"¿Por qué España tiene que quedar bien con las fuerzas aliadas? Hacemos de 'tonto útil' de la OTAN"
Publicado: 19 abr 2018 12:28 GMT | Última actualización: 19 abr 2018 13:27 GMT
Entrevista con la senadora española Sara Vilà, una de las voces más críticas con respecto a la opacidad con que operan las Fuerzas Armada españolas en sus misiones extranjeras.
La senadora de En Comú Podem, Sara Vilá, en el jardín exterior del Senado, en Madrid.
David Romero / RT
En aquella ocasión, la senadora de En Comú Podem señaló que el "enfoque" educativo propuesto por el Ministerio de Defensa, basado en el "romanticismo, el sentimiento nacional o el patriotismo" era "propio de épocas pretéritas pero no de una sociedad democrática avanzada".
Durante la entrevista nos reconoce que "es necesario impartir cultura de defensa, pero queremos formar niños críticos también", explica Vilà, que añade que "está bien que la gente entienda en qué se invierte el presupuesto y por qué tenemos un Ejército, pero esa desde luego no es la manera".
Las Fuerzas Armadas españolas sufren una grave epidemia que a día de hoy ya no puede ser negada: el franquismo. Una enfermedad que se ha contagiado de forma especialmente virulenta entre la oficialidad, pero que también puede encontrarse en cierta medida tanto en los suboficiales como entre la tropa, y que ha llevado a más de 600 altos mandos militares (inicialmente 181) a firmar un manifiesto en favor de la figura del genocida dictador Francisco Franco.
Durante los últimos cuarenta años la sociedad española ha ignorado reiteradamente las señales inequívocas que demostraban que la epidemia, no solo no se había erradicado desde la muerte del dictador, sino que se mostraba tan vigorosa como durante la vida del sanguinario general. Con el agravante de no encontrarse, a diferencia de lo ocurrido durante la dictadura, a un grupo numeroso y notable de militares que se oponga públicamente al dominante franquismo. En ningún momento de estos cuarenta años se ha organizado un grupo de militares como lo fue la antigua Unión Militar Democrática (UMD), lo que se debe en gran medida a la defenestración de estos militares, la purga reiterada de los demócratas, el ascenso de franquistas y golpistas y la ausencia de medidas estructurales para eliminar esta plaga.
Los principales responsables de encontrarnos en el pleno siglo XXI con unas Fuerzas Armadas en las que el franquismo es claramente predominante son, sin ningún género de dudas, la negligencia y la dejadez de los partidos políticos, cuando no la connivencia. Resulta evidente que el PP simpatiza y el PSOE no repudia. No olvidemos que, por ejemplo, José Bono, ministro de Defensa por el PSOE, llegó a ascender a general a militares golpistas durante el 23-F como si lo que hicieron hubiera sido un pequeño pecado de juventud. Como las torturas del coronel Manuel Sánchez Corbí, que pasará a la historia por moler a palos a ciudadanos, pero mientras tanto ha dirigido las unidades más importantes de la Guardia Civil. Gracias a PSOE y PP.
No se puede obviar que los medios de comunicación son igualmente solidarios de la situación actual. De forma generalizada omiten analizar y mostrar el problema a la ciudadanía como si excluyendo el problema este dejara de existir. Y no solo no deja de hallarse, sino que gracias a este silencio se expande cada vez con mayor facilidad.
Porque antes de la estremecedoramanifestación franquista acaecida el pasado 31 de julio en la que más de medio millar, que se dice pronto, de altos mandos defendieron como buen militar la figura de Francisco Franco, ese traidor e inepto que nos condujo a la barbarie, lo cierto es que hubo episodios que avisaban que la enfermedadseguía carcomiendo el Ejército por completo. No olvidemos que no se trata de militares cualquieras, sino de altos mandos como tenientes generales, generales, coroneles, tenientes coroneles o comandantes. Pero es que incluso hay dos exjefes de Ejército, entre ellos el teniente general Aparicio, el último alto mando que me arrestó en 2015, hace solo tres años. Por tanto, ni hablamos de pocos, ni hablamos de intrascendentes, ni hablamos del Pleistoceno. Este manifiesto es la fotografía de hoy, la más verídica y triste imagen de nuestro Ejército.
