EL HECHO HISTÓRICO
En la madrugada del 26 de julio en la Granja Siboney de Santiago de Cuba se leía contundentemente el Manifiesto del Moncada, escrito por Raúl Gómez García. Después de cantar el Himno Nacional, partían varios grupos de jóvenes armados para asaltar el Cuartel Moncada, tomar el Palacio de Justicia y el Hospital Saturnino Lora en la urbe santiaguera. Al unísono en Una página de Granma sobre el ASALTO AL CUARTEL MONCADA .-Bayamo se dirigían hacia el Cuartel Carlos Manuel de Céspedes.
Antes de los ataques, Fidel habló a sus compañeros: «Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró José Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad».
Los 131 combatientes, vestidos con uniformes del ejército se organizaron en tres grupos: el primero dirigiría sus esfuerzos al edificio principal: el cuartel Moncada. El resto, encabezados por Abel Santamaría y Raúl Castro, intentarían tomar el Hospital Civil y el Palacio de Justicia, respectivamente.
Todo comenzó. Fidel, al frente del primer grupo, llegó según lo previsto hasta su objetivo. La llegada inesperada de una patrulla de recorrido provocó un tiroteo prematuro que alertó a la tropa y permitió la movilización del ejército al interior del cuartel.
Sobre los acontecimientos de ese día, rememora Fidel en la entrevista que le hiciera el escritor y periodista español Ignacio Ramonet para su libro Cien horas con Fidel:
«A mí me rescata un automóvil al final. No sé cómo ni por qué, un carro viene en mi dirección, llega hasta donde estoy y me recoge. Era un muchacho de Artemisa, que manejando un carro con varios compañeros entra donde yo estoy y me rescata (…) Yo quise siempre conversar con ese hombre para saber cómo se metió en el infierno de la balacera que había allí».
Abel y Raúl triunfaron en sus objetivos, sin embargo, el enemigo era superior en armas y hombres, y pudo rechazar el ataque.
En Bayamo ocurría otro tanto. El plan se basaba en que un residente de la ciudad, muy conocido por la guarnición del cuartel, acompañaría al jefe del asalto y lograría entrar al lugar. Una vez en el interior, desarmarían a la posta y la obligarían a abrir la reja de entrada para que el resto penetrara en el lugar. El plan no ocurrió como estaba previsto, debido a que la persona que fungiría como guía nunca apareció y tuvieron que intentar el asalto de otra forma.
Ese día no triunfaron, pero lograron el objetivo de marcar el inicio de una nueva etapa en la lucha revolucionaria contra la dictadura pronorteamericana del general Fulgencio Batista.
Aquellas acciones conducidas por Fidel Castro Ruz planteó al pueblo que la lucha armada sería la vía a utilizar para conquistar la victoria, luego trajo la expedición del Yate Granma el 2 de diciembre de 1956, que abrió un frente guerrillero en la Sierra Maestra.
El 1ro de enero de 1959 culminaría la fase insurreccional de la Revolución con el derrocamiento de la tiranía y la toma del poder político. En la actualidad, el otrora Cuartel Moncada es la Ciudad Escolar 26 de Julio, y parte de esa edificación se acondicionó como museo para que esa epopeya no se olvidara jamás.
DETALLES:
- PARA Fidel la vida de Abel tenía un valor inigualable, por lo que le encomienda ocupar el Hospital Civil Saturnino Lora y no al Cuartel, donde corría más riesgo su vida, decisión que no le agrada, por lo cual protesta ante el jefe de la acción:
--Yo no voy al hospital –le dice–, al hospital que vayan las mujeres y el médico, yo tengo que pelear si hay pelea, que otros pasen los discos y repartan las proclamas.
A lo que Fidel le riposta con energía:
--Tú tienes que ir al hospital civil, Abel, porque yo te lo ordeno; vas tú porque yo soy el jefe y tengo que ir al frente de los hombres, tú eres el segundo, yo posiblemente no voy a regresar con vida.
Ante la orden, Abel responde:
--No vamos a hacer como hizo Martí, ir tú al lugar más peligroso e inmolarte cuando más falta haces a todos.
Es entonces cuando Fidel, comprendiendo la preocupación del segundo jefe de la acción, le pone las manos sobre los hombros y persuasivo le dice:
--Yo voy al cuartel y tú vas al hospital, porque tú eres el alma de este movimiento y si yo muero tú me reemplazarás. •
FUENTE: El juicio del Moncada de Marta Rojas