Ni Pekín ni Washington: "Un tercer jugador podría ganar la guerra económica entre EE.UU. y China"
Publicado: 17 ago 2017 20:35 GMT
El estratega de la Casa Blanca afirma que la confrontación económica entre China y EE.UU. podría acabar con una derrota para el último, mientras que Pekín contesta que "en una guerra comercial no hay un ganador". ¿Qué opinan los expertos?
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A inicios de semana, Donald Trump autorizó una investigación contra China por supuestos casos de robo de propiedad intelectual. Su consejero y jefe de estrategia aseveró que la "guerra económica" podría acabar con una derrota para EE.UU., mientras que Pekín contestó que "en una guerra comercial no hay un ganador". ¿Qué opinan los expertos?
EE.UU.: "Uno de los dos asumirá la hegemonía"
Washington se encuentra en plena "guerra económica" con Pekín y no es de descartar que ello podría acabar para EE.UU. en una derrota de la cual no sería capaz de recuperarse, afirmó Stephen Bannon, alto consejero y jefe de estrategia del presidente estadounidense Donald Trump.
En una entrevista con la revista 'The American Prospect' Bannon aseveró que "uno de los dos asumirá la hegemonía en 25 o 30 años, y si seguimos por este camino, van a ser ellos".
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Aquel a quienes algunos llaman 'el verdadero amo de la Casa Blanca' dejó claro que, para él, la guerra económica con Pekín "lo es todo". "Tenemos que estar maníacamente centrados en ella. Si seguimos perdiéndola, estaremos a cinco años de distancia, diez años como máximo, de llegar a un punto de inflexión del que nunca podremos recuperarnos", advirtió Bannon.
China: "En una guerra comercial no hay un ganador"
En respuesta a estos comentarios, la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores del gigante asiático, Hua Chunying, ha asegurado este jueves que "en una guerra comercial no hay un ganador" y ha llamado al diálogo para "preservar el crecimiento sólido y continuado de las relaciones entre China y EE.UU.".
Asimismo, Hua ha expresado su esperanza en que "las personas pertinentes eviten abordar un problema del siglo XXI con una mentalidad del siglo XIX o XX".
Expertos: "Podría ganar un tercero"
Por su parte, el politólogo ruso y director general del Centro de Información Política Alexéi Mujin señala a RT que ya hay en marcha una guerra comercial entre Washington y Pekín.
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"Tan pronto como China designó el yuan como una moneda de libre uso, y anunció en el último foro de Davos sus ambiciones políticas y económicas, comenzó una confrontación comercial abierta con EE.UU.", opina el experto, quien explica que Washington "es muy sensible" acerca de cualquier intento de cuestionar su papel de "país que decide los principios del comercio internacional".
El politólogo califica de "muy vagas" las perspectivas de confrontación entre los dos países, ya que por un lado son competidores, pero por el otro son como "vasos comunicantes" en el sentido económico. "Por lo tanto, China y EE.UU. están condenados a llegar a un acuerdo", estima el analista añadiendo que "la pregunta es en qué medida van a ser capaces de hacer concesiones uno al otro a la hora de repartir los mercados mundiales".
A su vez, el miembro de la Asociación de expertos y consultores políticos Kirill Kóktysh pronostica en declaraciones a RT que si la guerra económica se prolonga, "un tercero, por ejemplo, la India", podría beneficiarse de la confrontación entre las dos potencias.
Este analista detalla que en un choque entre "dos agentes económicos, cada uno de los cuales es lo suficientemente experimentado, sofisticado y prudente", gana "un tercer jugador", que no está involucrado en la confrontación y se queda aparte para luego "ocupar el espacio" vacíoo que dejará la colisión.
China anunció la decisión de imponer sanciones contra la empresa estadounidense Lockheed Martin. Aunque los detalles todavía no se conocen, los expertos creen que posiblemente se trata de la prohibición del suministro de elementos de tierras raras.
Las sanciones chinas, anunciadas el 14 de julio, son una respuesta a las acciones de Washington, que había aprobado previamente el acuerdo para suministrar a Taiwán equipos para la actualización de los sistemas de misiles de defensa aérea Patriot producidos por Lockheed Martin.
Los elementos de las tierras raras son un grupo de 17 metales que, por su gran importancia para la producción de todos los productos de alta tecnología "desde los teléfonos inteligentes hasta los misiles" llamados "vitaminas para la vida moderna", subraya el periódico The Times.
Muchos de los productos clave de Lockheed Martin, incluidos los aviones de combate F-35 y los misiles Patriot, dependen de componentes fabricados con tierras raras, estiman los analistas.
Según la edición británica, China produce alrededor del 70% del volumen total de tierras raras del mundo en su propio territorio y procesa alrededor del 95% de los minerales de tierras raras, pudiendo así controlar el suministro mundial.
Además, Pekín posee una red de minas de tierras raras en África que forman "parte de una estrategia a largo plazo para lograr el dominio mundial en el campo de esta materia prima en el futuro", afirma The Times.
La consultora estadounidense Horizon Advisory citada por The Times advirtió que China ve su dominio del mercado de tierras raras desde una perspectiva estratégica más que financiera.
"A los chinos no les importan los beneficios económicos", declaró el cofundador de Horizon Advisory, Nathan Picarsik. "Ven el control de este sector como una forma de ganar sin luchar", agregó.
La dependencia de los países occidentales de China
Durante mucho tiempo, a los países occidentales no les importaba de dónde provienen estos recursos, y solo el agravamiento de la guerra comercial entre EEUU y China puso de relieve este problema.
