El contundente 98,8% a favor de mantener el actual status político que arrojó el referéndum del domingo y lunes pasado en Malvinas no dejó dudas del posicionamiento de los isleños. Se trataba de un resultado cantado, pero que en realidad no sólo no traerá consecuencias a nivel diplomático, sino que corre el eje del conflicto de soberanía que existe entre Argentina y el Reino Unido.
La llegada del príncipe Wiiliam a las Islas Malvinas es una provocación, resulta ofensiva para el pueblo argentino”, le dice el ex canciller Jorge Taiana a Miradas al Sur. –¿Cuál sería el objetivo de esta provocación?
Al cumplirse 180 años de la ocupación inglesa, Cristina Fernández le envió una carta a David Cameron. A través de una solicitada publicada en los principales diarios británicos, la mandataria le pidió al jefe del Gobierno del Reino Unido “poner fin al colonialismo” y “devolver las Malvinas”. En su mensaje a Cameron, con copia al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, Fernández indicó que el Reino Unido debería cumplir con una resolución de Naciones Unidas de 1960 en la que se urge a los Estados miembros a “zanjar el colonialismo en todas sus formas y manifestaciones”.
Unos 1.500 habitantes de las Islas Malvinas están convocados entre hoy y mañana para votar en un referéndum que no tendrá ninguna consecuencia diplomática con respecto al conflicto que mantienen Argentina y el Reino Unido por la soberanía del archipiélago en el Atlántico Sur. La consulta impulsada por el gobierno de David Cameron busca que los isleños ratifiquen que quieren seguir conservando la nacionalidad británica.
Las Islas Malvinas –ubicadas en el Atlántico Sur, a 600 km de la Argentina Continental– desde la ilegal ocupación británica del año 1833, y hasta el presente, han sido objeto de permanente reclamo de mi país ante los principales foros internacionales y ante el propio Reino Unido, formulando las protestas correspondientes cuando se ha cuestionado nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos Circundantes. Ellas son incuestionablemente argentinas desde el punto de vista histórico, geográfico y jurídico.
Discurso único, sólido, sin fisuras. Es la sensación que quedó flotando en los pasillos del Senado tras la participación del canciller Héctor Timerman en la reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores en la que todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria consensuaron un proyecto de declaración para repudiar los dichos del premier británico, David Cameron, quien calificó a la Argentina como “colonialista”.
En diálogo con Eduardo Anguita durante La historia en debate, que se repetirá esta noche por CN23, el ex canciller Jorge Taiana y el politólogo Atilio Borón analizaron el conflicto por las Islas Malvinas. Aquí, lo más destacado.
La soberanía de las Islas Malvinas no es un tema que haya empezado y terminado en 1982; sino que ya tiene 179 años. Es una cuestión que aún continúa, producto de la indefinición del Reino Unido de sentarse a discutirlo por razones políticas, estratégicas, de protección antártica y por el famoso olor del petróleo", dirá durante el transcurso de la entrevista el ex ministro de Relaciones Exteriores Jorge Taiana. A su turno, el politólogo y sociólogo Atilio Borón, subrayará que, además de esas cuestiones, Inglaterra está pasando momentos muy difíciles producto de la inconformidad social hacia el gobierno del primer ministro británico, David Cameron: "Para ellos, entrar en una mesa de negociación es la antesala inexorable de fijar una fecha de retirada, que puede ser dentro de veinte o cincuenta años, porque no tienen ningún derecho sobre las Islas", explicó. Malvinas y los resultados de la integración latinoamericana, las posibles estrategias para continuar avanzando en el reclamo de la soberanía, la importancia de los recursos naturales, las razones de Reino Unido para evitar el diálogo y la figura de Cameron, son algunos de los temas desarrollados por Taiana y Borón en el programa La Historia en Debate. A continuación, la reproducción de la entrevista realizada por Eduardo Anguita en el marco del ciclo que se emite por CN23 los viernes a las 23 y que hoy domingo se repite en el mismo horario. Eduardo Anguita: –Este énfasis que está poniendo la Presidenta en reclamar la soberanía Argentina no encontró en el primer ministro británico a un interlocutor dispuesto a sentarse siquiera a escuchar. Jorge Taiana: –David Cameron lo que ha hecho es aprovechar los treinta años para tomar la misma bandera de Margaret Thatcher. Ahora que está de moda la película que se inspira en su vida, ha dado una muestra de esa vocación colonial y ese desprecio por el resto del mundo. Han venido tratando de usar los treinta años del conflicto para desviar el eje. Lo que busca Cameron es evitar la pregunta de cuál es el problema, cómo se arregla y por qué no se arregla. Él quiere escaparse de eso y, entonces, lo que hace es agitar el fantasma de la Argentina bélica y esconderse detrás de los isleños, que son colonos británicos que están en las islas. Atilio Boron: –Evidentemente, Cameron adopta una línea dura que está relacionada con todo lo que se dijo recién, pero también con el hecho de que Inglaterra está pasando momentos muy difíciles. No nos olvidemos que hace apenas unos siete meses hubo enormes disturbios que prendieron fuego a barrios enteros de Londres, como Manchester y Liverpool, producto de la inconformidad social muy fuerte. Si bien la Argentina intensificó el reclamo, no hubo un gesto de parte del gobierno argentino que implicara una radicalización, una escalada del conflicto. Con una torpeza que me sorprendió, Cameron primero refuerza la militarización de la zona, después juega una carta simbólica muy fuerte como mandar al príncipe Guillermo, una movida que en Inglaterra tiene un impacto que no deja de ser muy fuerte, y acusa la Argentina de país colonial. Con esto, Cameron se convirtió en un hazme reír mundial. Otra cosa que refuerza esa actitud es que se supone que hay petróleo en las Islas, aunque no se sabe cuánto. Las Islas están en una posición estratégica importantísima. Es obvio que los ingleses, sabiendo que no tienen ningún argumento para quedarse, ahí van a resistirse a entrar a una mesa de negociación porque, una vez que entran a negociar se verá que no tienen ningún derecho, pese a lo que digan que algunas personas acá, como algunos intelectuales que respeto mucho cuando hablan de los temas que saben. Sin embargo, cuando hablan de temas que no saben, como es el tema de las Malvinas, han esgrimido argumentos que me avergonzaron. Hacer un reclamo a favor de la autodeterminación de los isleños implica desconocer el ABC del derecho internacional. El principio de la autodeterminación de la población que está en Malvinas no es aplicable porque es una población que surge de un hecho de conquista. Insisto en que esto es el ABC de un curso de derecho internacional. No obstante, apareció como una argumentación. Esto demuestra que hay sectores en la Argentina que no comprenden la complejidad de la situación y que se hacen cargo del derecho de los isleños. E.A.: –Atilio hace referencia a un documento que firmaron 17 intelectuales, entre los cuales hay algunos periodistas mediáticos y algún constitucionalista como Daniel Sabsay. Sin embargo, en ese documento no hay ningún especialista en relaciones internacionales. J.T.: –Se nota claramente. Refleja un desconocimiento del derecho internacional, de cómo fue el proceso de colonización, pero también de toda la discusión sobre integridad territorial y del derecho a la libre determinación. Esto es como darle la Argelia colonizada por los franceses a los franceses que los habían llevado y dejar los árabes afuera. En esa declaración da la impresión que los argentinos son unos bárbaros que quieren simplemente avasallar todo, cuando lo que nosotros queremos es recuperar el ejercicio efectivo de la soberanía porque fuimos despojados de parte de nuestro territorio nacional; y este es un tema muy importante. América del Sur es una zona que no quiere potencias extrarregionales