El franquismo, un problema estructural de nuestras Fuerzas Armadas
El año pasado, sin ir más lejos, se leyó una efeméride el 18 de julio en los cuarteles militares en los que se ensalzaba la figura de Franco. Este mismo año, la página web del Ejército del Aire consideraba a un aviador genocida franquista como un héroe. No hace mucho Stanley G. Payne, historiador filofranquista, enaltecía la figura del traidor Franco en el CESEDEN (Centro Superior de Estudios para la Defensa), nada más y nada menos, que el centro más prestigioso del ministerio de Defensa. Lo hacía atestado de altos mandos militares. En los últimos cuatro años, nuestros militares, de servicio y uniformados, se detenían a comer en el Restaurante Museo franquista 'Casa Pepe', como si aquello fuera lo más normal del mundo.
El presidente de España, Pedro Sánchez, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, tras ganar la moción de censura. 1 de junio de 2018. / Sergio Perez / Reuters
Hace cinco años un militar carlista, Miguel Ayuso, juez militar para mayor escarnio, se despachaba a placer y con impunidad sobre la constitución y la cruzada santa que para él fue la brutal sublevación militar de 1936. Y hace una década, el inefable teniente general Mena amenazaba en 2006, cuando se gestaba la aprobación del 'Estatut' en Catalunya, con una acción militar.
Y entre medias, de todo, o casi de todo: el general Juan Chicharro (antiguo ayudante de campo de Juan Carlos) dirigiendo la Fundación Nacional Francisco Franco, Defensasufragando a asociaciones franquistas, una bandera de la división azul en una compañía, el exJEMA González solicitando la ilegalización de Podemos, cartas de altos mandos militares plagadas de amenazas e insultos a políticos, el reconocimiento de la existencia de más de un centenar de símbolos franquistas en las Fuerzas Armadas, la protesta del exJEME Jaime Dominguez Buj por la "debilidad" del Gobierno en Catalunya… Créanme, el listado es interminable.
La solución: desinfectar
La solución, ciertamente, no pasa por un expediente sancionador a los cinco militares reservistas que han firmado el manifiesto, lo que pretende venderse como antídoto. No se desratiza un barrio eliminando a cinco ratas. Ello bastaría si se tratara de un evento, pero hablamos de un problema estructural. La solución pasa por una desinfección absoluta que deberá ser ratificada con medidas contundentes a lo largo de los años. Porque las ratas tienen tendencia a sobrevivir y a volver. Estas volverán.
El ejemplo es Alemania. Hace solo dos años expulsaron sin el menor reparo a casi 300 militares nazis por su proximidad a esta ideología, ello teniendo en cuenta que los altos mandos de las Fuerzas Armadas alemanas son manifiestamente demócratas, lo que aquí no sucede. También es obvio que siendo delito el enaltecimiento del fascismo, resulta bastante complejo sobrevivir. Y ese es el mensaje que deben recibir los franquistas, que no será fácil que sobrevivan y que si algún día llegan a la cúpula militar lo tendrán que hacer en silencio porque la mayoría de los suyos no solo no les respaldan, sino que les repudian.
El presidente Pedro Sánchez y la ministra de Defensa, Margarita Robles, deben atacar decididamente esta plaga y hacerlo con medidas contundentes. En primer lugar, extrema severidad con los cinco militares reservistas que han firmado el manifiesto: expulsión por falta muy grave. Ello ya supondrá un aviso a navegantes.
En segundo lugar, cese automático de toda la cúpula militar. Segundo aviso a navegantes: cada vez que las ratas salgan de sus madrigueras la cúpula militar cae. Esa valentía que instantáneamente los altos mandos militares parecen obtener con el retiro o la jubilación se tornará menos osada.
En tercer lugar, eliminar la justicia militar e introducir en el código penal como delito el enaltecimiento franquista. Tercer aviso: ni justicia de amiguetes ni connivencia con el fascismo.
Y en cuarto y último lugar, democratización absoluta de las Fuerzas Armadas: sindicatos, derechos y libertades. Cuarto aviso: se acabó el siglo XIX en los cuarteles.
Si en lugar de eso, este PSOE, el de Pedro Sánchez y Margarita Robles, decide administrar a las Fuerzas Armadas un inocuo expediente disciplinario que, seguramente, termine en el mejor de los casos en castigos de poca monta, dentro de no mucho sabremos de más franquistas y más encarados.
España solicitó, ante la dramática situación que vivía, 150.000 batas desechables, 450.000 mascarillas del tipo FFP2 y FFP3, 1.000 termómetros, 5.000 protectores faciales, 10.000 gafas protectoras, 1,5 millones de mascarillas quirúrgicas, 120.000 guantes, 500.000 pruebas rápidas, 50.000 pruebas de reacción en cadena de polimerasa y 500 ventiladores mecánicos.