Las nuevas sanciones chinas demostraron una vez más la vulnerabilidad de los países occidentales, señaló.
El año pasado durante la escalada de la guerra comercial China ya había amenazado con prohibir el suministro de tierras raras. Entonces el país asiático acabó duplicando los aranceles de exportación.
La amenaza china estimuló a EEUU a reactivar el desarrollo de este sector donde el país era el principal productor hasta la década de 1980. Se iniciaron varios proyectos de minas y procesadores financiados por el Pentágono.
Sin embargo, todos los proyectos todavía siguen en desarrollo. Solo se puede destacar la inauguración de una nueva planta piloto que procesará elementos de tierras raras en Colorado.
La planta de procesamiento cerca de la única mina estadounidense para extraer tierras raras en Mountain Pass, California, aún no ha comenzado a funcionar.
El trabajo se ve obstaculizado por los costes laborales mucho más altos en comparación con los de los competidores chinos, así como por unas normas medioambientales más estrictas, opina The Times.
Mientras tanto, por tercer año consecutivo China aumenta las cuotas de extracción de minerales de tierras raras en un esfuerzo de intensificar su producción.
El Gobierno de EEUU está considerando imponer restricciones de viaje para los miembros del Partido Comunista de China (PCCh), publicó el diario The New York Times (NYT) citando fuentes familiarizadas con la iniciativa.
Expertos sugieren que la fortaleza del dólar puede llegar pronto a su fin y empezará una tendencia descendente
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Según los especialistas, la situación actual se parece a las de los años 1984 y 2002 cuando un cambio en la política monetaria de la Reserva Federal condujo a una disminución en el flujo de inversiones extranjeras.
La fortaleza del dólar pronto puede llegar a su fin, y los años de una alta tasa de cambio de la moneda estadounidense podrían ser reemplazados por un período de bajas cotizaciones, informa Bloomberg.
Según los especialistas, la situación actual se parece a las de los años 1984 y 2002 cuando un cambio drástico en la política monetaria de la Reserva Federal condujo a una disminución en el flujo de inversión extranjera y un debilitamiento de esta divisa.
"El dólar ha estado sobrevalorado durante mucho tiempo, y esto podría finalmente ser un catalizador para una tendencia descendente de varios años", ha comentado a Bloomberg Jack McIntyre de Brandywine Global Investment Management. "Como hemos visto antes cuando las valoraciones se han expandido, un golpe político o económico puede cambiar rápidamente la trayectoria de la moneda y eso es lo que parece estar sucediendo gracias al balance creciente de la Reserva Federal, un aumento de la deuda y la forma en que manejamos la pandemia", ha añadido.
Sin embargo, los expertos han enfatizado que en este momento es prematuro hablar del colapso del dólar como la principal moneda de reserva mundial, ya que la moneda todavía representa más del 60 % de las reservas globales y es la más utilizada para transacciones internacionales. "Hay una diferencia entre un retroceso del dólar y un colapso completo", ha notado Liz Young, una empleada de BNY Mellon Investment Management. "Esto es un retroceso. Es un poco extremo pensar que el dólar va a perder su estado de reserva en el corto plazo", ha concluido.
El dólar se ha encontrado en una trayectoria descendente relativamente constante durante alrededor de cinco meses y el índice del dólar Bloomberg, que ha caído en seis de las últimas siete sesiones de negociación, está cerca del 10 % por debajo de su pico de marzo.
"Los ciclos del dólar son largos y persistentes, y ahora estamos en el extremo superior de las valoraciones", ha contado Guillermo Felices, jefe de investigación y estrategia de BNP Paribas Asset Management que predice un retroceso del dólar en un plazo de algunos años.
Por su parte, la Reserva Federal se ha comprometido a mantener las tasas cercanas a cero en los próximos años mientras los funcionarios del banco central intentan mitigar las consecuencias económicas de la pandemia. Pero sus esfuerzos se han visto obstaculizados por el fracaso de EE.UU. en el control del coronavirus, afirman expertos.
El papa Francisco asegura que la pandemia demostró que las "teorías mágicas" del capitalismo han fracasado
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El papa Francisco dijo el domingo que la pandemia del coronavirus ha demostrado que las "teorías mágicas" del capitalismo de mercado han fracasado y que el mundo necesita una nueva clase de política que fomente el diálogo y la solidaridad, y rechace la guerra a toda costa.
Francisco planteó su visión para un mundo post covid-19 uniendo los elementos clave de sus enseñanzas sociales en una nueva encíclica, 'Fratelli Tutti' ("Hermanos todos"), publicada en el feriado del santo del que tomó el nombre, el pacifista san Francisco de Asís.
En el texto, rechazó incluso la doctrina de la Iglesia católica que justificaba la guerra como medio de legítima defensa, afirmando que se ha aplicado de forma demasiado amplia durante siglos y ya no es viable.
"Hoy en día es muy difícil invocar los criterios racionales elaborados en siglos pasados para hablar de la posibilidad de una 'guerra justa'", escribió el pontífice en la parte más controvertida de la nueva encíclica.
Incapacidad de países para trabajar juntos
Francisco había empezado a escribir la encíclica, la tercera de su pontificado, antes de que se desatara la pandemia del coronavirus, trastocando desde la economía global a la vida cotidiana. Sin embargo, señaló que la pandemia había confirmado su creencia de que las instituciones económicas y políticas actuales deben reformarse para responder a las necesidades legítimas de la gente más afectada por la pandemia.
