimen su reinado, como, por ejemplo, cuando tras el referéndum independentista del 1 de octubre de 2017 trató de presentarse, fallidamente, como el soberano garante de la unidad de España".
"El problema de la monarquía es que el golpe a su prestigio es tan grande, que no tiene reparación", asegura por su parte Jorge Verstrynge. "Esto es como la teoría sociológica del funcionalismo: no hay que cambiar nada, porque toda su institución tiene su función. Bueno, pues la función que tenía la monarquía era posibilitar eltránsitohacia un sistema democrático sin que hubiera un levantamiento de un ejército que tenía una fidelidad perruna al caudillo. Pero ahora ya no hay caudillo. Por lo tanto, ¿cuál es la utilidad de la monarquía, de qué nos defendería? ¿Del coronavirus?", cuestiona.
La solidez de la institución monárquica
Por otro lado, podría decirse que los escándalos que afectan a la monarquía española en los últimos tiempos no afectan en demasía a la solidez de la institución, que aun con todo parece gozar de un amplio respaldo que garantiza su continuidad, pese a que el Centro de Investigaciones Sociologicas hace mucho que no pregunta sobre este tema. Al respecto, Jorge Verstrynge cuenta una anécdota.
"Cuando vino Ronald Reagan a Madrid [en 1985], yo tuve que asistir al cóctel que daba en su honor una institución. Viene Reagan y me dice: '¿Usted es el secretario general de la derecha? Pues quiero hablar con usted. La Unión Soviética es el imperio del mal y hay que luchar con todas las fuerzas contra ella. Porque pretende durar mil años y va a durar mil años'. Pues ya ves los mil años que duró la URSS".
"Es decir, hay cosas que parecen inmutables, que parece que no hay forma de meterlas mano, pero un día, ¡pum!, se caen", zanja Verstrynge.
Para él, el problema de la monarquía en España es que es precisamente su institución "la que permite hacer lo que ha hecho Juan Carlos I". De tal forma, Felipe VI no puede ser ajeno a unos comportamientos queemanande la propia naturaleza del sistema que lo emplaza como jefe del Estado. "Vamos a poner a su hijo, que es blanco como la nieve, como decimos en Francia", dice, aludiendo a larenuncia de Juan Carlos en 2014. "¿Cómo que blanco como la nieve, si él aceptó que fuera declarado inmune? Es decir, Felipe VI sabía perfectamente lo que había".
"La monarquía como institución en el corazón de los españoles está muerta. Lo de Juan Carlos es indefendible, y es el sistema monárquico el que se lo ha permitido", concluye.
MADRID (Sputnik) — La Mesa del Congreso de los Diputados de España volvió a rechazar la creación de una comisión de investigación sobre las presuntas actuaciones ilícitas del rey emérito Juan Carlos I en relación con el cobro de comisiones por las obras del tren a La Meca.
En concreto, la Mesa del Congreso —el órgano rector de la cámara— rechazó la apertura de la comisión de investigación gracias a los votos en contra del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el conservador Partido Popular y la formación ultraderechista Vox.
Se trata de la tercera vez que la Mesa del Congreso rechaza abrir una investigación contra el rey emérito.
La apertura de la comisión había sido solicitada por el partido izquierdista Unidas Podemos —que forma parte del Gobierno de la nación, encabezado por el PSOE— con el apoyo de otras formaciones de izquierdas, así como de partidos nacionalistas de País Vasco, Galicia y Cataluña.
El rechazo de la propuesta llega después de que los letrados del Congreso emitieran un informe el 15 de junio recordando que las prerrogativas de inviolabilidad ostentadas por el monarca "abarcan la totalidad del periodo en que se ejerce la Jefatura del Estado y tienen efectos jurídicos permanentes".
"Ya es insostenible que la inviolabilidad se pretenda aplicar a presuntos delitos cometidos como parte de la actividad privada de Juan Carlos I de Borbón y fuera de su actividad como Jefe del Estado, pero que se proyecte al futuro tras la abdicación es nuevo", lamentó Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos.
A su modo de ver, "cada vez necesitan argumentos más alambicados y más débiles para seguir protegiendo a la Casa Real y seguir poniéndola por encima de la ley".
La Fiscalía del Tribunal Supremo mantiene abierta una investigación en la que se intenta aclarar la implicación del rey emérito Juan Carlos I en el cobro de más 80 millones de euros a modo de comisión por la adjudicación a empresas españolas de las obras para crear un tren a La Meca en 2012.
