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General: La revelación de Jesucristo PARA ESTE TIEMPO .
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Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver. 1Revelación de Jesucristo; se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto; y envió a su Angel para dársela a conocer a su siervo Juan,
[V.1-> Apelación. Gr. apokálupsis, “descubrimiento” (ver p. 733). “La revelación de Jesucristo” puede considerarse como el título que Juan le dio a este libro. Este título niega categóricamente el concepto de que el Apocalipsis es un libro sellado y por lo tanto no puede ser entendido. Contiene un mensaje que Dios se propuso que sus “siervos” en la tierra deberían oír y guardar (Ap 1:3), y no podrían hacerlo a menos que primero lo entendiesen. De Jesucristo. Tanto en griego como en español estas palabras pueden significar que el Apocalipsis es una revelación que se origina en Jesús o que lo revela a él. El contexto parece implicar que la primera interpretación 746 es en este caso la principal, porque es la revelación “que Dios le dio, para manifestar a sus siervos”. Al mismo tiempo debe recordarse la verdad del segundo significado, porque este libro revela a Jesús en su obra celestial después de su ascensión. En este sentido el Apocalipsis en realidad complementa a los Evangelios. Estos registran el ministerio de Jesús en la tierra; el Apocalipsis revela su obra en el plan de la redención a partir de ese tiempo. Cf. Ap 19:10. En cuanto a los nombres de Jesús y Cristo, ver com. Mat 1:1. Le dio. Desde la entrada del pecado toda comunicación entre el cielo y la tierra ha sido por medio de Cristo (PP 382). Siervos. Gr. dóulos, “esclavo” (ver com. Rom 1:1). Los primeros cristianos a menudo se designaban a sí mismos como “esclavos”. Que deben suceder pronto. El pensamiento de que los diversos acontecimientos predichos en el libro del Apocalipsis debían suceder en un futuro cercano se declara específicamente siete veces: “Las cosas que deben suceder pronto” (Ap 1:1; Ap 22:6), “el tiempo está cerca” (Ap 1:3) y “He aquí [o ‘ciertamente’] yo vengo pronto” (Ap 3:11; Ap 22:7; Ap 22:12; Ap 22:20). También hay referencias indirectas a la misma idea (Ap 6:11; Ap 12:12; Ap 17:10). La respuesta personal de Juan a estas declaraciones del pronto cumplimiento del propósito divino fue: “Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Ap 22:20). Por lo tanto, el concepto de la inminencia del regreso de Jesús se halla explícito e implícito a través de todo el libro. La segunda venida de Cristo es el gran acontecimiento culminante del antiquísimo conflicto entre el bien y el mal que comenzó cuando Lucifer puso en tela de juicio el carácter y el gobierno de Dios. Las declaraciones en el Apocalipsis y en otros pasajes bíblicos respecto a la inminencia del retorno de Cristo, deben entenderse dentro de los límites de este gran conflicto. Dios podría haber aniquilado con toda justicia a Lucifer cuando con obstinada impenitencia persistió en su rebelión; pero la sabiduría divina difirió la exterminación del mal hasta que la naturaleza y los resultados del pecado se hiciesen plenamente visibles para los habitantes del universo (PP 21-23). En cualquiera de los diversos momentos cruciales de la historia de este mundo, la justicia divina podría haber pregonado “ ¡Hecho está!”, y Cristo podría haber venido para inaugurar su reino de justicia. Hace mucho tiempo que podría haber culminado sus planes para la redención de este mundo. Así como se ofreció a Israel la oportunidad de preparar el camino para el reino eterno de Dios en la tierra cuando ese pueblo se estableció en la tierra prometida, y nuevamente cuando volvió de su destierro en Babilonia, así también le dio a la iglesia de los tiempos apostólicos el privilegio de completar la comisión evangélica. Otra oportunidad semejante llegó con el gran despertar del segundo advenimiento en el siglo XIX. Pero en todos esos casos, el pueblo escogido de Dios no supo aprovechar la oportunidad que le fue ofrecida con tanta bondad. El movimiento adventista, animado por el consejo inspirado, esperaba que Cristo viniese muy pronto después de 1844. Cuando Jesús aún no había aparecido a fines del siglo, se recordó