"Al margen de las distintas formas en las que los diversos países respondieron a la crisis, su incapacidad para trabajar juntos se hizo bastante evidente", dijo Francisco.
Por otra parte, el papa condenó la política populista que intenta demonizar y aislar, y pidió una "cultura del encuentro" que fomente el diálogo, la solidaridad y un esfuerzo sincero en buscar el bien común.
En ese sentido, Francisco reiteró sus críticas al "perverso" sistema económico global, afirmando que mantiene al pobre en los márgenes al tiempo que enriquece a unos pocos. Asimismo, rechazó nuevamente la teoría económica del "efecto goteo", como hizo en 2013 en 'Evangelii Gaudium' (El gozo del Evangelio), indicando que no tiene el efecto que dice tener.
"El neoliberalismo sencillamente se reproduce recurriendo a teorías mágicas de 'derrame' o 'goteo', sin usar ese nombre, como la única solución a los problemas de la sociedad […] Se presta poca atención al hecho de que el supuesto 'derrame' no resuelve la desigualdad que da pie a nuevas formas de violencia que amenazan el tejido de la sociedad', escribió el papa.
En la crisis financiera global de 2008 hubo un excitado debate en el mundo intelectual internacional, e incluso entre economistas y políticos, acerca de que esa debacle era un punto de inflexión para modificar el funcionamiento del capitalismo.
La fase del capitalismo dominado por las finanzas globales había mostrado lo profundamente perturbador que podía ser hasta poner en riesgo al propio sistema.
Las potencias occidentales habían visto el abismo muy cerca y, por ese motivo, se proponían cambiar las reglas de funcionamiento de la economía global para evitar una nueva crisis que terminaría de desmoronar el sistema.
El debate entonces se concentraba en que ya no podía seguir evolucionando esa forma de capitalismo financiero, concentrador de la riqueza y generador de millones de excluidos.
El derrumbe del capitalismo estaba a la vuelta de la esquina, pero el sistema no sólo no se cayó sino que salió mucho más fortalecido.
El sistema capitalista dominando por las finanzas globales avanzó con más concentración, más poder a los más poderosos y más predominio del mundo de los financistas.
También se agudizó el abuso fiscal, el blanqueo de capitales y la corrupción de las grandes corporaciones (financieras, industriales y digitales). Son delitos que plagan a la economía mundial y que son dominantes en la actual fase del capitalismo global.
El último informe del Panel de Alto Nivel sobre Responsabilidad, Transparencia e Integridad Financieras Internacionales para Lograr la Agenda 2030 (Panel FACTI), establecido por el 74º Presidente de la Asamblea General de la ONU y el 75º Presidente del Consejo Económico y Social de la ONU, estimó el monto de esos delitos:
Pérdidas de 500 mil millones de dólares anuales para los gobiernos debido a maniobras ilegales de transferencia de ganancias por parte de las multinacionales.
Calcula que existen 7 billones de dólares en fortunas privadas escondidas en guaridas fiscales.
El 10% del PIB mundial se encuentran en activos financieros offshore.
El blanqueo de capitales suma de alrededor de 1,6 billones por año.
Bancos
"Los gobiernos deben hacer más para combatir el abuso fiscal y la corrupción en el sistema financiero mundial", recomienda ese panel integrado por de ex jefes de gobierno y bancos centrales, líderes empresariales y de la sociedad civil y académicos destacados.
El informe afirma que los gobiernos no logran ponerse de acuerdo sobre el problema, mientras que enormes sumas de recursos que podrían ayudar a los pobres del mundo se están drenando debido a los abusos fiscales, la corrupción y los delitos financieros.
Los controles financieros globales no han seguido el ritmo de expansión de un mundo globalizado y digital. Los Archivos FinCEN que involucran 2 billones de dólares en transacciones oscuras revelaron cómo algunos de los bancos más grandes han facilitado el movimiento de dinero sucio por todo el mundo.
El Panel FACTI informa que la pandemia ha dificultado el proceso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, planteados en la ONU. Para proponer que "es más importante que nunca intensificar nuestros esfuerzos colectivos contra los delitos financieros y los abusos fiscales".
En la presentación del documento Dalia Grybauskaite, copresidente del Panel FACTI y expresidente de Lituania, indicó que "la corrupción y la evasión fiscal son desenfrenados. Muchos bancos están confabulados y muchos gobiernos están estancados en el pasado. A todos nos están robando, especialmente a los pobres del mundo".
Para agregar: "La confianza en el sistema financiero es fundamental si queremos afrontar problemas importantes como pobreza, cambios climáticos y COVID-19. En cambio, tenemos vacilaciones y retrasos que rozan la complicidad".
"La dificultad a la que se enfrenta la mayoría de la sociedad, especialmente los jóvenes, no es sólo por la expansión de los superricos, sino que el problema es que están rezagados por el estancamiento de la inversión y los salarios", afirmó.
Este comportamiento dispar, que se está intensificando en estos meses de pandemia, se da por el simple hecho de que "los ricos se enriquecen mientras duerme por razones que nada tienen que ver con el esfuerzo, el espíritu empresarial o la voluntad de no derrochar", sentenció Varufakis.
Megaempresas
Varoufakis explica que a medida que la riqueza se acumula en pocas manos, el resto de la economía se convierte en un desierto. Es una definición muy potente para describir cómo son hoy las reglas de juego: sin hacer nada, unas pocas personas siguen acumulando riquezas, mientras millones están marginadas y privadas de bienestar.