y que tiene en marcha un Consejo de Defensa Sudamericano. Una de las bases de ese consejo es que no debe haber fuerzas extrarregionales y que entre nosotros vamos a garantizar nuestra defensa frente a algún peligro exterior. Entre el valor de los recursos naturales y la importancia que ha tenido la integración, que hace que lo que le pasa al otro sea más importante para uno, Argentina ha logrado un apoyo en la región que no estaba tan firme y tan expreso tiempo atrás. Esto es lo que comienza a preocupar a los británicos y la virulencia de su reacción es uno de los primeros indicadores de que las cosas que se están haciendo están empezando a ser registradas y sentidas por ellos. E.A.: –Entre estos apoyos hubo un episodio que no puede ser pasado por alto. Cuando el canciller británico estuvo en Brasil y dio una conferencia de prensa junto con el canciller de Dilma Rousseff, que además tiene un apellido que lo convocaba a la ocasión, Antonio Patriota, habló claramente de Malvinas. Si bien esa reunión de británicos y brasileros tenía algún otro motivo, ¿para los británicos era importante ensayar si Brasil tenía alguna fisura respecto de la relación con Argentina? A.B.: –Sí, querían probar eso y les fue muy mal por muchas razones. Ahora resulta que toda América latina está involucrada porque también está en juego la cuestión del Tratado Antártico. Este es un tema que se tiene que redefinir y hay muchos países que quieren meterse en esa carrera, entre ellos, claramente, Brasil. En el caso de Brasil, lo que no quiere es tener a dos mil quinientos kilómetros de su gran área de explotación petrolífera una base de la Otan. Además, están los cables de Wikileaks que se filtraron, hace dos o tres días, en donde, claramente, hay un intercambio de correos donde altos funcionarios brasileños dicen que están absolutamente en contra de la presencia inglesa en esa región porque para ellos es un estorbo. Me parece que ellos trataron de romper la alianza entre Argentina y Brasil. Como no lo han logrado van a presionar mucho sobre Chile. La Argentina tiene que actuar con mucha cautela para evitar que haya ahí un desencuentro innecesario con Chile, que hasta ahora ha venido respondiendo muy bien en el marco de esta regionalización del conflicto por Malvinas. Necesitamos, presentar un bloque latinoamericano unido. E.A.: –El otro día, entrevistando al general Martín Balza, que estuvo ocho años en Colombia, y me decía que en su casi despedida de ese destino diplomático le había sido muy grato encontrarse con una editorial del diario El Tiempo, que es un diario conservador de gran tirada y vinculado a la familia de Santos, donde había una defensa cerrada de Colombia a la posición argentina por Malvinas. Cuando uno piensa la relación de Colombia con Argentina, se da cuenta que ahora está viviendo aires nuevos. J.T.: –Es cierto. Colombia no era uno de los países más sensibles hacia la cuestión Malvinas. En la región, los que siempre fueron sensibles fueron Perú, hermano histórico, y Venezuela también, incluso en la época del conflicto. Se han ido todos incorporando con más entusiasmo; por eso es valioso lo que decía Borón de Chile. Lo importante es ver cómo han ido cambiando las conductas y como se ha ido trabajando el consenso. Esto vale tanto para Colombia como para Chile, incluso en temas más específicos. Cuando empezamos con la política de firmeza y persistencia en 2003 y que continúa hasta el presente, una de las primeras cosas que pasaba es que los británicos nos mandaban mensaje. Decían que nada de lo que hiciéramos tenía relevancia alguna. Este era el mensaje básico. Hacía afuera practicaban la descalificación: lo hacen por política, porque tienen el 22 por ciento de los votos, porque hay una elección, porque les va mal; distintas cosas, para nunca reconocer la legitimidad del reclamo. Ahora, les ha pasado que se terminaron de creer el cuento. Lo que usaban como excusa los ha confundido. Por eso se equivocan cuando van a Brasil y no son capaces de entender el fenómeno de integración regional que se ha producido, la modificaciones en las visiones estratégicas de la región y la alianza estratégica entre Argentina-Brasil, que ya tiene un par de décadas y es importantísima para el futuro de la región. Ciertamente, todo eso nos da una fuerza y una presencia que debemos cuidar, que debemos cultivar dialogar para avanzar porque ahí está la posibilidad de éxito. E.A.: –A veces no tenemos dimensión de qué significa un Consejo de Defensa Sudamericano y es un poco lógico porque uno, en Latinoamérica, está espantado de hablar de temas militares. El armamentismo siempre ha sido motivo de represión al pueblo, de persecuciones. Sin embargo, ahora sopla un aire completamente diferente. Cuándo uno piensa en un Consejo de Defensa, ¿está hablando de una hipótesis de conflicto hacia afuera o de un mecanismos de integración, básicamente, para evitar fisuras internas? A.B.: –El Consejo surge ante lo que fue el desplome del viejo Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca del año 47, que se decía que era para defendernos de fuerzas extra continentales. Sin embargo, cuando vino la guerra de las Malvinas, Estados Unidos se alinea con Gran Bretaña contra la Argentina. Eso provoca la crisis no sólo del Tiar, sino de toda la concepción estratégica. Por ejemplo, si uno lee los materiales del Pentágono, los enemigos son los terroristas, definidos de una manera tan vaga que claramente nosotros tres calificamos para ser considerados terroristas. Son hipótesis de conflicto que no tienen nada que ver con la realidad latinoamericana, por eso surge el Consejo Sudamericano de Defensa. Teniendo en cuenta que la región es tan privilegiada en recursos naturales, la prioridad del Pentágono es cómo apoderarse de esos recursos que están en Sudamérica. La discusión nuestra tiene que ser cómo defendemos esos recursos y cómo los usamos para el bienestar de nuestro pueblo. Esto no quiere decir adoptar una actitud belicista, pero sí de mucho cuidado. La elaboración de una nueva doctrina de defensa sudamericana es un enorme paso. J.T.: –El Consejo de Defensa es trascendente y es una construcción paso a paso. Es una zona de paz, pero hemos tenido tensiones en la región no hace mucho, cuando fue la acción de Colombia en territorio ecuatoriano, que produjo una situación muy difícil en la región con Ecuador y Venezuela. Sin embargo, hay una voluntad de superar y de encontrar mecanismos para generar primero confianza y después visiones comunes. Argentina y Chile son un buen ejemplo de eso. En la práctica tenemos un sistema de información y de contabilidad común que es bastante positivo en el tema armamentístico. Esperamos que este Consejo, que empieza intercambiando información, visitas y trabajo, finalmente pueda algún día ser el mecanismo de defensa que nos pueda proteger a todos los países de cualquier agresión extranjera. Pero es un proceso de construcción y, como decía Atilio, muchas veces esos pasos parecen no concretarse. Es una construcción ladrillo a ladrillo y hoy hay condiciones extraordinarias para avanzar. Esa es la buena noticia y eso es lo que tenemos que aprovechar. E.A.: –A treinta años del conflicto, ¿qué cosas en esta estrategia diplomática se pueden plantear, se pueden llegar a poner en la arena política internacional, para que la Argentina diga que hemos avanzado uno o dos pasos? A.B.: –Argentina tendría que seguir esta línea muy serena de presión y no caer en la provocación de Cameron. Habría que evitar la menor señal de que la Argentina está considerando una carta militar; es más, diría que sería un gesto muy inteligente de nuestra Presidenta que retirara gran parte de personal militar de todas las guarniciones del sur para dejar en ridículo a este hombre que viene con el destructor de última generación y con armamento que hasta podría llegar a ser nuclear. Debemos decir que vamos a mantener el mínimo de personal de guardia en los destacamentos militares de toda la región sur de la Argentina porque la carta militar está absolutamente descartada. Nosotros confiamos en la vía