La OTAN no es solidaridad, es armamento y guerra
Material que entre los 29 restantes, a excepción de España, perfectamente habrían podido suministrar y que habría permitido salvar muchas vidas y evitar el contagio del personal sanitario –en España, el 12,5 % del personal sanitario se ha contagiado–. Pero ese material nunca llegó y ya ni se le espera. La OTAN no es solidaridad, es armamento y guerra.
La justificación de la OTAN se basó en la falta del material solicitado, por lo que se dedicó, como quien recibe un pedido burocrático sin más, a trasladar la petición a los 29 países miembros aliados, de los cuales solo Turquía, Letonia, Luxemburgo y República Checa respondieron a la ayuda. Y no en el tiempo de respuesta esperado, salvo en el caso de los checos, que enviaron casi de inmediato 10.000 equipos de protección individual. Al día siguiente de la petición puso a disposición el material y tres días más tarde, el 28 de marzo, aterrizaría en Madrid.
Más tarde llegó la ayuda procedente de Turquía, el 1 de abril, casi un abismo después en estas circunstancias. Ese día aterrizó un avión con 250.000 mascarillas, 250 máscaras panorámicas, 750 protectores oculares, 2.000 equipos de protección individual (EPIs) y 1.000 litros de líquido antibacteriano. Del resto de países que afirmaron que enviarían material España, todavía no se tiene constancia de la llegada del mismo, a 6 de abril, pero es de suponer que llegó o llegará.
De Estados Unidos, el mismo país que lleva seis años obligando a los países europeos a aumentar el gasto en defensa hasta alcanzar inicialmente el 2% del PIB, pero con objetivo de llegar al 4%, nadie sabe nada. Habrá que esperar a las reacciones en Twitter de Donald Trump.
Pero lo que nadie puede negar es el gran contraste que existe entre la facilidad que tienen los Estados Unidos de Norteamérica para enviar soldados y armamento militar a Europa y las dificultades que encuentra para enviar respiradores o mascarillas. Un total de 20.000 militares y 9.000 vehículos fueron desplazados para el masivo ejercicio militar Defender Europe 2020, al que, además, se hubieran sumado de haberse producido (se suspendió) otros 13.000 militares norteamericanos desplazados permanentemente en el Viejo Continente y 7.000 militares europeos. Militares todos ellos que al llegar en plena explosión de la pandemia bien pudieron poner en peligro tanto a los europeos como a los norteamericanos.
España en la OTAN
En contraposición, España ha gastado unos 15.000 millones de euros desde que comenzara a participar en misiones internacionales, en 1990. La mayoría de ese gasto se ha producido en el ámbito de la OTAN o en el interés de los aliados, especialmente, Estados Unidos, a quien respaldó en las invasiones de Irak o Afganistán. Intervenciones militares que deberían tener a día de hoy un tribunal penal internacional específico. No solo eso, sino que en el gasto se percibe una clara tendencia al alza, pues solo en los últimos dos años en España, el portaaviones de Estados Unidos, se han gastado casi 2.500 millones de euros (1.176 millones de euros en 2019 y 1.100 millones en 2018).
La OTAN es una organización redundante que no obedece a una necesidad de los países europeos, sino a los intereses norteamericanos en el mundo, motivo, seguramente, por lo que no ha sido solidaria con España durante esta crisis
Además, el país presidido por Pedro Sánchez y con Margarita Robles al frente del ministerio de Defensa, participó en 2019 en un total de 18 misiones internacionales, las mismas que en 2018, aportando, además, 2.500 militares. De todas ellas, las más onerosas son las que tienen relación intrínseca con los intereses de Estados Unidos y la OTAN. Desde la propia misión OTAN en el Mediterráneo, cuyo coste ascendió en 2019 a 123 millones de euros; hasta las misiones para encerrar a Rusia, como Letonia (62,8) o Turquía (42); pasando por los desastres que ha ocasionado Occidente en el planeta, como Irak (110), Afganistán (10), Malí (133) o Somalia (75).
La OTAN: insolidaria y redundante
Pero es que, además, la Alianza Atlántica es en sí misma una estructura redundante que está impidiendo la creación de un Ejército europeo que permitiría reducir el gasto en Defensa de los países miembros OTAN sin mermar las capacidades de Defensa. Una organización redundante que no obedece a una necesidad de los países europeos, sino a los intereses norteamericanos en el mundo, motivo, seguramente, por lo que no ha sido solidaria con España durante esta crisis. Porque su único interés es aumentar el gasto militar, aunque en muchos casos se trate de gasto estúpido, porque ello permite que aumente el gasto en armamento en el mundo.