repetidas veces a los creyentes adventistas que el Señor podría haber venido antes de ese tiempo (3JT 73; 8T 115-116; 3JT 297; DTG 587-588; CS 511). Cuando se explicara por qué el tiempo había continuado más de lo que sus primeros testimonios parecían indicar, respondió: “¿Cómo es el caso del testimonio de Cristo y de sus discípulos? ¿Estaban engañados?... Los ángeles de Dios en sus mensajes para los hombres representan el tiempo como muy corto... ¿Pero ha fallado la Palabra de Dios? ¡Nunca! Debe recordarse que las promesas y las amenazas son igualmente condicionales” (1MS 76-77). Por lo tanto, es claro que aunque la segunda venida de Cristo no depende de ninguna condición, las repetidas declaraciones de las Escrituras de que su venida era inminente estaban condicionadas por la respuesta de la iglesia a la exhortación de que terminara la obra de predicar el Evangelio en su generación. No ha fallado la Palabra de Dios que declaró hace siglos que el día de Cristo “se acerca” (Rom 13:12). Jesús hubiera venido muy pronto si la iglesia hubiese hecho la obra que se le encomendó. La iglesia no tenía derecho a esperar a su Señor porque no había cumplido con las condiciones. Ver Ev 503-505. De modo que las declaraciones del ángel del Apocalipsis a Juan respecto a la inminencia del regreso de Cristo para poner fin al reinado del pecado, deben ser entendidas como una expresión de la voluntad de Dios y de su propósito. Dios nunca ha pensado en demorar la consumación del plan de salvación; siempre ha expresado su voluntad de 747 que el regreso de nuestro Señor no se retarde mucho. Estas declaraciones no deben entenderse en términos de la presciencia de Dios de que habría una demora tal, ni tampoco a la luz de la perspectiva histórica de lo que en realidad ha sucedido en la historia del mundo desde ese tiempo. Es verdad que Dios sabía de antemano que la venida de Cristo sería demorada unos dos mil años; pero cuando envió sus mensajes a la iglesia por intermedio de los apóstoles, expresó esos mensajes en términos de su voluntad y propósito respecto a dicho acontecimiento para que su pueblo estuviese informado de que, en la providencia divina, no había necesidad de una demora. Por consiguiente, las siete declaraciones del Apocalipsis respecto a la proximidad de la venida de Cristo deben entenderse como una expresión de la voluntad y el propósito de Dios, como promesas expresadas condicionalmente, y no como declaraciones basadas en el conocimiento previo de Dios. En este hecho debe hallarse sin duda la armonía entre los pasajes que exhortan a estar preparados para la pronta venida de Cristo y aquellos períodos proféticos que revelan cuán distante se halla en realidad el día de nuestro Señor Jesucristo. La declaró. Gr. semáinō, “señalar”, “indicar”, “dar señal”; “declaró”, “explicó”. Ángel. Gr. ággelos, “mensajero”. Los ángeles frecuentemente cumplen la función de ser portadores de revelaciones divinas (cf. Dan 8:16; Dan 9:21; Luc 1:19; Luc 1:26, etc.). Este ángel ha sido identificado como Gabriel (ver com. Luc 1:19). Juan. Es decir, Juan el apóstol (ver pp. 733-738; cf. com. Mar 3:17). El Apocalipsis es el único libro de Juan en el que éste se identifica por nombre (ver t. V, p. 869; cf. 2 Juan 1; 3 Juan 1). ]
Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver. 2
[V.2-> Ha dado testimonio. Mejor “dio testimonio”. Gr. marturéō, “dar testimonio”, “testificar”. El pretérito (emartúr’sen) muestra que el autor se refiere a lo que está por escribir desde el punto de vista de sus lectores, para quienes la acción ya sería algo pasado cuando recibieran el mensaje. Las epístolas de Pablo (ver com. Gal 6:11; Fil 2:25) presentan numerosos ejemplos de este uso del pretérito; lo mismo se ve en escritos de autores griegos y romanos antiguos. Esta costumbre se consideraba como un acto de cortesía para el lector. Juan declara que es testigo, que da testimonio de todo lo que Dios te había revelado. Palabra. Gr. lógos, “palabra”, “declaración”, “mensaje”, “oráculo” (ver com. Jn 1:1). De Dios. Es decir, que se origina en Dios, o es hablada por Dios. Juan se refiere a “la revelación de Jesucristo, que Dios le dio” (Ap 1:1). “La palabra de Dios”, “el testimonio de Jesús”, y “todas las cosas que ha visto”, se