Para advertir que "las megaempresas se permitieron otro pasatiempo favorito: usurpar mercados, comprar políticos y capturar reguladores".
Ahora no sólo son los financistas quienes dominan la actual fase del capitalismo global, sino que se han sumado los gigantes de la economía digital.
Por ejemplo, Jeff Bezos, el fundador y consejero delegado de Amazon, no solo ha logrado mantenerse al frente de la lista de los más ricos del mundo durante la crisis del COVID-19, sino que se ha convertido en la primera persona en el mundo cuyo patrimonio supera los 200.000 millones de dólares.
Un poder de mercado exorbitante sustenta una riqueza exorbitante, obtenida en parte por el abuso fiscal y la corrupción en el sistema financiero mundial, como indica el Panel FACTI.
Ese poder de mercado de grupos concentrados se retroalimenta en cada una de las crisis globales, como en la de 2008 y en la actual del coronavirus.
Wall Street sigue hundiéndose ante la crisis del coronavirus y las elecciones presidenciales en EEUU que son solo unos de los factores. Según el economista estadounidense Peter Schiff, la Reserva Federal de Estados Unidos había creado una burbuja y el problema es que cada burbuja explote.
El índice industrial Dow Jones alcanzó su nivel más bajo en cuatro meses. Su desplome en un 3,4% del 28 de octubre fue la peor caída de la noche a la mañana desde el 11 de junio, señala Business Insider.
Con respecto al cierre del 23 de octubre, el Dow Jones cayó alrededor de un 6% mientras que el S&P 500 bajó un 5%.
"Por supuesto, si todas las personas que se quedan en casa y compran, nunca vuelven a trabajar y el único dinero que tienen para gastar es el que la Reserva Federal crea de la nada, el dólar va a colapsar", comentó Peter Schiff en su podcast.
Otro factor es el nerviosismo en torno a las elecciones presidenciales en EEUU. Los mercados están preocupados de que se produzca su peor escenario: un estancamiento. Esto ocurriría si Biden ganara pero el Partido Republicado tuviera el control del Senado.
Schiff señaló que este sería probablemente el mejor resultado para la economía en general, puesto que probablemente significaría menos estímulo, menos préstamos y menos dinero impreso. Pero el estímulo es exactamente lo que quieren los mercados, independientemente del efecto sobre el dólar y la economía real.
Es decir, a Wall Street no le gusta la posibilidad de que los republicanos mantengan el control del Senado.
Según el economista, los mercados están tratando de convencer a todos de que una victoria de Biden es buena para la economía, a pesar de la probabilidad de impuestos más altos. Se compensaría lo negativo de los impuestos más altos con lo positivo de más estímulo.
"Pero recuerden, más estímulo viene con un Gobierno más grande. Un Gobierno más grande no es una receta para el éxito económico y no es una receta para el éxito del mercado de valores", subrayó Schiff.
La atención se ha centrado casi exclusivamente en el estímulo porque la gente y las empresas necesitan ayuda, pero la pregunta que nadie se hace es: ¿por qué la gente está en tan graves apuros?
La mayoría de la gente está culpando a la pandemia. Pero Schiff recordó que el mundo había lidiado con otras grandes perturbaciones de la economía sin un montón de estímulos del Gobierno, incluida la Segunda Guerra Mundial, cuando la economía no estaba completamente apoyada en la deuda al entrar en la crisis.
"El hecho de que no estábamos preparados [para la pandemia del COVID-19] en absoluto es el problema del que nadie quiere hablar. ¿Por qué los estadounidenses están cargados de deudas y viven de sueldo en sueldo? ¿Por qué pasa lo mismo con tantos negocios? ¿Por qué las pérdidas de crédito ahora van a ser horribles? Porque la Reserva Federal mantuvo los tipos de interés tan bajos durante tanto tiempo que la gente y las empresas fueron capaces de pedir prestado mucho más dinero de lo que nunca habrían sido capaces de pedir en un entorno de préstamo normal", explicó el economista.
Por lo tanto, Schiff aseguró que es debido a la Reserva Federal que la sociedad y EEUU están tan vulnerables.
"Por eso todos necesitan tanta ayuda. Porque el Gobierno paralizó a todo el mundo con sus políticas monetarias, y también las políticas fiscales, y ahora, por supuesto, no podemos caminar, por lo que necesitamos más muletas del Gobierno para poder cojear sin darnos cuenta de que todo lo que se está haciendo es exacerbar los problemas que ya existen".
El economista opinó que había que centrarse en las fuerzas del mercado.
"Si hubiéramos permitido que las fuerzas del mercado operaran, hubiéramos tenido una economía mucho más saludable entrando en COVID-19 en lugar de una burbuja. Y el problema con las burbujas es que tarde o temprano, siempre encuentran su clavija", concluyó Peter Schiff
En el momento justo, cuando tenía lugar la cumbre de los líderes de las principales economías capitalistas (G7) en Biarritz, China anunció una nueva ronda de aranceles por valor de 75.000 millones de dólares para las mercancías importadas de Estados Unidos. Una represalia ante la nueva ronda de aranceles a los productos chinos que los […]
En el momento justo, cuando tenía lugar la cumbre de los líderes de las principales economías capitalistas (G7) en Biarritz, China anunció una nueva ronda de aranceles por valor de 75.000 millones de dólares para las mercancías importadas de Estados Unidos. Una represalia ante la nueva ronda de aranceles a los productos chinos que los EE.UU. tienen prevista para diciembre. El presidente de EE.UU. Trump reaccionó con enojo e inmediatamente anunció que iba a aumentar los aranceles ya existentes en 250.000 millones de dólares para los productos chinos e imponer más aranceles por valor de 350.000 millones de dólares a las importaciones de China.