Un gasto, el militar, que aumentó en 2019 por primera vez desde 2010, lo que en buena medida se debió a Donald Trump, tanto por sus exigencias a los miembros de la OTAN como por el consciente aumento de la tensión mundial allá donde le ha sido posible: ha dinamitado e incendiado las relaciones de Occidente con China, Rusia o Irán. Y en plena pandemia mantiene sanciones internacionales a Venezuela, Cuba o la mencionada República de Irán.
En países como España, el gasto militar, unido al austericidio impuesto por los europeos, ha provocado que se hayan producido duros recortes en el gasto público, por lo que la OTAN estaba obligaba a apoyar y colaborar, no ya tanto por solidaridad, que también, sino por su cuota de responsabilidad
Este aumento del gasto tiene una lucrativa consecuencia, pues genera un aumento en la venta de armas, el cual se cifró entre 2015 y 2019 en un 5,5% con respecto al lustro anterior (2010 a 2014). Ni que decir tiene que Estados Unidos es el líder indiscutible de las exportaciones mundiales de armas, con una cuota de mercado del 36%, siendo, además, el cuarto país que más ha visto aumentar sus exportaciones en el último lustro: un 23%.
Sin embargo, en países como España, el gasto militar, unido al austericidio impuesto por los europeos, ha provocado que se hayan producido duros recortes en el gasto público, por lo que la OTAN estaba obligaba a apoyar y colaborar, no ya tanto por solidaridad, que también, sino por su cuota de responsabilidad en la situación actual.
Cuando esto termine, España, como el resto del mundo, y especialmente el resto de países europeos que conforman la Alianza Atlántica, debería repensar al respecto de muchas cuestiones. La OTAN es una de ellas. Sobra.
España afronta la segunda ola del COVID-19 con el récord mundial de muertes por número de habitantes, una descoordinación sanitaria que puede llevar al caos, una crisis económica sin precedentes y un explosivo ambiente político e institucional.
No hay un solo medio de comunicación internacional que no se haya hecho eco de la crisis político-sanitaria de España. La llamada "Marca España", argumento de venta de un país debería cerrar por un tiempo para no sentirse sonrojada.
La ola gigante que amenaza de nuevo la salud de los ciudadanos y su situación económica y social no es motivo suficiente para que las fuerzas políticas de distinto signo aúnen esfuerzos —como es el caso en países vecinos— en la lucha contra la pandemia. Muy al contrario, el virus es utilizado como arma política ante la perplejidad de unos ciudadanos que asisten a un espectáculo político dramático en el que más de 50.000 muertos, según el Instituto Nacional de Estadística, (30.000, según el Gobierno) no parecen representar una cifra suficiente para dejar de lado las ambiciones partidistas.
La batalla de Madrid
El Gobierno del socialista Pedro Sánchez amenaza con intervenir la Comunidad autónoma de Madrid, dirigida por el Partido Popular, para frenar la grave situación sanitaria de la capital española, solo tres días después de haber llegado a un acuerdo para coordinar su actuación. El país vive atónito un pulso entre el Gobierno central y otro regional sin que al ciudadano de a pie le convenzan los argumentos de cada parte, o los atiendan solo por afinidad política.
La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha sido criticada por su acción para hace frente al virus e incluso dentro de su partido no parece contar con un respaldo absoluto a su gestión. Pero reducir la crisis sanitaria madrileña a un pulso ideológico es una vergüenza que puede costar todavía más vidas.
El Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos anunció el pasado 5 de julio que "el virus había sido derrotado". Era la orden de salida para que el presidente de Gobierno pudiera comenzar sus vacaciones como signo de normalidad. Si el Gobierno central asumió al principio de la pandemia el control absoluto de la gestión del virus, optó más tarde por dejar que cada comunidad autónoma se hiciera responsable de su territorio.
Hoy, en España, existen 17 maneras de afrontar el COVID y Sánchez se arroga la posibilidad de intervenir en una de ellas, en un gesto que la oposición conservadora explica por su deseo de desbancar al Gobierno autonómico del PP.