diplomática. En Escocia, que es un pueblo colonizado y arrasado por los ingleses, el año que viene o el siguiente habrá un plebiscito para determinar si quieren seguir perteneciendo a Gran Bretaña o si quieren ser independientes. Todas las encuestas previas dan una derrota catastrófica para Londres. Entonces, creo que Argentina tiene que seguir actuando en esta línea, buscando fortalecer los vínculos con países que tienen el mismo problema. Estamos hablando de un estado que desobedece la legalidad internacional. Esto es gravísimo. Si lo hiciera la Argentina seriamos considerados un estado paria, un estado canalla; pero quien actúa de esa manera hoy es una de las grandes potencias del mundo. Insisto en que hay que seguir con firmeza en el actual camino y no caer en la tentación de decirle a la población de que en poco tiempo vamos a recuperar las Malvinas. Hay que preparar a la gente y decirle que, si nos va bien, el proceso puede durar treinta años. J.T.: –Hay una cosa interesante. Justo el 14 de junio es el día de la presentación, del debate del tema de la cuestión de las islas Malvinas en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas. Lo que hay que hacer es desmontar lo que hoy es la maniobra británica de utilización de los treinta años. Los británicos están usando el aniversario para agitar el fantasma bélico, la imprevisibilidad de la Argentina y, por lo tanto, la ausencia total de cualquier condición para negociar con unos tipos que son imprevisibles, violentos, agresivos, etcétera. Argentina tiene que hacer todo lo posible para dejar en ridículo y descalificar esa estrategia, tal como lo está haciendo. El conflicto del Atlántico Sur es una anomalía de la estrategia argentina pacífica de recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sobre las islas. Todas las grandes fuerzas políticas desde 1883 para acá han coincidido en eso, salvo la dictadura asesina. Entonces, hay una larga tradición de buscar una solución pacífica a la controversia. Ese es el punto esencial para mostrar frente a los británicos. Después hay que plantear la historia. Esto no empezó ni terminó en 1982. No lo digo yo, sino que lo dice Naciones Unidas hacia fin del ‘82, cuando vuelve a sacar una resolución donde lleva a las partes a discutir el tema de soberanía. Nosotros tenemos que desmontar la estrategia británica que dice que en el '82 hubo una guerra y que el pasado no existe. Debemos cuidar a los isleños y desmontar el argumento británica sobre el supuesto derecho de autodeterminación que lo asiste. ¿Cómo se desarma..? Mostrando esa voluntad de paz, mostrando el apoyo regional que entiendo decisivo, mostrando firmeza y paciencia. En lo especifico, hay un punto donde tenemos que fortalecer nuestra posición: lo que está por delante es la posibilidad o no de explotar los recursos no renovables, sobre todo el petróleo. Nosotros debemos hacer esfuerzos legales, diplomáticos, jurisdiccionales y de todo tipo, pero siempre pacíficos, para evitar ser despojados de lo que nos pertenece. Nosotros tenemos una estrategia firme para evitar que se consume ese despojo y eso requiere un trabajo muy fuerte, muy firme, con los países de la región y en especial con los vecinos, porque sin sus aportes en tierra continental es muy difícil realizar explotación. Debemos poner el esfuerzo en eso. E.A.: –Quiero subrayar esto que dicen ustedes porque, en buena medida, la temperatura social cuando uno evoca Malvinas está vinculada a la tragedia de muchos ex combatientes; algunos que se suicidaron y otros que hoy encuentran en todo esto una identidad que, tal vez durante muchos años, les fue negada cuando necesitaban contención, tratamiento psiquiátrico, trabajo; cuando necesitaron contar y ambientar sus historias. Sin embargo, me parece que es clave tomar esta perspectiva que dicen ustedes porque es la que entiende hoy Latinoamérica. Una perspectiva que es la que está impulsando el Gobierno. Digo esto porque muchas veces, al calor de la vida política, hay algunos que todavía quieren una épica y quieren una historia donde la épica no esté vinculada a la construcción de soberanía sino, en todo caso, a un recuerdo donde la épica se mezcla con las balas. Esta estrategia que la Argentina tiene por delante en la actualidad, con una Latinoamérica unida, es una estrategia que debe absorber las heridas de la guerra, que tiene que absorber esos dolores dándole el lugar a quienes combatieron desde espacios de responsabilidad, como a lo mejor lo hicieron Martín Balza, algunos aviadores, soldados y suboficiales que hoy reclaman su lugar. Un espacio que desde ya lo pueden tener en este concierto, donde estamos todos unidos.
La última jugada El discurso de la Presidenta y sus repercusiones
Voy a concurrir personalmente el 14 de junio ante el Comité de Descolonización, pidiendo también la compañía de los distintos jefes de la oposición, porque esta no es una cuestión de un gobierno sino que viene desde 1964 y desde mucho antes: desde 1833", anunció la presidenta Cristina Fernández de Kirchner al encabezar la inauguración del año legislativo. Allí la Presidenta brindó un largo discurso en el que recorrió diversos temas de actualidad, entre ellos el reclamo por la soberanía de las Islas Malvinas. Al respecto, la primera mandataria anunció que concurrirá a Nueva York para exigir a Gran Bretaña que se cumplan con las resoluciones que demandan la negociación directa entre las partes. Asimismo, también anunció que se ampliará la frecuencia de vuelos que parten semanalmente hacia las Islas. En diálogo con Miradas al Sur, ante el pedido de la Presidenta de acompañamiento por parte de la oposición, el senador socialista, Rubén Giustiniani, manifestó su apoyo a la decisión. El funcionario, quien formó parte de la denominada Declaración de Ushuaia, aprobada en febrero por las comisiones de Relaciones Exteriores de las dos Cámaras legislativas del Congreso, sostuvo: "Es muy importante que el 14 de junio concurramos una comisión multipartidaria para plantear que Argentina pide que se cumpla con las resoluciones de la ONU para terminar con este anacronismo". Tras resaltar la importancia del apoyo recibido por países como Chile, China y Rusia respecto de la posición argentina, Giustiniani subrayó: "Malvinas es una política de estado que es fundamental llevarla adelante y acompañar, tal como lo hicimos el año pasado, al igual que el radicalismo y el PRO". Respecto de los vuelos a Malvinas, la Presidenta indicó que brindará instrucciones para que se renegocie la posibilidad de que, en lugar de que LAN vuele desde Chile dos veces al mes aterrizando en Río Gallegos, sean tres viajes, pero que partan de Buenos Aires y por Aerolíneas Argentinas. La respuesta por parte de Reino Unido no tardó en llegar. Mientras que el gobernador de las Islas Malvinas, Nigel Haywood, adelantó su rechazo a la propuesta, el gobierno de David Cameron salió a defender la ruta aérea entre las Islas Malvinas y Chile. Al respecto, el Ministerio de Relaciones Exteriores británico afirmó que "cualquier discusión sobre vuelos debe ser considerada por el gobierno de las Falklands". En tanto, al tiempo que dejó en claro que prefieren acordar vuelos a las islas con otros países, antes que con la Argentina, el gobernador de las Islas Malvinas, Nigel Haywood, afirmó que "no puedo ver cómo este anuncio suma algo a nuestras vidas".
Malvinas: Argentina denuncia ejercicios militares británicos
El canciller argentino Héctor Timerman ha denunciado que el Reino Unido se está preparando para realizar ejercicios militares en las Islas Malvinas, tachados de "agresión colonial", los próximos 14 y 27 de abril que incluyen operaciones con misiles.
Más allá de los avatares históricos previos a la independencia argentina (1810 – 1816), en los que el Archipiélago de Malvinas fue reclamado por franceses, ingleses y españoles, resulta irrefutable que ese territorio isleño fue recibido en heredad por Argentina, al independizarnos de España, y como tal fue poblado, existiendo un Gobernador Argentino, al momento de la violenta usurpación consumada por Gran Bretaña en 1833.