El presidente de Estados Unidos también dijo que ordenaba a las compañías de Estados Unidos buscar la manera de abandonar sus operaciones en China. «No necesitamos a China y, francamente, sería mucho mejor sin ella», escribió Trump. «Ordeno, por lo tanto, a nuestros grandes empresas estadounidenses comenzar inmediatamente a buscar una alternativa a China, incluyendo cómo traer de vuelta a casa sus empresas y fabricar sus productos en los EE.UU.».
Esta intensificación de la guerra comercial, naturalmente, dañó a los mercados financieros; el mercado de valores de EE.UU. cayó fuertemente, los precios de los bonos subieron, con los inversores buscando «refugios seguros» en los títulos públicos; y el precio del crudo cayó mientras China se prepara para una reducción de las importaciones de petróleo de Estados Unidos.
Estos acontecimientos se produjeron sólo un día después de que los últimos datos sobre el estado de las principales economías capitalistas revelaran una desaceleración significativa. El índice de la actividad manufacturera de Estados Unidos (PMI) para agosto estuvo por debajo de 50 por primera vez desde el final de la Gran Recesión en 2009.
De hecho, los índices de EE.UU., la zona euro y Japón están por debajo de 50, lo que indica que estamos ya en una recesión manufacturera real. Y el de ‘nuevos pedidos’ para cada región ha sido aún peor, así que el índice de las manufacturas caerá aún más. Hasta ahora, los sectores de servicios de las principales economías han estado aguantando, evitando así los índices de una depresión económica en toda regla. «Este descenso aumenta el riesgo de que la debilidad del sector manufacturero pueda haber comenzado a extenderse a los servicios, un riesgo que podría generar un debilitamiento mayor al esperado en los mercados de trabajo estadounidense y global». (JPM). En general, JP Morgan estima que la economía mundial está creciendo a un ritmo anual de apenas un 2,4%, cerca de los niveles considerados como ‘perdida de velocidad’ antes de una auténtica recesión.
A pesar de todas sus bravatas acerca de lo bien que va la economía de Estados Unidos, Trump está preocupado. Además de atacar a China, también se lanzó a criticar al presidente de la Reserva federal de EE.UU., Jay Powell, por no recortar las tasas de interés para impulsar la economía, afirmando que Powell es un «enemigo» de la economía de Estados Unidos, ¡tan peligroso como China!
Powell acababa de hablar en la reunión anual de verano de los banqueros centrales del mundo en Jackson Hole, Wyoming. En su discurso, básicamente dijo que la política monetaria solo podía hacer lo que podía. Las guerras comerciales y otros ‘choques’ globales no pueden superarse solo con políticas monetarias. El comité de política monetaria de Powell está dividido sobre qué hacer. Algunos quieren mantener las tasas de interés donde están porque tienen miedo de que unas tasas de interés demasiado bajas (y en todas partes son negativas) impulsarán un crecimiento insostenible del crédito y estallará la burbuja. Otros quieren recortar las tasas, como Trump exige, para resistir las fuerzas recesivas que descienden sobre la economía. Powell aseguró que «Estamos examinando los instrumentos de política monetaria que hemos utilizado tanto en tiempos de calma como de crisis, y nos preguntamos si debemos ampliar nuestra caja de herramientas».
Muchos de los trabajos académicos presentados a los banqueros centrales en Jackson Hole están marcados por el pesimismo. Uno argumenta que los banqueros necesitan coordinar la política monetaria en torno a una «tasa natural de interés mundial» para todos. El problema es que «existe una considerable incertidumbre acerca de cuál es esa tasa neutral precisamente» en cada país, y mucho más a nivel mundial. Como dijo un orador: «Soy prudente a la hora de utilizar este concepto imposible de medir para estimar el grado de divergencia política en todo el mundo (o incluso sólo el G4)». ¡Así están los fundamentos de la política monetaria de la mayoría de los bancos centrales de los últimos diez años!
Otro papel señala que «la divergencia en políticas monetarias vis-a-vis los EE.UU. tiene efectos indirectos más importantes en los mercados emergentes que en las economías avanzadas. «Por lo tanto, la transmisión de la política monetaria interna es imperfecta, y en consecuencia, las medidas de política monetaria de los mercados emergentes diseñadas para limitar la volatilidad del tipo de cambio pueden ser contraproducente». En otras palabras, el impacto de la tasa de política de la Reserva Federal y del dólar en las economías más débiles es tan grande que los bancos centrales más pequeños no pueden hacer nada con su política monetaria, ¡excepto empeorar las cosas!
No es de extrañar que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, aprovechase la oportunidad en su discurso antes de abandonar su puesto para sugerir que la respuesta debía ser poner fin a la hegemonía del dólar en los mercados comerciales y financieros. Los EE.UU. suponen sólo el 10 por ciento del comercio mundial y el 15 por ciento del PIB mundial, pero asimismo la mitad de las facturas comerciales y dos tercios de la emisión de valores a nivel global, según el gobernador del Banco de Inglaterra. Por ello, «mientras que la economía mundial está siendo restructurada, el dólar sigue siendo tan importante como cuando se derrumbó en 1971 el sistema de Bretton Woods. Causa demasiados desequilibrios en la economía mundial y es un peligro para las economías emergentes más débiles, que no pueden obtener suficientes dólares. Ha llegado la hora de un fondo mundial de protección contra la fuga de capitales y más tarde de un sistema monetario mundial ¡con una moneda mundial! ¡Qué ilusiones! Pero es una muestra de la desesperación de los bancos centrales.