No obstante, las diligencias se limitan a investigar la posible comisión de delitos con posterioridad al mes de junio de 2014, momento en que Juan Carlos I abdicó y "dejó de estar protegido por la inviolabilidad que la Constitución española reconoce al Jefe del Estado".
Las diligencias contra el monarca llegan a España después de que el pasado mes de marzo se conociera que la Fiscalía de Ginebra (Suiza) le investiga por haber realizado una presunta donación de 65 millones de euros a su examante, la aristócrata y empresaria Corinna Larsen.
Esa donación, según información publicada por el diario suizo Tribune de Genève, tendría su origen en una comisión ilegal de 100 millones de dólares (89,7 millones de euros) que Juan Carlos I recibió en una cuenta suiza por parte del entorno del entonces rey de Arabia Saudí, Abdullah bin Adbul Aziz Saud.
Crisis institucional en España o cómo salvar la monarquía de las sombras del reinado de Juan Carlos I
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La Corona española se encuentra ante la mayor crisis que enfrenta como institución desde el final del franquismo y el comienzo de la actual etapa democrática. El prestigio ganado por un monarca designado por el dictador Francisco Franco, Juan Carlos I, con su alabada actuación para frenar el intento de golpe de Estado de 1981, se ha dilapidado en los últimos ocho años a pasos agigantados en medio de acusaciones de corrupción.
El declive comenzó en abril de 2012 con el escándalo que sacudió a la opinión pública: Juan Carlos I se había roto la cadera mientras disfrutaba de una estancia de lujo con su amante enBotsuana, donde tenía previsto participar en una cacería de elefantes, justo cuando España se encontraba atravesando el momento más duro de la crisis económica, con el desempleo en 20 % y con más de 500 familias siendo desahuciadas de sus hogares cada día.
El escándalo se saldó con la abdicación del monarca, el 19 de junio de 2014, tras 39 años de reinado. Pero desde entonces no han cesado el goteo de informaciones sobre presuntas actividades irregulares, lucro con comisiones ilegales y blanqueo de capitales.
Así las cosas, el miércoles de esta semana, ocho grupos minoritarios del Congreso de los Diputados se han unido para presentar una propuesta para la creación de una Comisión de investigación sobre la construcción del Ave a La Meca. Si hace unos meses la Mesa de la Cámara tumbó una propuesta similar, que pretendía investigar las actividades del rey emérito, ahora se pretende que las indagaciones giren en torno a las empresas que presuntamente le pagaron comisiones.
Fondos públicos para actividades privadas
Tras el incidente de Botsuana, salió a la luz la relación extramatrimonial que Juan Carlos I mantenía con la empresaria alemana Corinna Larsen desde 2004, y que se terminaría diez años después. Así, en 2014 se conoció que la Casa del Rey había utilizado dos millones de euros de fondos públicos, procedentes de Patrimonio Nacional, para acondicionar la finca La Angorrilla.
En este lugar, que se encuentra en el interior del complejo de El Pardo, donde se ubica el palacio de La Zarzuela, residencia de la Jefatura del Estado en España, residió durante cinco año la amante del rey junto a su hijo, periodo durante el cual ningún medio de comunicación se hizo eco de la situación.
Felipe VI renuncia a la herencia de su padre y le retira la asignación
Pero la bomba definitiva llegó este mismo año de manos del propio Felipe VI, hijo de Juan Carlos I y su sucesor al frente de la Jefatura del Estado desde la abdicación. Tras la publicación de polémicas informaciones por un medio británico, el actual monarca español emitió un comunicado en el que renunciaba a la futura herencia de su padre, "así como a cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad y los criterios de rectitud e integridad que rigen su actividad institucional y privada".
En la misma nota, Felipe VI comunicó que retiraba la asignación económica que la Casa del Rey abonaba anualmente a Juan Carlos I, que ascendía a 194.232, según el último dato publicado en 2018.
Este comunicado se hizo público el 15 de marzo, justo un día después de que el Gobierno de España decretara el Estado de alarma por segunda vez desde la restauración de la democracia, que conllevaba, de manera inédita, al confinamiento de la población y severas restricciones de derechos, como el de circulación, para luchar contra la pandemia de coronavirus. La oportunidad de la elección de la fecha fue duramente criticada y valorada como un intento de que una noticia, inaudita hasta ahora, pasara desapercibida y arrollada por la crisis sanitaria en la que estaba inmerso el país.
El cobro de comisiones por adjudicación de obras públicas, la apertura de cuentas en paraísos fiscales y los movimientos opacos al fisco son sospechas que sobrevuelan la imagen del exmonarca desde hace años.