Poniendo las cosas en su contexto, la recuperación inmediata no fue posible, pues nuestra escasa flota de guerra de esos años, estaba reducida a su mínima expresión, inducida por el endeudamiento irracional que agentes británicos (algunos de nacionalidad argentina) nos hicieron asumir con la Banca Baring Brothers en 1824. Vale acotar que el endeudamiento financiero a niveles impagables, con deudas innecesarias y plagadas de leoninas comisiones a intermediarios y otros gastos injustificables, fue la herramienta de sometimiento al imperio británico de prácticamente todas las nuevas naciones hispanoamericanas recién independizadas.
Ya antes, en 1806 y 1807, fueron rechazadas dos invasiones británicas, perpetradas contra Buenos Aires, con la intención de apoderarse del entonces Virreinato del Río de la Plata.
Durante el Segundo Gobierno de Juan Manuel de Rosas, fueron vencidos dos prolongados bloqueos navales (1838-1840/1845-1850), realizados por Francia y Gran Bretaña, por entonces las principales potencias militares del mundo. El tema es hoy ocultado y poco conocido mundialmente, y silenciado por los sectores anglófilos de Argentina, pese a su enorme significación. Para poner en su justa medida esos enfrentamientos armados, en la misma época esas y otras potencias lograron sojuzgar totalmente a China, no solo a fuerza de las armas, sino con la insidiosa introducción del opio para minar las voluntades del pueblo chino.
Desde 1852, y sobre todo a partir de 1860, por casi medio siglo el poder en Argentina fue ocupado por minorías oligárquicas, de orientación económica liberal, y claramente anglófilas. Bajo el gobierno del anglófilo Bartolomé Mitre, con abierta instigación y pertrechos británicos, se libró la fratricida Guerra de la Triple Alianza (1865-1870), de características genocidas contra Paraguay. Vencido Paraguay, le fue impuesto asumir un oneroso crédito tramitado por la Banca británica. Paraguay molestaba, pues era el único país de la región que no se había subordinado a los mandatos británicos, e incluso estaba en proceso de industrialización.
La injerencia en la política interna y en la economía argentina, en muchos casos desembozada y arrogante, fue una constante de Gran Bretaña en los doscientos años de historia de Argentina; siempre contando como subordinados convencidos y dóciles a sectores minoritarios de las oligarquías locales apátridas.
Esa conjunción de intereses británicos y oligárquicos desde siempre se opuso a la industrialización y al desarrollo tecnológico argentino, tal como vino a “recomendar” Felipe de Edimburgo a comienzos de los años sesentas, precisamente cuando estábamos en un proceso de fuerte desarrollo industrial… ¡y poco después se perpetró un golpe de Estado de cuño económico liberal (anti industrialista) y ultra conservador, en 1962!
Antes, en 1955, el golpe de Estado, vengativo y sangriento, fue claramente inducido por Gran Bretaña, la cual dio municiones y combustibles a naves de la Armada Argentina, sublevadas contra el gobierno constitucional. Ese golpe de Estado fue festejado por Churchill y su gabinete.
El historiador canadiense británico Harry S. Ferns, autor de dos libros –entre fines de los sesentas y comienzos de los setentas- en los que analizó la historia y la realidad argentinas, expresó claramente que la única forma de desmontar las enormes y muy positivas transformaciones sociales, políticas y económicas construidas por el peronismo (un movimiento de orientación nacional y popular), requería el estallido de una guerra civil.
Curiosamente (o no tanto), existe una versión de un episodio en el que la “gran prensa” habría puesto sordina, según la cual fue interceptado un cargamento de armas y municiones, desembarcadas en Buenos Aires del buque antártico británico “Endurance”, de lo cual hubo indicios que iban a equipar a guerrilleros “izquierdistas” (posiblemente Montoneros) en 1974 . Pero algún breve comentario habría sido publicado, y no hubo mayores consecuencias pues un diplomático británico estuvo involucrado, y seguramente hubo presiones para no generar un escándalo mayúsculo. Posteriormente se detectaron –según referencias de buena fuente- dos cargamentos más de iguales características, uno en un buque carguero británico y otro en un avión de la British Caledonian. La guerrilla ya muy activa, estaba siendo pertrechada… Se estaban creando las condiciones para que las cúpulas militares, cooptadas por la ideología de la Seguridad Nacional –impuesta por EEUU por medio de la Escuela de las Américas-, usurpasen nuevamente el poder.
En los años setentas y comienzos de los ochentas, la violencia irracional de la guerrilla y la réplica violenta de las Fuerzas Armadas tuvo las características de una verdadera guerra civil, la misma que citó antes Ferns. Y en el golpe de Estado de 1976 ese fue el marco para la aplicación de la doctrina del liberalismo salvaje en Argentina, instigado por el G 7, y básicamente por los centros del poder ubicados en EEUU y Gran Bretaña.
Pese a todos esos avatares, Argentina siguió haciendo reclamos diplomáticos por los tres archipiélagos australes (Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur), año a año, e inclusive hubo notorios éxitos diplomáticos en el seno de las Naciones Unidas, obteniéndose Resoluciones muy favorables a nuestro país, las que nunca fueron acatadas por Gran Bretaña.
En 1976 se difundió el Informe Shackleton, realizado por el Lord homónimo y un equipo de especialistas, que viajaron a Malvinas especialmente para evaluar la realidad general, dando pautas de actividades económicas con las que sugirieron que podrían autofinanciarse las islas. El viaje de Lord Shackleton y su informe fueron repudiados públicamente por Argentina.
Por esos años, las islas constituían una pesada carga para el presupuesto británico, y sus habitantes –los kelpers- eran objeto de discriminación en el contexto social local isleño, y en la propia Gran Bretaña; algo así como ciudadanos de segunda categoría.
Antes, en 1969, se conoció el Informe Rockefeller, en el cual recomendó destruir los tres factores constitutivos de la fuerte ligazón cultural de Íbero América: lengua en común (incluyendo al similar portugués), historia muy ligada de nuestros países, y una religión fuertemente mayoritaria, la católica. Divide y reinarás, vieja máxima aplicada constantemente por las potencias anglosajonas.
La Guerra del Atlántico Sur (1982), sutilmente instigada por Gran Bretaña, le fue funcional al Almirantazgo, para evitar mayores recortes presupuestarios, y al Foreign Office para dar un vuelco activo al accionar británico en los tres archipiélagos australes, principalmente Malvinas.
Por otra parte, si Argentina no realizaba el operativo militar de reconquista de las islas, existía en marcha el proyecto de declaración de “independencia” de los kelpers malvineros (con visita real ya programada ese año 1982), con prefabricación de otro Estado tapón ficticio, que se sumaría al Commonwealth, acción en la cual Gran Bretaña tiene sobrada experiencia.
Las cúpulas cívico militares, usurpadoras del poder en Argentina, colonizadas mentales de doctrinas antinacionales, no supieron distinguir las enormes diferencias entre la defensa de la soberanía (lo permanente), y la defensa del “sistema” (temporario y secundario). Los errores y vacilaciones de esas cúpulas, neutralizaron el notable desempeño de los pilotos de combate argentinos, y las resistencias en muchos casos enconada y bravía de las tropas en tierra y aguas circundantes.
Invadidas nuevamente las islas por los usurpadores británicos, tuvieron el pretexto para cambiar el estatus de sus pobladores, y para promover fuertemente actividades económicas, como la pesca (en aguas claramente argentinas) y la exploración petrolífera. Y allí cobró fuerza la idea de la insólita supuesta validez de la “autodeterminación” de los kelpers, en un proceso viciado de nulidad, por ser invasores, en archipiélagos cuya disputa sigue firmemente vigente.
La habilidad británica, usando la diplomacia, la fuerza y las presiones económicas, para crear Estados tapones, tal como sucedió en Belice, Kuwait y Uruguay, pretende repetirse en Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur.
Evidentemente las persistentes acciones diplomáticas del actual gobierno argentino, perturban a Gran Bretaña, que no puede ocultar ante el mundo el conflicto ni la indignidad de su posición; siendo por otra parte notorio el respaldo a la firme posición argentina, por parte de organismos regionales, como el Mercosur, la Unasur y la Celac.
Por algo el reciente y abortado golpe de mercado en Argentina (diciembre de 2013 y enero de 2014) fue iniciado por las filiales locales de la petrolera Shell y del Banco HSBC, ambas empresas controladas por el anacrónico imperio. Incluso se divulgaron fundamentadas opiniones, que responsabilizan directamente a Gran Bretaña de fogonear la intentona destituyente en Argentina, por la “indocilidad” del actual gobierno a los “mandatos” imperiales.
Malvinas no es una simple anécdota histórica (Segunda Parte)
En mérito a la brevedad, cabe decir que las Malvinas están en la Plataforma Continental Argentina, a menos de trescientos cincuenta kilómetros del punto más cercano del territorio continental argentino; mientras que se sitúan a catorce mil kilómetros de Gran Bretaña.
Su usurpación y continuada ocupación es otro de los tantos actos de piratería que el vetusto imperio realizó en su existencia. Un poco más alejados pero claramente en jurisdicción del Mar Argentino o de sus adyacencias, están los otros dos archipiélagos en disputa. Claramente sus usurpaciones forman parte de las evidentes amenazas estratégicas a Sudamérica, de la OTAN, del Commonwealth y de la entente explícita EEUU-Gran Bretaña, aliados en los procesos de neocolonialismo del siglo XXI.
Quede en claro que no se trata de ningún prejuicio ni menos aún odio, al pueblo británico, el cual merece respeto, como cualquier otro grupo humano, en un contexto de pensamiento fuera de toda connotación racista o discriminativa.
Resulta muy claro que pese al buen nivel de vida medio existente en Gran Bretaña, la estructura socio política de ese país es fuertemente clasista, estructurada en estratos diferenciados pétreos, discriminando y excluyendo a las grandes mayorías, pues la movilidad social tiene un techo casi infranqueable, muy característico de las sociedades humanas que separan a la gente en nobles y plebeyos, en una estructuración segmentada, como herencia anacrónica post medieval, dieciochesca congelada en el tiempo.
De hecho, el sistema monárquico, mantenido y en parte renacido en Europa, resulta en el mantenimiento de castas ociosas, improductivas y cargadas de injustificables privilegios, que mal pueden considerarse un ejemplo para el mundo.
Por otra parte, en Gran Bretaña el acceso a la educación superior es restringido por la vía de elevados aranceles, acentuando la estratificación socioeconómica.
Ese tipo de cerrada discriminación era el que padecían los kelpers (isleños malvinenses), siendo notable que por las cerradas pautas culturales impuestas por el anacrónico imperio, esa realidad era mansamente tolerada y aceptada –seguramente sin margen de discrepancia- por esos pobladores, que eran considerados “súbditos británicos de segunda categoría”. En ese contexto semi feudal dieciochescamente monárquico, tiene enorme importancia la valiente actitud de Alejandro Betts, quien enfrentando presiones sociales e incluso familiares, asumió plenamente la ciudadanía argentina, que por derecho le corresponde, pues nació en territorio argentino, nació en Malvinas.
Con esos condicionamientos culturales, puede entenderse el rechazo a Argentina, manifestado por la población isleña, que es básicamente británica trasplantada a las islas. Pero pueden quedarse tranquilos, pues Argentina es un país tolerante, sin racismos, que integró bien a diferentes contingentes de inmigrantes de muchos orígenes. Cuando esas islas vuelvan a la soberanía argentina –como corresponde-, serán respetados plenamente, podrán vivir en paz, y acceder a los muchos beneficios que la Argentina continental dispensa a todos los habitantes.
Si bien el colonialismo es de muy vieja data, y en América comenzó desde el descubrimiento formal del continente por parte de los europeos, en 1492; la elevación (¿¡!?) al rango de estatus formal incluso exhibido con aires de grandeza por las potencias que lo practicaban, puede situarse en el siglo XIX, con el punto de máxima exaltación en la Conferencia de Berlín, realizada en 1884/5.
Básicamente en esa Conferencia, se acordó la repartija de África –como si fuera un simple bien mostrenco, sin importar nada sus pobladores y sus culturas-, entre las varias potencias colonialistas europeas de fines del siglo XIX.
Ya antes habían logrado subyugar a antiquísimos pueblos y culturas, como los casos de India y China, por citar tal vez los más relevantes pero no los únicos.
El colonialismo se extendió también por buena parte de Asia; mientras que en Sudamérica el colonialismo financiero – diplomático británico había logrado el dominio pleno, solo sutilmente reforzado por ciertas presencias militares o exhibiciones discretas pero contundentes de su poder naval, por entonces excluyente. El colonialismo cultural era una pieza clave de la estrategia colonial británica en América del Sur y parte del Caribe, y la doctrina económica liberal, sin duda operó como el duro mascarón de proa para forzar el mantenimiento de ese esquema de subordinación real, bajo apariencias de independencias formales.
En América Central y buena parte del Caribe, la Doctrina del Gran Garrote (Big Stick) resultó ser la transparentación del intervencionismo militar de EEUU en su “patio trasero” próximo; despectiva denominación que luego se amplió a toda Iberoamérica y El Caribe, solo tolerando ciertas presencias colonialistas de Gran Bretaña, Francia y Holanda en ese contexto geográfico.
Después de promesas de descolonización a escala mundial, rápidamente incumplidas por las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial, al cabo de la Segunda Guerra Mundial el proceso de descolonización adquirió por fin fuerza efectiva, con las independencias de nuevas naciones o los resurgimientos de viejos Estados, en un proceso históricamente muy breve, sobre todo entre 1945 y la década del sesenta; continuando en escalas menores en las dos o tres décadas siguientes.
Pocos enclaves abiertamente coloniales perduraron, siendo uno de ellos el de los tres archipiélagos en disputa en el Atlántico Sur, en los cuales Gran Bretaña mantuvo el anacrónico régimen, pese a los muy fundamentados reclamos de Argentina.
Claramente, entre 1945 y cerca de fin de siglo, era “políticamente incorrecto” declarar abiertamente posiciones favorables a acciones colonialistas, desarrolladas según la tónica tradicional de las intervenciones armadas directas; pese a lo cual hubo muchas acciones de intervenciones solapadas en otros Estados, pudiendo citarse los sucesivos golpes de Estado en Sudamérica en los años setenta, algunos de ellos con directas pero encubiertas participaciones de la CIA (la inteligencia norteamericana), pero no fueron los únicos casos en el mundo, en esos convulsionados años, los sucesivos y también los anteriores recientes.
Pero a partir de la Revolución Neoconservadora, personificada en la dupla Reagan–Thatcher, el intervencionismo militar directo y desembozado, amparado por nuevas doctrinas de “ataques preventivos” y de “defensa de la libertad, la democracia, los derechos humanos” y otros eufemismos esgrimidos como justificativos mediáticos, puede considerarse que se dio origen a la era del Neocolonialismo del Siglo XXI. Evidentemente el cuadro de Unipolaridad Excluyente –que algunos vaticinaron como cuadro permanente- al emerger EEUU como la única gran potencia mundial, y contando con la Unión Europea como socio menor casi incondicional, fue el contexto geopolítico global que dio cabida a esa nueva etapa del colonialismo, dentro de la cual están sucediendo muchos hechos de gran trascendencia estratégica mundial.