La inminente recesión global también ha concentrado las mentes de la teoría económica dominante. Hay división de opiniones entre los economistas ortodoxos sobre que política económica hay que adoptar para evitar una nueva recesión global. El ortodoxo keynesiano, Larry Summers, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos con Clinton y profesor de Harvard, ha argumentado que las economías capitalistas están en ‘estancamiento secular’. Así que él cree que la flexibilización monetaria, ya sea convencional o no, no funcionará. Se necesitan estímulos fiscales.
Por otra parte Stanley Fischer, exgobernador adjunto de la Reserva Federal de Estados Unidos, y ahora ejecutivo del megafondo de inversión Blackrock, reconoce que los estímulos fiscales no funcionarán porque no son ‘suficientemente ágiles’, es decir tardan demasiado tiempo en tener efecto. Además se corre el riesgo de que aumente la deuda pública y los intereses hasta niveles insostenibles. Por lo tanto, las medidas monetarias son mejores.
Pero en mi opinión, ni los ‘monetaristas’ ni los keynesianos/TMM tienen razón. Ni una mayor flexibilización monetaria ni estímulos fiscales podrán detener la recesión que se aproxima. Esto se debe a que no tiene que ver con la débil ‘demanda agregada’. El consumo de los hogares en la mayoría de las economías es relativamente fuerte porque la gente sigue gastando más, en parte, a través de un mayor endeudamiento a tasas muy bajas de interés. La otra parte de la ‘demanda agregada’, la inversión empresarial es cada vez más débil. Pero eso es debido a la baja rentabilidad y ahora más en el último año, debido a la caída de las beneficios en los EE.UU. y en otros lugares. De hecho, los márgenes de beneficio empresarial en los Estados Unidos (beneficios como porcentaje del PIB) se han reducido (desde su nivel récord) durante más de cuatro años, la mayor contracción de postguerra.
Los keynesianos, postkeynesianos (y los partidarios de la TMM) creen que los estímulos fiscales a través de más gasto público y el aumento de los déficits presupuestarios de los gobiernos es la manera de poner fin a la Larga Depresión y evitar una nueva recesión. Pero nunca ha habido la menor prueba de que tales medidas de gasto fiscal funcionen,excepto en la economía de guerra de 1940, cuando el grueso de la inversión fue pública o dirigida por el Gobierno, y la capacidad de decisión sobre la inversión industrial arrebatada a las empresas capitalistas.
La ironía es que el mayor gasto fiscal a nivel mundial ha sido el de Japón, que ha tenido déficits presupuestarios durante 20 años, con poco éxito a la hora de conseguir un crecimiento económico por encima del 1% anual desde el final de la Gran Recesión; y el de los EE.UU de Trump, con sus recortes y exenciones de impuestos corporativos en 2017. La economía de Estados Unidos se está desacelerando rápidamente y Trump está hablando de hacer más recortes de impuestos y exigiendo a Powell que recorte las tasas de interés. En Europa el Banco Central Europeo está preparando una nueva ronda de medidas de flexibilización monetaria. E incluso el Gobierno alemán juega con la idea de aumentar el gasto público mediante el déficit fiscal.
Michael Roberts es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajado 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Una amplia valoración de Ignacio Ramonet sobre la actual situación mundial, publicado en simultáneo por las ediciones de España, Argentina y Chile de Le Monde Diplomatique, Cubadebate, La Jornada (México), NODAL (Argentina) y ‘Mémoire des luttes’
Una ambulancia cruza la calle 42 Este, casi vacía, bajo fuertes lluvias y vientos en Manhattan durante el brote de la COVID-19 en Nueva York. Foto: Mike Segar/Reuters.
A Tony Martínez
Un hecho social total
Todo está yendo muy rápido. Ninguna pandemia fue nunca tan fulminante y de tal magnitud. Surgido hace apenas cien días en una lejana ciudad desconocida, un virus ha recorrido ya todo el planeta, y ha obligado a encerrarse en sus hogares a miles de millones de personas. Algo sólo imaginable en las ficciones post-apocalípticas…
A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de « hecho social total », en el sentido de que convulsa el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores.
La humanidad está viviendo -con miedo, sufrimiento y perplejidad- una experiencia inaugural. Verificando concretamente que aquella teoría del « fin de la historia » es una falacia… Descubriendo que la historia, en realidad, es impredecible. Nos hallamos ante una situación enigmática. Sin precedentes[1]. Nadie sabe interpretar y clarificar este extraño momento de tanta opacidad, cuando nuestras sociedades siguen temblando sobre sus bases como sacudidas por un cataclismo cósmico. Y no existen señales que nos ayuden a orientarnos… Un mundo se derrumba. Cuando todo termine la vida ya no será igual.
Hace apenas unas semanas, decenas de protestas populares se habían generalizado a escala planetaria, de Hong Kong a Santiago de Chile, pasando por Teherán, Bagdad, Beirut, Argel, París, Barcelona y Bogotá. El nuevo coronavirus las ha ido apagando una a una a medida que se extendía, rápido y furioso, por el mundo… A las escenas de masas festivas ocupando calles y plazas, suceden las insólitas imágenes de avenidas vacías, mudas, espectrales. Emblemas silenciosos que marcarán para siempre el recuerdo de este extraño momento.