refieren a lo mismo: a “la revelación” del Ap 1:1. El testimonio de Jesucristo. Puede referirse a que el libro del Apocalipsis es un mensaje proveniente de Jesús o acerca de Jesús (ver com. Ap 1:1). El contexto favorece la primera interpretación; pero, por supuesto, es ambas cosas. Los Ap 1:1 y Ap 1:2 tipifican un típico paralelismo invertido, en el cual las líneas primera y cuarta son paralelas, y la segunda es paralela a la tercera: ”La revelación de Jesucristo, que Dios le dio... La palabra de Dios.... del testimonio de Jesucristo”. Ha visto. Mejor “vio”. Vocablos que significan comunicación y percepción visual, aparecen 73 veces en el Apocalipsis; y palabras que denotan comunicación y percepción auditiva, 38 veces. El Apocalipsis es un informe real de lo que Juan vio y oyó mientras estaba en visión. ]
Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver. 3
[V.3-> Bienaventurado. Gr. makários, “feliz” (ver com. Mat 5:3). Algunos sugieren que aquí puede haber una alusión a Luc 11:28. El que lee. Sin duda es una referencia en primer lugar a la persona que se escogía en la iglesia antigua para leer en público los escritos sagrados. Juan anticipa la lectura pública del libro que ahora dirige a “las siete iglesias que están en Asia” (Ap 1:4), en la presencia de los miembros reunidos de cada congregación (cf. Col 4:16; 1Ts 5:27). Esta práctica cristiana refleja la costumbre judía de leer “la ley y los profetas” en la sinagoga cada sábado (Hch 13:15; Hch 13:27; Hch 15:21; etc.; ver t. V, pp. 59-60). La orden implícita de que se leyera el Apocalipsis en las iglesias de Asia sugiere que sus mensajes eran aplicables a la iglesia en los días de Juan (ver com. Ap 1:11). Los que oyen. O sea los miembros de iglesia. Nótese que hay sólo un lector en cada iglesia, pero hay muchos que “oyen” lo que se lee. La bendición que acompañaba la lectura del Apocalipsis en las “siete iglesias” de a provincia romana de Asia, pertenece a todos los cristianos que leen este libro con el deseo de comprender más perfectamente las verdades que allí se registran. Esta profecía. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto “la profecía”. Algunos sugieren que Juan pide aquí específicamente que se le dé igual oportunidad a la lectura del Apocalipsis como a los libros proféticos del AT, los cuales se leían en la sinagoga cada sábado. Aunque la palabra “profecía”, como se usa en la Biblia, se refiere a un mensaje específico de Dios, sea cual fuere su naturaleza (ver com. Rom 12:6), el libro de Apocalipsis puede ser llamado acertadamente una profecía en el sentido más estricto porque es una predicción de acontecimientos futuros. Guardan. La flexión del verbo en griego implica la observancia habitual de las admoniciones de este libro como una norma de vida. Ver com. Mat 7:21-24. Escritas. Mejor “han sido escritas”, con el sentido de que “permanecen escritas”. Tiempo. Gr. kairós, “tiempo”, con el significado de un momento particular, una ocasión propicia, un tiempo establecido de antemano para un acontecimiento particular (ver com. Mar 1:15). Este “tiempo” que “está cerca” es el tiempo para el cumplimiento de “las cosas en ella escritas”, “las cosas que deben suceder pronto” de Ap 1:1 (ver este com.). La inminencia de esos acontecimientos es el motivo para observar atentamente “las palabras de esta profecía”. Por lo tanto, el Apocalipsis es de importancia muy especial para los que creen que “el tiempo” de la venida de Cristo “está cerca”. Compárese con la Nota Adicional de Romanos 13. Está cerca. Como vivimos en los últimos momentos del “tiempo”, las profecías del Apocalipsis tienen una importancia capital para nosotros. “Especialmente Daniel y Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra” (TM 112). “Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su orden, deben ocupar el primer lugar en el pensamiento de los hijos de Dios” (3JT 279). ”Al libro de Daniel se le quita el sello en la revelación que se le hace a Juan” (TM 115). Mientras que el libro de Daniel presenta a grandes rasgos los sucesos de los últimos días, el libro de Apocalipsis da vívidos detalles acerca de dichos sucesos, de los cuales ahora se declara que están “cerca”. ]
Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver.