Sin duda el mundo se transformó rápidamente en Multipolar, con los roles crecientes de la Potencias Emergentes del BRICS, de los otros Doce Emergentes (dentro de los que está Argentina), además de los cambios en las potencias tradicionales de la troika económica de EEUU, UE y Japón.
Es por las presiones de la nueva realidad mundial, que Gran Bretaña pretende darle una pseudo apariencia no colonial, intentando crear un Estado prefabricado y falso, fogoneando la supuesta autodeterminación de su población invasora y trasplantada, en Malvinas. Y con ello, no solo proyecta un nuevo Estado tapón, sino darle mayor viabilidad a sus pretensiones de usurpaciones de los territorios antárticos de Argentina y Chile.
Mientras, realiza constantes acciones de “guerras blandas”, por medio de varias ONGs pseudo ecologistas (como Greenpeace), de “derechos humanos” (una excusa eufemística para desarrollar otras acciones disolventes), y ultra indigenistas (como Mapuche Nation, que se entromete descaradamente en la Patagonia Argentina y la Patagonia Chilena, desde su sede en Bristol, Gran Bretaña).
Sin duda los ultra indigenistas buscan provocar conflictos y odios de tipo racial, acorde a la vieja usanza británica de “divide y reinarás”.
El informe Shackleton y el informe Rockefeller
Elaborado por un equipo de especialistas, conducido por Lord Shackleton, el informe fue presentado en 1976. Recomendaba distintas líneas de acciones que juzgó factibles. Entre ellas la pesca –con el puerto isleño como base operativa-, y otras operaciones vinculadas al rico mar continental austral y similares, como cría de salmones y procesamiento de algas. Consideraba una prioridad la extensión del aeropuerto, tanto para uso civil como militar.
No obstante, no recomendaba la actividad petrolera y gasífera, no solo por los problemas técnicos – operativos, sino seguramente por serle muy importante contar con un respaldo en tierra firma, el cual lógicamente Argentina no está dispuesta a dar hasta tanto se resuelva favorablemente el conflicto por la soberanía de los archipiélagos.
Se asegura que las conclusiones de dicho informe siguen siendo válidas para los entes británicos en la fecha.
Sin duda constituyó otro paso en las acciones colonialistas británicas en el Atlántico Sur y la Antártida.
Por su parte, el Informe Rockefeller, finalizado en 1969, fue realizado por Nelson Rockefeller, en la presidencia de Nixon. Analizó los factores que forjan la notable unidad que es Íbero América (también llamada Latinoamérica). Los factores de unidad de nuestros pueblos son tres. Idioma en común (incluyendo al muy similar portugués); historia en común (la cual cuenta con numerosos antecedentes de intentos de unificación); religión en común, siendo el catolicismo la religión mayoritaria, y con fuerte inserción histórica en esta gran región.
Los ataques en muchos casos sutiles, se dieron en todos los campos, siendo notable la mayor penetración de pautas culturales de violencia y de bajo nivel, por medio de la difusión masiva de series de TV, de películas, así como las distorsiones conceptuales difundidas por distintos medios que operan bajo la batuta de la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa).
La historia en común es omitida por los falsificadores de la historia, al estilo del academicismo histórico basado en omisiones y tergiversaciones, que tuvo en Argentina a Bartolomé Mitre como su fundador y principal instigador. Incluso tratan las historias de nuestras fragmentadas naciones como hechos aislados, no como un todo de origen, y acentúan factores de desunión, como guerras y otros hechos conflictivos, incluyendo ciertos prejuicios racistas inculcados con mucha sutileza, y con violencia conceptual y de hecho en los últimos años, en el movimiento ultraindigenista, financiado desde los centros de poder de las potencias anglosajonas, con el entusiasta apoyo de sectores de “izquierdas” pseudo progresistas, divorciados de todo lo vinculado al Pensamiento Nacional.
La religión en común es un factor no solo espiritual, sino cultural de importancia formidable. Ya en 1912, Theodore Roosevelt (el presidente de la doctrina del Gran Garrote), había manifestado su contrariedad por el accionar de la Iglesia Católica, por hacer pensar a los fieles e inculcarles pautas de compromiso, honestidad y de dignidad personal, entre otros valores morales esenciales. Rockefeller fue mucho más allá, pues aconsejó apoyar a las variopintas iglesias y sectas llamadas genéricamente pentecostales, con interpretaciones muy curiosas de La Biblia, con énfasis acentuado en el Antiguo Testamento, con técnicas de captación y de asimilación férreamente consolidada de los fieles, y dentro de la notable variedad, unidas todas por el constante ataque a la Iglesia Católica, dedicándose claramente más a cooptar sus fieles entre católicos que entre los agnósticos o los fieles de otras religiones. Las financiaciones provenientes de EEUU a esa expansión pentecostal, según lo indican diversas fuentes extraoficiales, parecen ser muy importantes y constantes.
Queda en claro que los notables esfuerzos de unidad continental, de entes regionales como el Mercosur, la Unasur y la Celac, están a contramano de las líneas de acciones marcadas desde los centros de poder de América del Norte.
Por algo esos entes regionales hicieron suya la causa de Malvinas, mientras desde los organismos panamericanos (en los que influyen mucho EEUU y Canadá), el tema es tratado con parsimonia y evidente postura anglófila.
Malvinas no es una simple anécdota histórica (Tercera Parte)
No es intención de este artículo realizar una completa descripción de ese conflicto bélico, del cual existen numerosos trabajos publicados, algunos de ellos de relevante validez por sus sólidas fundamentaciones documentales, a los cuales podrán remitirse quienes necesiten ampliaciones o profundizaciones al respecto.
El 2 de abril de 1982 se produjo el operativo militar de recuperación de los archipiélagos australes por parte de las Fuerzas Armadas de Argentina. Desde lo estrictamente militar, el operativo puede ser calificado de impecable, pues fue rápido, preciso, y de acuerdo a las órdenes previas, no se ocasionaron bajas en las tropas británicas. El único fallecido ese día, lamentablemente, fue un oficial de la Armada Argentina, hecho acaecido al reducirse la pequeña guarnición británica existente en Las Malvinas. También fue destacable, que durante los dos meses y medio que duró la permanencia de las fuerzas argentinas en Malvinas, no se registró ningún ataque o agresión a los pobladores ni ningún acto de saqueo o violencia contra civiles. No solo las órdenes al respecto fueron muy estrictas, sino que se partió del hecho fáctico que se estaba recuperando suelo patrio, por lo que esos pobladores habitan jurisdicción argentina, y como tales deben ser respetados.
El caso es que una vez completada la recuperación de los archipiélagos, en particular el de Malvinas, quedó demostrada en los hechos la falta total de un correcto análisis geopolítico, por parte de las cúpulas cívico – militares, que habían usurpado el poder en 1976, y aún permanecían en él, pese al desgaste que en ese momento soportaban, fruto no solo del régimen tiránico imperante, sino por haber apoyado un plan de gobierno crudamente neoliberal, dictado desde los centros del poder financiero mundial, con desastrosas consecuencias económicas y sociales para Argentina.
Esas cúpulas cívico – militares, partían de la presunción –presentada hasta con arrogante altanería- de considerarse “aliados” de EEUU, por lo que supusieron que la potencia del norte sería neutral, o que al menos buscaría sinceramente un acuerdo pacífico al diferendo, que los hechos encaminaban clara e irremisiblemente a una guerra.
Gruesos errores de interpretación de esas cúpulas usurpadoras del poder argentino, pues por haber prestado la colaboración en operativos de contrainsurgencia y guerra sucia en Centroamérica, y por ser demostradamente anticomunistas, creían haber alcanzado el estatus de “aliado” de la mega potencia, siendo que en realidad jugaron el papel de dóciles marionetas descartables a la primera oportunidad, y el conflicto del Atlántico Sur era precisamente eso.