Donación de 100 millones de dólares de Arabia Saudí
Un tribunal suizo investiga desde 2018 una donación de 100 millones de dólares, recibida en 2008 por Juan Carlos I, del Ministerio de Finanzas de Arabia Saudita, que estaría a su vez relacionada con el supuesto pago de comisiones ilegales en la adjudicación del contrato del tren de alta velocidad de Medina a La Meca, que obtuvo un consorcio de empresas españolas.
El fiscal suizo, Yves Bertossa, ya ha llamado a declarar al menos en tres ocasiones por esta causa, investigando un delito de blanqueo de capitales, a la examante del rey, Corinna Larsen; al gestor de la cuenta de la fundación panameña Lucum, que recibió la transferencia en una cuenta suiza, Arturo Fasana; y a quien es considerado testaferro del rey emérito, el abogado Dante Canónica.
La mayor parte de los 100 millones de dólares de esa donación de la monarquía saudita, cerca de 65 millones de euros, acabaron en una cuenta en Las Bahamas de Larsen, hecho que la empresaria alemana justifica como una donación de Juan Carlos I por amor.
Ahora, también la Fiscalía Anticorrupción de España ha remitido al Tribunal Supremo las diligencias abiertas que investigan esa adjudicación para la infraestructura ferroviaria, que se concedió por 6.736 millones de dólares, aunque finalmente su ejecución se elevó a más de 7.100 millones.
Cuando recibió la presunta comisión, Juan Carlos era inviolable por ser rey, por lo que solo podría ser investigado por hechos posteriores a su abdicación, en 2014. La Fiscalía española cree que hay indicios de blanqueo y delito fiscal por los movimientos del dinero y su uso tras su retirada del trono.
Las grabaciones de Corinna
En 2018 varios medios españoles hicieron públicas varias grabaciones de conversaciones entre Corinna Larsen, el comisario Villarejo y el empresario Juan Villalonga, amigo personal del exrey. En ellas, la ya entonces examante del monarca sostiene que Juan Carlos I cobró la comisión de 100 millones de dólares por la adjudicación del AVE a la Meca.
Además, Larsen afirma que el rey emérito la utilizó de testaferro para la adquisición de diversas propiedades, tanto en Marruecos como en otros países fuera de España, para aprovecharse de su residencia fiscal en Mónaco. La empresaria alemana sostenía que, tras su ruptura sentimental Juan Carlos, él le estaba reclamando el retorno de esos bienes.
Pero además de los asuntos directamente relacionados con corrupción, los últimos años del monarca octogenario han estado salpicados de noticias que han contribuido a socavar su imagen pública:
100.000 euros al mes en plena crisis
Entre 2008 y 2012, Juan Carlos sacó más de 100.000 euros mensuales de la cuenta suiza que utilizó para esconder el dinero recibido de Arabia Saudí. Se trataba de los peores años de la crisis económica, cuando el desempleo se alzaba hasta ser el mayor de Europa, los desahucios se disparaban y bajaba el poder adquisitivo de los ciudadanos de España.
Estas retiradas de efectivo habrían estado destinadas a pagar gastos no declarados de toda la Familia Real, según ha publicado El Confidencial, que asegura que ninguna de esas disposiciones de efectivo fue declarada a la Hacienda española.
Durante ese periodo de tiempo se produjo una entrada de dinero en esa cuenta: otra transferencia de un rey de Oriente Medio. El rey de Baréin,Hamad bin Isa Al Khalifa, le habría enviado 1,9 millones de dólares (1,4 millones de euros aproximadamente), sin que todavía conozca el concepto.
Las retiradas de dinero continuaron hasta dos meses después de su accidente en Botsuana, cuando el banco suizo comunicó su incomodidad por la existencia de la cuenta, y el entonces rey transfirió todo el saldo que quedaba a su pareja sentimental, en concepto de donación.
1.500 amantes
En los últimos años han salido a la luz numerosas relaciones extramatrimoniales del anterior Jefe del Estado de España. Corinna Larsen ha sido la más conocida. Tras el accidente en la cacería de elefantes, se supo que la relación había comenzado en 2004 y que había sido una acompañante asidua del monarca en viajes de Estado y otras reuniones.
Pero de las 1.500 mujeres que, según publicó Il Corriere della Sera en 2018, habrían pasado por la vida del rey emérito, otra más ha aparecido en los medios de comunicación en los últimos meses. Una de ellas es Marta Gayá, con quien mantuvo una relación en los años 90. En marzo, se destapó que Juan Carlos le había transferido en 2011 y 2012 dos millones de euros, de la misma cuenta suiza de donde salió la millonaria donación a Larsen.