Estamos padeciendo en nuestra propia existencia el famoso ‘efecto mariposa’ : alguien, al otro lado del planeta, se come un extraño animal y tres meses después, media humanidad se encuentra en cuarentena… Prueba de que el mundo es un sistema en el que todo elemento que lo compone, por insignificante que parezca, interactúa con otros y acaba por influenciar el conjunto.
Angustiados, los ciudadanos vuelven sus ojos hacia la ciencia y los científicos -como antaño hacia la religión- implorando el descubrimiento de una vacuna salvadora cuyo proceso requerirá largos meses. Porque el sistema inmunitario humano necesita tiempo para producir anticuerpos, y algunos efectos secundarios peligrosos pueden tardar en manifestarse…
La gente busca también refugio y protección en el Estado que, tras la pandemia, podría regresar con fuerza en detrimento del Mercado. En general, el miedo colectivo cuanto más traumático más aviva el deseo de Estado, de Autoridad, de Orientación. En cambio, las organizaciones internacionales y multilaterales de todo tipo (ONU, Cruz Roja Internacional, G7, G20, FMI, OTAN, Banco Mundial, OEA, OMC, etc.) no han estado a la altura de la tragedia, por su silencio o por su incongruencia. El planeta descubre, estupefacto, que no hay comandante a bordo… Desacreditada por su complicidad estructural con las multinacionales farmacéuticas[2], la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha carecido de suficiente autoridad para asumir, como le correspondía, la conducción de la lucha global contra la nueva plaga.
Mientras tanto, los Gobiernos asisten impotentes a la irrefrenable diseminación por todos los continentes[3] de esta peste nueva. Contra la cual no hay ni vacuna, ni medicamento, ni cura, ni tratamiento que elimine el virus del organismo[4]… Y eso va a durar[5]… Mientras el germen siga presente en algún país, las re-infecciones serán inevitables y cíclicas. Lo más probable es que esta epidemia no logre pararse antes de que el microbio haya contagiado en torno al 60% de la humanidad.
Lo que parecía distópico y propio de dictaduras de ciencia ficción se ha vuelto ‘normal’. Se multa a la gente por salir de su casa a estirar las piernas, o por pasear su perro. Aceptamos que nuestro móvil nos vigile y nos denuncie a las autoridades. Y se está proponiendo que quien salga a la calle sin su teléfono sea sancionado y castigado con prisión.
El largo autismo neoliberal es ampliamente criticado, en particular a causa de sus políticas devastadoras de privatización a ultranza de los sistemas públicos de salud que han resultado criminales, y se revelan absurdas. Como ha dicho Yuval Noah Harari : « Los Gobiernos que ahorraron gastos en los últimos años recortando los servicios de salud, ahora gastarán mucho más a causa de la epidemia[6]. » Los gritos de agonía de los miles de enfermos muertos por no disponer de camas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) condenan para largo tiempo a los fanáticos de las privatizaciones, de los recortes y de las políticas austeritarias.
Se habla ahora abiertamente de nacionalizar, de relocalizar, de reindustrializar, de soberanía farmacéutica y sanitaria. Se vuelve a usar una palabra que los neoliberales estigmatizaron, acorralaron y desterraron : solidaridad. La economía mundial se encuentra paralizada por la primera cuarentena global de la historia. En el mundo entero hay crisis, a la vez, de la demanda y de la oferta. Unos ciento setenta países (de los ciento noventa y cinco que existen) tendrán un crecimiento negativo en 2020. O sea, una peor tragedia económica que la Gran Recesión de 1929. Millones de empresarios y de trabajadores se preguntan si morirán del virus o de la quiebra y del paro.
David Beasley, Director ejecutivo del Programa Alimentario Mundial (PAM), ha alertado sobre la situación catastrófica que se avecina : « Estamos al borde de una ‘pandemia de desnutrición’. El número de personas que sufren de hambre severa podríar duplicarse de aquí a final de año, superando la cifra de 250 millones de personas…[7] » Nadie sabe quién se ocupará del campo, si se perderán las cosechas, si faltarán los alimentos, si regresaremos al racionamiento… El apocalipsis está golpeando a nuestra puerta.
La única lucecita de esperanza es que, con el planeta en modo pausa, el medio ambiente ha tenido un respiro. El aire es más transparente, la vegetación más expansiva, la vida animal más libre. Ha retrocedido la contaminación atmosférica que cada año mata a millones de personas. De pronto, lavada del mugre de la polución, la naturaleza ha vuelto a lucir tan hermosa… Como si el ultimatum a la Tierra que nos lanza el coronavirus fuese también una desesperada alerta final en nuestra suicidaria ruta hacia el cambio climático : « ¡Ojo ! Próxima parada : colapso. »
En la escena geopolítica, la espectacular irrupción de un actor desconocido -el nuevo coronavirus- ha desbaratado por completo el tablero de ajedrez del sistema-mundo. En todos los frentes de guerra -Libia, Siria, Yemen, Afganistán, Sahel, Gaza, etc.-, los combates se han suspendido… La peste ha impuesto de facto, con más autoridad que el propio Consejo de Seguridad, una efectiva Pax Coronavírica…
En política internacional, la pavorosa gestión de esta crisis por el presidente Donald Trump asesta un golpe muy duro al liderazgo mundial de los Estados Unidos que no han sabido ayudarse ellos ni ayudar a nadie. China en cambio, después de un comienzo errático en el combate contra la nueva plaga, ha conseguido recobrarse, enviar ayuda a una centenar de países, y parece sobreponerse al mayor trauma sufrido por la humanidad desde hace siglos. El devenir del nuevo orden mundial podría estar jugándose en estos momentos…
De todos modos, la impactante realidad es que las potencias más poderosas y las tecnologías más sofisticadas han resultado incapaces de frenar la expansión mundial de la covid-19[8], enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2[9], el nuevo gran asesino planetario
'El Zoom' regresa en el 2021 analizando la grave situación que vive EE.UU. tras las elecciones presidenciales y los sucesivos enfrentamientos políticos y sociales, que han tenido su clímax en el asalto al Capitolio donde se votaba la ratificación de Joe Biden como presidente electo. Javier Rodríguez Carrasco desgrana las claves de esta crisis y las razones de un caos en el que los fraudes electorales, los procesos de destitución y las acusaciones cruzadas se mezclan en un cóctel explosivo.