Tremenda ignorancia histórica y geopolítica, imperdonable tanto en las cúpulas militares como en los civiles asociados al gobierno argentino del “proceso” (el del golpe de Estado de 1976); pues un mínimo análisis bien fundamentado muestra las sólidas y viejas alianzas de EEUU con Gran Bretaña, no solo por haber luchado juntos y en estrecha colaboración en las dos grandes guerras mundiales, sino por la sumatoria de actos y hechos coincidentes en los manejos de los resortes del Poder Mundial, ya desde fines del siglo XIX, en forma continuada hasta hoy.
Gran Bretaña puso el marcha su operativo bélico, con un gigantesco convoy, que incluyó varios submarinos nucleares y dos portaviones, contando con los respaldos del Commonwealth (la Comunidad Británica de Naciones) –por caso Nueva Zelandia sumó una fragata-, de la OTAN, y sobre todo muy activamente de EEUU, que en la Isla Ascensión (en medio del Atlántico) abasteció ampliamente de pertrechos bélicos de última generación, como los misiles aire – aire con los que equiparon a los cazas Harrier. Y es conocido que EEUU suministró amplia logística e información satelital y de aviones espías de alto rango de vuelo.
Argentina, encadenada por autoasumidas limitaciones ideológicas, habría desechado o no buscado pertrechos o asistencia en países del entonces bloque comunista -¡las confusiones de los colonizados mentales, que priorizan “al sistema” antes que La Patria!-. Por caso, circuló la firme versión que Cuba habría ofrecido tropas bien entrenadas y pertrechadas, sin condicionamientos, y seguramente se habría podido reforzar convenientemente la Fuerza Aérea, que hizo esfuerzos notables con material volante mayormente anticuado.
Hubo manifestaciones populares y voluntarios que se ofrecieron a luchar, en casi todos los países de Iberoamérica. Pero particularmente con Perú y Venezuela los argentinos tenemos una enorme deuda de gratitud, por los amplios apoyos recibidos. Lo mismo puede decirse de la Libia de Gadafi, que envió varias toneladas de pertrechos muy modernos, la mayor parte de los cuales ni habría sido usado, posiblemente por carencias de entrenamiento y problemas logísticos en Malvinas.
Así las cosas, el balance del poder nos era muy desfavorable a los argentinos, sobre todo con la carga de los condicionamientos ideológicos, fruto de la colonización cultural de las cúpulas gobernantes adocenadas.
Cabe expresar que el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), pasó a ser letra muerta a partir de su clara violación por parte de EEUU y Canadá básicamente, que vetaron todo apoyo a Argentina. Dicho tratado era otro de los engendros frutos de la Guerra Fría, que fue usado para el bloqueo a Cuba, la invasión a Santo Domingo y otros fines similares, siempre “en defensa del mundo libre, occidental y cristiano”, pese a ser todo eso una gigantesca falacia, ni libre, ni circunscripto a Occidente ni de valores cristianos.
Por otra parte, debe enfatizarse que pese a lo impopular de la Junta de Comandantes usurpadora del poder en Argentina, la reconquista de las islas tuvo enorme apoyo popular, pues es sin duda una Causa Nacional de muy larga data.
Las acciones bélicas en gran escala se iniciaron el 1 de mayo de 1982, al arribar el convoy agresor a inmediaciones de Malvinas, con el prolegómeno de algunos breves enfrentamientos en Las Georgias del Sur, poco antes. La breve pero intensa guerra duró hasta el 14 de junio de 1982.
Los agresores colonialistas evaluaron también atacar a Argentina en el continente, y un helicóptero británico se destruyó en el sur de Chile, cerca de la frontera argentina, en un presunto operativo comando abortado.
El desgaste sufrido por ambos bandos fue considerable, y solo mucho después se supo que los enconados ataques británicos de los últimos días, eran consecuencia que estaban usando los últimos recursos disponibles en el escenario de guerra, pues varios transportes, sobre todo el Atlantic Conveyor, habían sido hundidos por los aviones argentinos, y los suministros escaseaban del lado británico, además que el grueso de la flota de guerra estaba en muy mal estado. Por algo la flota agresora no fue presentada en las islas, al producirse la rendición argentina.
Allí la inteligencia británica exhibió la cifra “políticamente correcta” de las bajas oficialmente reconocidas a consecuencia de la guerra: Gran Bretaña 255 muertos y 775 heridos, Argentina 649 muertos y 1068 heridos.
Las cifras de Argentina son reales, mientras que las británicas con claramente falseadas, por algo ocultaron la información como secreto de Estado por largo tiempo.
Analistas serios y muy bien documentados, estiman las bajas británicas en un mínimo de 1029 muertos, existiendo detalles de eso en función de los combates y de los navíos y aeronaves destruidos y dañados de las fuerzas invasoras colonialistas. Muy posiblemente soportaron más de 1250 bajas.
Treinta y un barcos británicos suman los hundidos, más los averiados y fuera de combate. Reconocieron ocho hundimientos, pero muy probablemente el portaaviones Invincible –atacado certeramente por la Fuerza Aérea Argentina- fue hundido, y reemplazado de urgencia para ocultarse el hundimiento –por motivos políticos- por otro viejo buque similar que iba camino al desguace.
Cuarenta y cinco aeronaves británicas fueron destruidas en combate, además de varias perdidas en accidentes, y un número no precisado enviado al mar en las bodegas del gigantesco carguero Atlantic Conveyor.
Según una película documental británica posterior a la guerra, solo mantenían operativo un escuadrón de cazas Harrier…¿que pasó con los demás?
Con semejante nivel de daños soportados por los invasores británicos, además de los combates y bombardeos en tierra, ¿tiene lógica la cifra “oficial” de bajas de sus fuerzas? ¡Sin duda no!
Seguramente no incluyeron tampoco las bajas de los mercenarios gurjas, y de los tripulantes chinos, embarcados de urgencia en Hong Kong.
El altivo orgullo imperial no podía reconocer el enorme castigo recibido de un país del tercer mundo.
Dadas las claras amenazas de arrojar bombas atómicas sobre algunas importantes ciudades argentinas, el papa Juan Pablo II viajó de urgencia a Argentina para tramitar nuestra rápida rendición.
Por otra parte, según testimonios recogidos de oficiales de las FFAA argentinas, posteriormente a la guerra, militares norteamericanos reconocieron que tenían instrucciones de intervenir directamente, si los británicos hubiesen sido derrotados en los combates finales en Malvinas.
Resultan claros y contundentes los apoyos a la postura argentina por la disputa de los tres archipiélagos australes, tanto en los organismos regionales de Íbero América y El Caribe, como en las asociaciones de los países antes agrupados como los No Alineados, de los cuales posiblemente la agrupación actual más representativa es el G-77 Más China. Incluso en la ONU la posición argentina recibe adhesiones, las que quedan neutralizadas por el poder de veto de Gran Bretaña y de EEUU en el Consejo de Seguridad.
No solo debe considerarse la muy irritante situación de sostenimiento totalmente anacrónico del estatus colonial, en la cual persiste tozudamente la vieja potencia imperial, ni tampoco la cuestión de focalizarse exclusivamente en las legítimas reivindicaciones de Argentina de parte de su patrimonio territorial usurpado por la fuerza. Cobran especial y creciente relevancia los factores de gran importancia geopolítica que están en juego, los que sin duda constituyen la motivación principal por la cual Gran Bretaña persiste en pretender desconocer las sólidas bases históricas, geográficas y políticas que sustentan la postura argentina, con la solidaridad de Íberoamérica, El Caribe y diversas naciones del antes llamado Tercer Mundo.