Problemas en el entorno familiar
Juan Carlos no es el único que ha tenido problemas con el fisco. Cuatro miembros de la familia real española regularizaron en 2012 varios millones de euros que escondían en cuentas en Suiza, gracias a la amnistía fiscal del Gobierno de Mariano Rajoy, según la investigación conjunta publicada por varios medios españoles. Los nombres de estos allegados forman parte los 'Papeles de la Castellana'. Abonando tan solo 74.000 euros regularizaron más de 4 millones de euros de dinero irregular.
Amistades peligrosas
El rey emérito ha sido muy criticado por varias de sus amistades personales, sobre todo con las familias reales de Oriente Medio, en especial, con la familia saudita. Así, en noviembre de 2018 se fotografió con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, cuando acudió al Gran Premio de Abu Dabi de Fórmula 1.
El encuentro se produjo menos de dos meses después del siniestro homicidio del periodista sauditaJamal Khashoggi, que fue asesinado y descuartizado en el consulado saudita en Estambul, Turquía. Bin Salman ha sido señalado en varias ocasiones como el responsable de esta muerte y, según publicó Middle East Eye, siete de los quince sospechosos del asesinato de Khashoggi pertenecían a la guardia personal de este príncipe.
Incalculable fortuna de origen incierto
En cuanto a la fortuna personal de Juan Carlos I, se calcula que es multimillonaria, aunque no se sabe por fuentes oficiales exactamente a cuanto asciende. Según recogió Eurobusiness, en 2002 su patrimonio alcanzaría los 1.790 millones de euros y situaría al exmonarca entre las 400 personas más ricas de Europa.
El origen de esta gran cantidad de dinero, de ser cierta, es desconocido. La Casa Real solo ofrece información sobre la retribución de los miembros de la familia real desde 2011. Según esos datos, el padre de Felipe VI cobró 956.172 euros desde 2015 (año siguiente al de su abdicación) hasta 2019. Con anterioridad a esas fechas, su retribución como monarca rondaba los 300.000 euros anuales. Con esas cifras es difícil justificar una fortuna que superase ampliamente los 1.000 millones.
Las salidas del rey
Desde abril de 2015, el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la principal encuesta del país, no pregunta sobre la institución de la Corona. Si antes del incidente de Botsuana su popularidad alcanzaba el 74 %, en 2015 apenas obtenía una nota de 4,34 sobre 10.
Las últimas informaciones conocidas y la situación procesal en Suiza, pero también en España, del exjefe de Estado, hacen que se esté buscando la manera de desvilcularle de su hijo y proteger la institución monárquica.
Autoexilio
Una de las salidas que se barajan para salvaguardar la institución de la Corona y desvincular al anterior Jefe de Estado de su sucesor, Felipe VI, es que Juan Carlos I abandonase el país. Esta medida no necesitaría ningún instrumento jurídico para llevarse a cabo, como sí lo necesitó su abdicación hace seis años.
De hecho, desde hace varios meses los rumores sobre un posible 'exilio dorado' del exmonarca apuntan a que se estaría barajando que se retirase sus últimos años a la República Dominicana, para residir en una de las posesiones de su amigo Pedro Campos, empresario y regatista.
Otra de las hipótesis que se baraja es la de su residencia en un país de la Unión Europea (UE), y se estima como más probable Suiza, a pesar de los problemas que ahora mismo tiene con la Justicia del país helvético, al ser el lugar de residencia de su hija pequeña, Cristina.
Alejamiento de La Zarzuela
Otra teoría apoya que tanto la Casa Real como el Gobierno estarían sopesando que el rey emérito abandonara las dependencias de las que disfruta en el Pabellón del Príncipe, antigua residencia de los actuales reyes. En este caso habría dos opciones: la primera sería alojarlo en alguna otra propiedad del complejo de El Pardo (donde se ubica la Zarzuela, residencia de la familia real), como, por ejemplo, La Angorrilla, la finca que ocupó durante cinco años su amante alemana.
La segunda posibilidad sería vivir en algún lugar más alejado pero dentro de España, como Sanxenxo, en la costa norte del país, lugar donde el rey Juan Carlos ha pasado numerosos veranos y cuenta con un buen número de amigos íntimos.
Alejamiento simbólico
Otra posibilidad sería intentar apartar de manera simbólica al rey emérito de la familia real. Llevar a cabo esta opción sería más complicado, puesto que necesitaría de modificaciones legales. Se trataría de retirar al anterior Jefe de Estado la dignidad de rey emérito y los tratamientos que lleva aparejados.