[V.5-> Jesucristo. Ver com. Ap 1:1. Los otros miembros de la Deidad ya han sido mencionados en el Ap 1:4. Testigo fiel. En el texto griego este título está en aposición con “Jesucristo”, que aparece en el caso genitivo-ablativo. Normalmente estas palabras deberían estar en el mismo caso; sin embargo quedan, como el título divino para el Padre (ver com. Ap 1:4), aquí en caso nominativo, sin cambio ninguno. Algunos sugieren que Juan implica así la divinidad de Cristo y su igualdad con el Padre (ver Nota Adicional de Juan 1). Cristo es el “testigo fiel” porque es el representante perfecto del carácter, la mente y la voluntad de Dios delante de la humanidad (ver com. Jn 1:1; Jn 1:14). Su vida sin pecado en la tierra y su muerte como sacrificio testifican de la santidad del Padre y de su amor (Jn 14:10; ver com. Ap 3:16). Primogénito. Gr. prōtótokos, “primogénito” (ver com. Mat 1:25; Rom 8:29; cf. com. Jn 1:14). Jesús no fue cronológicamente el primero que resucitó de entre los muertos, pero puede considerarse como el primero en el sentido de que todos los que resucitaron antes y después de él, fueron liberados de las ataduras de la muerte sólo en virtud del triunfo de Cristo sobre el sepulcro. Su poder para poner su vida y para volverla a tomar (Jn 10:18) lo coloca en una posición superior a todos los otros hombres que hayan salido alguna vez de la tumba, y lo caracteriza 750 como el origen de toda vida (Rom 14:9; 1Co 15:12-23; ver com. Jn 1:4; Jn 1:7-9). Este título, como el que sigue, refleja el pensamiento de Sal 89:27. Soberano. O “gobernante”. Este mundo pertenece legítimamente a Cristo. Cristo triunfó sobre el pecado y recobró la heredad que perdió Adán, y es el gobernante legítimo de la humanidad (Col 2:15; cf. Col 1:20; Ap 11:15). En el día final todos los seres humanos lo reconocerán como tal (Ap 5:13). Pero ya sea que se lo reconozca o no, Cristo ha tomado el dominio de los asuntos terrenales para el cumplimiento de su propósito eterno (ver com. Dan 4:17). El plan de la redención, que se ha convertido en una verdad histórica mediante su vida, muerte y resurrección, ha ido avanzando paso tras paso hacia el gran día del triunfo definitivo. Ver Ap 19:15-16. Que nos amó. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto “que nos ama” (BJ, BA, BC). El amor de Dios, revelado en Jesucristo, es ahora un hecho histórico; pero él “nos ama” ahora tanto como cuando entregó la dádiva suprema de su Hijo. Lavó. La evidencia textual favorece la variante “soltó”; “libertó” (BA). Esta diferencia sin duda surgió por la similitud entre las palabras griegas lóuō, “lavar”, y lúō, “soltar”. Ser “soltado” de los pecados es ser libertado del castigo y del poder del pecado (ver com. Jn 3:16; Rom 6:16-18; Rom 6:21-22). Con su sangre. O “por su sangre”, es decir por la muerte de Cristo en la cruz. Fue un sacrificio vicario (ver com. Isa 53:4-6; cf. DTG 16).
Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver. 6
[V.6-> Reyes y sacerdotes. La evidencia textual establece (cf. p. 10) el texto “un reino, sacerdotes” (BC), quizá una alusión a Exo 19:6 (cf. Ap 5:10). Cristo ha constituido a su iglesia en un “reino” y a sus miembros individuales en sacerdotes. Ser miembro del reino es ser “sacerdote”. Compárese con el “real sacerdocio” de 1Pe 2:9. Los que han aceptado la salvación en Cristo, constituyen un reino cuyo rey es Cristo. Es una referencia al reino de la gracia divina en los corazones de los seres humanos (ver com. Mat 4:17). Un sacerdote puede ser considerado como uno que presenta ofrendas a Dios (cf. Heb 5:1; Heb 8:3), y en este sentido todo cristiano tiene el privilegio de presentar “sacrificios espirituales” -oración, intercesión, acción de gracias, gloria- a Dios (1Pe 2:5; 1Pe 2:9). Como cada cristiano es un sacerdote, puede acercarse a Dios personalmente, sin la mediación de otro ser humano, y también acercarse -interceder- por otros. Cristo es nuestro mediador (1Ti 2:5), nuestro gran “sumo sacerdote”, y por medio de él tenemos el privilegio de llegarnos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb 4:15-16). A él sea gloria. Literalmente “a él la gloria” (BJ, BC, NC), es decir, a Cristo (Ap 1:5). El artículo definido que acompaña al sustantivo sugiere una gloria específica, quizá la gloria total. Para un comentario sobre dóxa, la palabra que se traduce “gloria”, ver com. Rom 3:23. Imperio. El atribuirle “imperio” a Cristo es reconocerlo como el gobernante legítimo del universo. Después de la resurrección recibió “toda potestad... en el cielo y en la tierra” (ver com. Mat 28:18). Cristo merece la alabanza siempre continua de la humanidad como agradecimiento por su triunfo sobre el pecado y la muerte (Col 2:15). Satanás había puesto en tela de juicio el derecho de Cristo a la “gloria” y al “imperio”, pero éstos pertenecen legítimamente a Cristo. Con esta doxología o atribución de alabanza, termina Juan el saludo en su carta (Ap 1:4-6). Por los siglos de los siglos. Gr. eis tóus aiōnás tōn aiōnōn, “para los siglos de los siglos” y por lo tanto, “para siempre”. En cuanto a la palabra aiōn, ver com. Mat 13:39. Juan no percibe límite alguno de tiempo al derecho de Cristo a la “gloria e imperio”. Amén. Ver com. Mat 5:18. ]
Apocalipsis (de Juan) 1-> Ver.
[V.7-> He aquí que viene. Después de terminar el saludo en el Ap 1:6, Juan anuncia el tema del Apocalipsis: la segunda venida de Cristo. Esta es la meta hacia la cual se mueve todo lo demás. Es significativo que Juan use el tiempo presente, “que viene”, con lo cual destaca la certeza del acontecimiento, quizá también su inminencia (ver com. Ap 1:1). Con las nubes. Ver com. Hch 1:9-11. Traspasaron. Gr. ekkentéō. Esta palabra la usa Juan en su Evangelio (Jn 19:37) cuando cita a Zac 12:10. Los traductores de la LXX sin duda se equivocaron al leer en Zac 12:10 la palabra hebrea daqaru, “traspasaron”, como raqadu, “danzaron en triunfo”, y así la tradujeron al griego. El Evangelio de Juan es el único en donde se registra que el costado de Jesús fue herido por un lanzazo (Jn 19:31-37). Este punto de similitud entre los dos libros es una evidencia indirecta de que el Apocalipsis fue escrito por la misma mano que redactó el cuarto Evangelio. Aunque Juan sin duda escribe en griego, no tiene en cuenta la LXX en ambos casos, y da una traducción correcta del hebreo. La afirmación de Ap 1:7 claramente implica que los responsables de la muerte de Cristo serán levantados de entre los muertos para presenciar su venida en gloria (ver com. Dan 12:2). Durante su enjuiciamiento Jesús advirtió a los dirigentes judíos en cuanto a este temible suceso (Mat 26:64). Lamentación. Literalmente “se cortarán”, referencia a la costumbre antigua de cortar o herir el cuerpo como señal de tristeza. En sentido figurado, como aquí, describe el dolor más bien que la acción física de herirse el cuerpo. Refleja el remordimiento que se apoderará de los impíos (ver com. Jer 8:20). ]
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LA SECTA MAS GRANDE DEL MUNDO E IGLESIA DE SATANAS .La Sinagoga de Satán explora la historia del satanismo espiritismo y su desarrollo, ahondando en la práctica de la brujería, los aquelarres, la magia negra y las misas eucaristía ,virgen María negras satanas al rezar purgatorio los muertos EXTRATRERRESTRES El título es una alusión a dos pasajes de la Biblia, específicamente Apocalipsis 2:9 y 3:9, donde aparece la expresión.Apocal CAP 12:3,9.
Dragón Satanás .