La disputa por la soberanía de los tres archipiélagos involucra las enormes riquezas pesqueras, petrolíferas y posiblemente mineralíferas del Atlántico Sur; y sus proyecciones muestran su importancia en la disputa por la soberanía de extensas porciones antárticas, reclamadas por Argentina y Chile, también pretendidas por Gran Bretaña (pese a ser un país del Hemisferio Norte, sin vinculación geográfica con La Antártida).
Además, la presencia británica es una intromisión en el Mar Argentino, el cual se sitúa en la Plataforma continental, dentro de la cual están Las Malvinas.
Desde allí también se influye en el Estrecho de Magallanes, y el Pasaje de Drake, que son las únicas vinculaciones naturales entre el Atlántico y el Pacífico.
Por otra parte, desde Malvinas, la agresividad británica amenaza a La Patagonia, extenso territorio en su mayoría argentino, sobre el cual las ONGs británicas (principalmente) y norteamericanas realizan acciones de zapa para promover el racismo ultra indigenista; y pautas de ecología cavernaria, cuyas verdaderas finalidades son mantenernos anclados en el subdesarrollo crónico.
Puede constatarse que hay mucho en juego, además de la dignidad nacional. Por ello, solo puede ser fruto del desconocimiento, de la superficialidad, o de asumir posturas encubiertas pro británicas, que algunos opinantes tilden de “patriotera” la firme posición argentina al respecto.
Tan desubicada esa calificación, como tratar de “patrioteras” la resistencia de EEUU a la invasión británica de 1812, la defensa cubana en Bahía de Cochinos, la rebelión de España contra la invasión napoleónica, o la combatividad rusa ante la Operación Barbarroja.
El plano de una capilla y tres cartas oficiales se suman a las pruebas que demuestran que el reino español tenía en 1767 una población estable y comunicada con Buenos Aires en las Islas.
La historia tiene muchas veces métodos misteriosos para revelarse. Un coleccionista anónimo donó al Gobierno argentino algunos documentos que había adquirido en una subasta también desconocida. Entre los archivos había correspondencia entre el primer gobernador isleño y el regente de Buenos Aires sobre la necesidad construir una capilla para la población estable de lo que será luego refundado como Puerto Soledad.
A partir de este hallazgo, el historiador y escritor Roberto Colimodio realizó un nuevo descubrimiento en el Portal de Archivos Español (Pares). "Encontré un documento que avala y confirma los tres anteriores, que es el plano y la nota del gobernador incluida, donde la capilla ya se encuentra realizada y terminada, le faltan detalles. Esto certifica que el pedido se hizo realidad, que no fue solamente una expresión de deseo", contó a Sputnik.
La documentación inédita fue incorporada al Archivo General de Indias español, gracias a la intervención del senador y exvicepresidente nacional Julio Cobos, se logró primero su certificación y posteriormente la incorporación en el legajo de Cancillería del reclamo histórico internacional de Argentina frente a Gran Bretaña sobre la soberanía de las Islas.
"Estos documentos demuestran que tanto la gobernación de Buenos Aires como la corona española se hacían cargo de la población de las Islas", dijo Colimodio. "Por las instalaciones que había se calcula una población de unas 200 y 300 personas, la mayoría pescadores. Tenían su presidio, su capilla, su casa de gobernación, almacenes, depósitos, corrales, casas".
El historiador explicó que esta evidencia refuta la posición inglesa de que las Islas estaban despobladas y que España nunca ejerció jurisdicción ni soberanía. Puerto Soledad había sido fundado como Puerto San Luis en 1764 por expedicionarios franceses, primeros habitantes en el archipiélago, desobedeciendo la prohibición de crear colonias en América del Sur. Un año después, España indemnizó al coronel francés, tomó posesión y luego creó la gobernación de las Islas Malvinas.
Marineros ingleses fundaron en la clandestinidad Puerto Egmont en 1766 en otra isla del archipiélago pero fueron expulsados por España en 1770. Puerto Soledad es abandonado en 1811 luego de la revolución independentista y después repoblado a partir de 1820 por el Gobierno de las Provincias Unidas, antecedente de la República Argentina, que lo bautizó Puerto Luis. En 1833, el Imperio Británico desalojó y colonizó finalmente las Islas hasta la actualidad, con excepción de la breve ocupación militar argentina de 1982 que llevó a la Guerra de Malvinas.
Los británicos apelaron a una interpretación histórica para deslegitimar la celebración de los 200 años del izamiento de la bandera argentina en Malvinas. Un historiador defensor de la ocupación británica aseguró que David Jewett, el primero en colocar la bandera argentina, en realidad era un "pirata". Sin embargo, la historia dice otra cosa.
Muchas veces los hechos históricos pueden dar lugar a más de una interpretación. La toma de posesión de Argentina sobre las Islas Malvinas en 1820 podría ser considerado uno de ellos si se tiene en cuenta uno de los relatos utilizados por los británicos para intentar deslegitimar la soberanía argentina sobre las islas del Atlántico Sur.
En efecto, los 200 años del izamiento de la bandera argentina en las Malvinas no pasó inadvertido por los británicos, que buscaron revivir los cuestionamientos a la gesta que el coronel de origen estadounidense pero nacionalizado argentino David Jewett cumplió aquel 6 de noviembre en nombre de todos los argentinos.
La tarea de intentar poner en cuestión el logro de Jewett corrió, al conmemorarse los 200 años, por cuenta de Graham Pascoe, un historiador dedicado a elaborar textos que justifican la ocupación británica de las islas. "Argentina está haciendo un gran espectáculo conmemorando el 200° aniversario de la visita a las Falklands del corsario capitán David Jewett en 1820 y su supuesta toma de posesión de las islas para Argentina", escribió en un artículo divulgado especialmente para la fecha.
Pascoe basa su teoría de descalificación a Jewett en que, si bien se trataba de un corsario (marinos que recibían patente de corso para poder embarcarse legalmente en misiones), "antes de arribar [a las Malvinas] había capturado una nave portuguesa neutral y un barco estadounidense también neutral".
"La captura de barcos neutrales pusieron fin a su rol como corsario (cuya actividad era legal solo si capturaban barcos enemigos en tiempos de guerra) y lo convirtió en pirata", sostiene el historiador.
El escritor defensor del Reino Unido añade para reforzar su teoría que Jewitt acabó siendo condenado por piratería por los portugueses, aunque en ausencia. Su nave fue confiscada y vendida y la tripulación acabó presa en Lisboa. Según Pascoe, si Jewett es considerado pirata, entonces la toma de posesión de las Islas Malvinas se vuelve ilegal, condición que acompañaba a los piratas en todo el mundo.
El historiador también asegura que Jewett no había recibido expresamente la orden de viajar a las Malvinas.
Sin embargo, algunos documentos históricos ponen en cuestión la teoría de Pascoe. En Expedición de David Jewett a las Islas Malvinas 1820-1821, el historiador argentino Mario Tesler afirma que Jewett tenía órdenes de recorrer el Atlántico Sur desde su primera misión al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la fragata La Heroína.
Jewett era un estadounidense que había servido como capitán de la marina de guerra de Estados Unidos e incluso llegó a defender a su país en la guerra de 1812 contra el Reino Unido. Luego decidió emigrar hacia Sudamérica y recaló en Buenos Aires para ofrecerse como capitán al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El mismo historiador recoge que Jewett había sido autorizado, en la patente de corso que obtuvo de Argentina en 1815, a "embargar y tomar por fuerza de armas los buques y efectos pertenecientes a los españoles europeos de la Península, excepto solamente dentro de los puertos o caminos de príncipes neutrales o en amistad con este Estado".