La esperanza de vida en EE.UU. puede experimentar su mayor caída en décadas por la pandemia
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Los investigadores apuntan a disminuciones aún mayores entre las comunidades negra y latina, particularmente afectadas por la pandemia.
Un nuevo estudio estimó que en 2020 la esperanza de vida en EE.UU. experimentó su mayor disminución en cuatro décadas, al reducirse en más de un año (hasta 77,48 años) a causa de la gran cantidad de muertes ocasionada por la pandemia. Según el recuento de la Universidad Johns Hopkins, más de 395.000 personas perdieron la vida debido al covid-19.
El estudio, publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, proyecta que la esperanza de vida promedio en el país en 2020 se reducirá en 1,13 años. Esa es la mayor disminución de la esperanza de vida en un año en EE.UU. en al menos 40 años. Además, la esperanza de vida se reduce a su nivel más bajo desde 2003.
Las estimaciones mostraron disminuciones aún mayores entre las comunidades negra y latina, particularmente afectadas por la propagación de la enfermedad. De acuerdo con las proyecciones del estudio, la esperanza de vida de las personas negras se reducirá en 2,1 años, hasta 72,78 años, mientras que la de los latinos disminuirá en 3,05 años, hasta 78,77 años.
"El efecto desproporcionado de la pandemia de covid-19 en la esperanza de vida de los afroamericanos y latinos probablemente tenga que ver con su mayor exposición a través de su lugar de trabajo o contactos familiares extendidos, además de recibir una atención médica más deficiente, lo que lleva a más infecciones y peores resultados", explicó la coautora del estudio Theresa Andrasfay, becaria postdoctoral de la Universidad del Sur de California.
Los especialistas no anticipan que la esperanza de vida se recupere inmediatamente este año, pese a que las vacunas pueden reducir significativamente la transmisión de la enfermedad.
Estamos ante una máquina del apocalipsis financiero"
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En este episodio de 'Keiser Report' Max y Stacy hablan del debate sobre la conveniencia de que los Gobiernos emitan bonos perpetuos ante el problema de las deudas impagables y las crisis económicas eternas. En la segunda parte Max sigue conversando con Gerald Celente, de TrendsResearch.com, sobre el año que lo ha cambiado todo; hoy hablan del descontento social y las guerras comerciales con China.
Este año es el 50.º aniversario del patrón dólar, época de un aumento descontrolado de la deuda, y ahora mismo "estamos ante una máquina del apocalipsis financiero que nos asegura el derrumbe hiperinflacionario a nivel global de todas las divisas fíat frente al bitcóin y el oro", asevera Max Keiser en la edición de su programa de este sábado.
Desde 2016 presenciamos la desdolarización y la desglobalización, y es lo que caracteriza el siglo XXI en general, en el que se busca "acabar con la globalización que se instauró a partir de que el dólar fuera divisa de reserva mundial", explica Max. "Todo se está viniendo abajo y resquebrajándose", opina.
Al dar como ejemplo la situación con Irán, sancionado por Estados Unidos, el presentador recuerda que Europa depende energéticamente de países vetados por Washington que lo importunan de una u otra manera, y la Unión Europea ya se enfoca en el desarrollo de sistemas de pago alternativos "para negociar con el resto del mundo sin que intervenga el dólar en el proceso".
"Que la Unión Europea esté buscando alternativas al dólar es una señal inequívoca de que Estados Unidos ha perdido la capacidad de imponerse con un dólar que puede emitir con tan solo pulsar un botón", señala Stacy Herbert.
Por otro lado, vivimos también en un imperio de la deuda, que es "un absoluto desprecio por el futuro y por las generaciones venideras", sostiene la presentadora, que indica que los magnates del dinero fíat "se benefician de que el Gobierno tenga deudas perpetuas". De esta forma, somos testigos de situaciones como la de Argentina, que emitió un bono a 100 años, "y con estos bonos perpetuos devoramos la riqueza de hasta 500 generaciones futuras", explica.
"Los bonos perpetuos tienen la misma probabilidad de éxito que tratar de crear un móvil perpetuo. No funciona, los bonos perpetuos no funcionan porque no son más que otro nombre que se le da a la flexibilización cuantitativa, a la monetización de la deuda, a la hiperinflación contra los activos reales como el bitcóin y, hasta cierto punto, el oro", añade Max.
"Si mal no recuerdo, en Australia cuentan que existe un pudin mágico que uno puede comer y comer sin parar y nunca se acaba. Creo que la historia acaba mal", concluye.