Apocalipsis (de Juan) 12-> Ver. 3
[V.3-> Señal. Gr. s’méion (ver com. Ap 12:1). Dragón escarlata. Este símbolo o poder se identifica en el Ap 12:9 como “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás”. Este símbolo representa a Satanás actuando por medio de la Roma pagana, el poder que gobernaba el mundo cuando Jesús nació (ver com. Ap 12:4; cf. CS 491). El dragón se describe como de color “escarlata”, probablemente porque en toda su relación con la iglesia de Dios aparece como perseguidor y destructor de ella. Su propósito ha sido el de destruir a los hijos del Altísimo. Siete cabezas. También aparecen siete cabezas en la bestia que Juan vio surgir del mar 823 (Ap 13:1) y sobre la bestia bermeja (Ap 17:3). Las cabezas del Ap 17:9-10 se identifican como “siete montes” y “siete reyes”. Es, pues, razonable concluir que las siete cabezas del dragón representan poderes políticos que han fomentado la causa del dragón, y por medio de los cuales este ha ejercido su poder perseguidor. Algunos sostienen que el número “siete” se usa aquí como un número que indica plenitud, y que no es necesario identificar precisamente a siete naciones por medio de las cuales haya obrado Satanás. Cf. com. Ap 17:9-10. En cuanto a una descripción de la serpiente de siete cabezas en la mitología antigua, ver com. Isa 27:1. El Talmud también menciona un dragón con siete cabezas (Kiddushin 29b). Diez cuernos. La bestia de los cap. 13 y 17 también tenía cada una diez cuernos. Algunos sostienen que los diez cuernos del dragón son idénticos a los de las dos bestias, y que los de la segunda bestia (Ap 17:7) son idénticos a los diez cuernos de la cuarta bestia de Dan.7. Para identificar los diez cuernos de la cuarta bestia, ver com. Dan 7:1. Otros ven en los diez cuernos del dragón una designación más general de los poderes políticos menos importantes, por medio de los cuales ha obrado Satanás, en contraste con las siete cabezas, que pueden considerarse como una representación de los principales poderes políticos (ver com. “siete cabezas”). Sugieren que el número “diez” puede ser un número redondo, como sucede a menudo en otras partes de las Escrituras (ver com. Luc 15:8). Cf. com. Ap 17:9-10. En sus cabezas. Las insignias de realeza sobre las cabezas pueden tomarse como una evidencia adicional de que representan reinos políticos (ver com. “siete cabezas”). Diademas. Gr. diád’ma, literalmente “algo ceñido”, de diadéō, “ceñir”. Esta palabra se usaba para describir la insignia de realeza de los reyes persas, una cinta azul bordeada de blanco, que se usaba sobre el turbante. Después llegó a ser usada como señal de realeza. Diád’ma sólo aparece aquí y en Ap 13:1 y Ap 19:12. Diád’ma, que contrasta con stéfanos, también se traduce “corona” en el NT (Mat 27:29; 1Co 9:25; 2Ti 4:8; etc,) Stéfanos era una guirnalda que con frecuencia significaba el premio o trofeo que se daba a los vencedores (ver com. 1Co 9:25). ]
Apocalipsis (de Juan) 12-> Ver.
[V.7-> Batalla en el cielo. Juan presenta ahora brevemente la historia del gran conflicto que hubo en el cielo entre Satanás y Cristo, desde su origen hasta el momento en que Cristo triunfó en la cruz (Ap 12:7-9 cf. Col 2:14-15), cuando Satanás fue arrojado definitivamente del cielo a la tierra (Ap 12:10-12), y el desarrollo de ese conflicto en la tierra hasta el tiempo del fin (Ap 12:13-16; ver com. Dan 11:35). Esta breve reseña queda como trasfondo de la extensa descripción del desarrollo del conflicto durante el tiempo del fin, por medio del cual esa lucha finalmente termina con éxito (Ap 12:17 a 20:15). En el Ap 12:9-11 Juan habla más particularmente de la fase del conflicto librado en el cielo en relación con la muerte de Cristo en la cruz. En cuanto a la evidencia del contexto que apoya esta conclusión, ver com. Ap 12:9. Aunque el revelador enfoca primordialmente su atención sobre el punto culminante del conflicto, que tuvo lugar en la cruz, la frase “hubo una gran batalla en el cielo” también puede entenderse como que se refiere al tiempo anterior a la creación de la tierra, cuando la hostilidad del dragón comenzó porque Lucifer aspiraba a ser semejante a Dios (ver com. Isa 14:13-14; Eze 28:12-16). En ese tiempo Satanás fue expulsado del cielo junto con los ángeles que simpatizaban con él (ver 2Pe 2:4; Jud 1:6). Los ángeles leales no entendieron plenamente entonces todas las consecuencias que estaban implicadas; pero cuando Satanás vilmente derramó la sangre de Cristo, quedó completa y eternamente desenmascarado delante del mundo celestial. Desde ese momento sus actividades fueron aún más restringidas (ver DTG 709). Miguel. Gr. Mija’l, una transliteración del Heb. mika’el, que significa “¿quién semejante a Dios?” Miguel es mencionado como “uno de los principales príncipes” (Dan 10:13), como “el gran príncipe” (Dan 12:1), y también como “el arcángel” (Jud 1:9). La literatura judía describía a Miguel como el más encumbrado de los ángeles, el verdadero representante de Dios, y lo identificaba como el ángel de Jehová (ver Talmud Yoma 37ª; Midrash Rabbah, com. Gen 18:3; Exo 3:2). Según el Midrash Rabbah, com. Exo 12:29, Miguel fue el ángel que vindicó a Israel contra las acusaciones de Satanás. Un examen cuidadoso de las referencias bíblicas a Miguel permite concluir que no es otro sino nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo (ver com. Dan 10:13; cf. com. Jud 1:9).]
Apocalipsis (de Juan) 12-> Ver. 8
[V.8-> No prevalecieron. Como la frase “batalla en el cielo” (Ap 12:7) puede tener una doble aplicación cuando se describe tanto el conflicto inicial en el cielo entre Lucifer y Dios como el que comenzó en la tierra entre Satanás y el Cristo encarnado, las palabras “no prevalecieron” pueden aplicarse apropiadamente a ambas etapas del conflicto, pues Satanás no tuvo éxito en ninguna de las dos. Ya lugar. Estas palabras pueden entenderse como una referencia al lugar que una vez poseyeron u ocuparon, o se les había asignado. Lucifer fue una vez el querubín “protector” (ver com. Eze 28:14), y los ángeles que se unieron con él en la rebelión ejercían diversas funciones de responsabilidad. Lucifer y sus ángeles perdieron esas funciones cuando fueron arrojados del cielo. ]
Apocalipsis (de Juan) 12-> Ver. 9
[V.9-> Fue lanzado fuera. Satanás y sus ángeles fueron expulsados del cielo en las edades pasadas (2Pe 2:4), antes de la creación de este mundo Sin embargo, parece que hasta el momento del drama de la cruz podía llegar hasta los seres celestiales, y en un grado limitado, posiblemente como “príncipe de este mundo” (Jn 12:31; Luc 4:6), pero no como habitante del cielo, podía entrar en los recintos celestiales ver com. “en tierra”). Esta puede ser, sin embargo, la expulsión definitiva que ocurrió en la cruz, como lo declaró nuestro Señor (Jn 12:31-32; . Es evidente por el contexto (Ap 12:10-13) que Juan se está refiriendo más específicamente a los sucesos relacionados con el triunfo de Cristo en la cruz. Pueden notarse los siguientes puntos: 1. La proclamación que hace una “gran voz en el cielo” (Ap 12:10-12) es más o menos un paréntesis, cuyo propósito es explicar el significado de la expulsión de Satanás (Ap 12:9), en primer lugar a los habitantes del cielo, y luego a los de esta tierra. Después de este paréntesis explicatorio, el Ap 12:13 continúa la narración de las actividades de Satanás a partir del lugar donde había quedado en el Ap 12:9. Por consiguiente, los Ap 12:10-12 constituyen, principalmente, una declaración relativa al estado del plan de salvación en el momento en que Satanás fue “arrojado a la tierra”. 2. La primera declaración de la “gran voz” consiste en una serie de hechos relacionados con el triunfo de Cristo en la cruz sobre Satanás: se aseguró el plan de la “salvación”, se dio “poder” para resistir los engaños de Satanás, se aseguró el “reino” de Cristo y fue confirmado su “poder” literalmente “autoridad” de ser el Salvador del hombre, el sumo sacerdote y rey (Mat 28:18; CS 558). 