Concesiones e independentismo
Para la oposición, el episodio político-sanitario de Madrid, sirve también al Gobierno para dejar en segundo plano sus negociaciones para obtener el apoyo parlamentario a sus presupuestos generales. España sigue viviendo de los presupuestos del Gobierno de Mariano Rajoy. La aprobación del plan económico le daría a Pedro Sánchez la garantía de acabar la legislatura.
Para obtener tal fin, el presidente de Gobierno ha desmentido al candidato Sánchez preelectoral. Ha puesto en marcha el mecanismo de indulto a los independentistas catalanes condenados por el referéndum ilegal del 1-O, a pesar de asegurar que nunca lo haría. Su gabinete trabaja también en la rebaja de pena por el delito de sedición que antes se comprometió a no ejecutar. Es el precio por el apoyo de los 13 diputados de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) a sus presupuestos.
El plan catalán de Sánchez pasa también por un posible acuerdo para el retorno del fugado líder independentista, Carles Puigdemont, al que la televisión pública ha ofrecido protagonizar un espacio ad hoc. Y dentro de ese mismo plan hay que interpretar la negativa del Gobierno a la asistencia del Rey Felipe VI, a la entrega de diplomas a los nuevos jueces, una ceremonia que siempre ha sido presidida por el jefe del Estado. Después de varios días de silencio, el Ministro de Justicia justificó la decisión gubernamental por la posible coincidencia de fecha con la inhabilitación de Quim Torra como presidente de la Generalitat.
Monarquía V. "Republiqueta"
El hecho de que se hiciera público el deseo manifestado por Felipe VI de asistir a la reunión fue interpretado por Unidas Podemos como un ataque del Rey al Gobierno. Una ocasión más para Pablo Iglesias en su lucha política por la República, algo que nunca ha ocultado, pero que implica también a Pedro Sánchez y al PSOE, y que hizo reaccionar al ex primer ministro socialista, Felipe González, quien declaró al diario argentino Clarín que prefiere la monarquía actual a una "republiqueta plurinacional", en directa alusión al líder de Podemos.
La ceremonia de Barcelona se convirtió en un homenaje al monarca y sirvió para subrayar también otro de los problemas que afectan al normal funcionamiento del país, la independencia judicial. Que la diputada socialista y exministra de Justicia en el primer Gobierno de Sánchez fuera designada como Fiscal General del Estado fue una decisión que avergonzaría a cualquier dirigente político del entorno europeo del que España dice formar parte. En contra de lo que debería ser, Sánchez ya manifestó que el Fiscal del Estado "depende del Gobierno", para después desdecirse de lo que, de hecho, es la realidad.
El Gobierno mantiene un pulso también con el PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Las prerrogativas del CGPJ no son tan extensas como las del Tribunal Supremo norteamericano, pero reflejan también el resultado del reparto ideológico entre jueces "progresistas" y "conservadores". El PP de Pablo Casado insiste en un acuerdo para despolitizar la judicatura, lo que la izquierda interpreta como el deseo de mantener en ese organismo la actual mayoría conservadora. La derecha denuncia, a su vez, el empeño de Sánchez en controlar el poder judicial.
Un panorma económico desolador
La batalla ideológica sirve también para dejar en segundo plano la crisis económica y social que viven los españoles y que nadie duda se agudizará. Esperando el maná europeo para hacer frente al desastre provocado por el confinamiento, España bate también otro récord en Europa, el del desempleo, con una cifra que supera el 16%, solo superado por Grecia.
Las previsiones del Banco de España dibujan un panorama desolador. Según el BdE, en 2021 el Producto Interior Bruto (PIB) podría crecer entre un 7,3 y un 4,1%, una cifra muy inferior a la prevista en verano. El paro podría alcanzar entre el 19,4 y el 22,1%; la deuda, que ya en julio había llegado a su máximo histórico del 110% del PIB al crecer en 89.500 millones de euros, se elevaría hasta el 128% en 2022.
Pasear estos primeros días de otoño por el centro de las principales ciudades españolas es un ejercicio deprimente ante la cantidad de comercios cerrados por la crisis sanitaria. Se podrá argumentar que otros países vecinos viven la misma situación. Pero lo que no es justificable es la polarización política azuzada por intereses que nada tienen que ver con el sufrimiento y los intereses de la población.
España vive la pandemia desarticulada por ambiciones políticas personales, con un gobierno fragilizado y dependiente del chantaje independentista y con una oposición dividida e incapaz de ofrecer soluciones. Una serie de elementos que para muchos ofrecen las condiciones ideales para propiciar una crisis institucional; un empeño muy alejado de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos.