La impresentable “presidenta” de Bolivia ha celebrado la muerte de Ernesto Che Guevara, al rendir homenaje el 8 de octubre a quienes el 9 de ese mes de 1967 lo asesinaron por decisión de la Central de Inteligencia de Estados Unidos. La historia es cíclica. Renueva el desprecio a los dictadores que, como ella, se pliegan a los reales asesinos del Che, aquellos que la catapultaron del Olimpo de la mediocridad al Palacio Quemado, para que siga siendo tan mediocre o más de lo que ya era.