3. La razón que se da en Ap 12:10 para esta cuádruple victoria es muy especifica: que “ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos”, lo cual relaciona claramente lo que se ha hecho con la expulsión del Ap 12:9. 4. En el tiempo de la expulsión de los Ap 12:9-10; Ap 12:13, “el acusador de nuestros hermanos” ya los había estado acusando activamente “delante de nuestro Dios día y noche”. Es obvio que esta caída ocurrió después de que Satanás había estado acusando durante cierto tiempo a “los hermanos”; por lo tanto, según parece ésta no puede ser la expulsión original de Satanás, la cual fue, por supuesto, antes de la creación de la tierra y de Adán y Eva. 5. El Ap 12:11 declara específicamente que fue “la Sangre del Cordero” -la muerte de Cristo en la cruz- la que había hecho posible la victoria sobre “el acusador de nuestros hermanos”. El gran dragón. Ver com. Ap 12:3. Serpiente. Una referencia a la serpiente que engañó a Eva (Gen 3:1). Antigua. Gr. arjáios, “antiguo”, “viejo”, de arj’, “principio”. “Arcaico” deriva de arjáios. Cf. Jn 8:44. Diablo. Gr.Diábolos, “calumniador” (ver com. Mat 4:1). Satanás. Gr. Satanás, transliteración del Heb. Sátan, que significa “adversario” (ver com. Zac 3:1). Engaña. Gr. Planáō, “hacer errar”, “descarriar”. “engañar” (ver com. Mat 18:12). Mundo. Gr. oikoumén’ “el mundo habitado”, de oikéō, “morar” (ver com. Mat 4:8). A la tierra. El conflicto en el cielo comenzó debido a los planes para la creación del hombre Cuando la tierra fue creada y entregada a Adán, Satanás se esforzó para hacer que cayera el hombre que acababa de ser creado. Cuando consiguió que Adán y Eva cayeran, reclamó la posesión de la tierra (ver com. Mat 4:8-9); pero lo limitó sus esfuerzos a esta tierra sino que también tentó a los habitantes de otros mundos . No será sino hasta la segunda venida de Cristo cuando Satanás será completamente confinado a esta tierra durante mil años (ver com. Ap 20:3; ]
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 1
[V.1-> Me paré. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por la variante “y él se paró”. Si se adopta esta variante, sería mejor unir “y él se paró sobre la arena del mar” con el Ap 12:17, como se hace en ciertas ediciones griegas y versiones castellanas (BJ, BC, NC). “El” se referiría entonces al dragón que está en la playa del mar esperando el surgimiento de la bestia, con el propósito de investirla con su poder y autoridad (Ap 13:2). Pero si se acepta la variante “me paré”, entonces Juan describe simplemente el promontorio desde donde vio cómo ascendería la bestia. La arena del mar. El mar sin duda representa pueblos, naciones y lenguas (ver com. Ap 17:1-2; Ap 17:8; cf. com. Dan 7:2). Del mar. Esta bestia sube “del mar”, pero la bestia del Ap 13:11 sube “de la tierra”. La una sube o surge de entre multitudes de pueblos (ver com. “arena del mar”); la otra, en donde la población es escasa (ver com. Ap 13:11). Una bestia. En cuanto al significado de bestia en la profecía simbólica, ver com. Dan 7:3; y en cuanto a la identificación de la bestia, ver com. Ap 13:2. Siete cabezas. Algunos identifican estas cabezas con las que tiene el dragón y también con las de la bestia del cap. 17 (ver com. Ap 12:3). Otros ven en estas cabezas las diversas organizaciones políticas por medio de las cuales actúa la nueva bestia después que el dragón de siete cabezas le cede “su poder y su trono, y grande autoridad” (Ap 13:2). Para un comentario sobre el número siete, ver com. Ap 1:11. Diez cuernos. Algunos identifican estos cuernos con los del dragón (ver com. Ap 12:3). Otros limitan la aplicación de estos cuernos a naciones por medio de las cuales el poder representado por la bestia ejerció su voluntad y autoridad (ver com. Ap 12:3). Diademas. Gr. diád’ma, “corona real” (ver com. Ap 12:3). Estas coronas en los cuernos confirman la identificación de los cuernos como poderes políticos. Nombre. La evidencia textual se inclina (cf. p. 10) por el texto “nombres” (BA, NC). Blasfemo. Gr. blasf’mía, que significa “injuria”, “calumnia”, cuando se dirige contra los hombres, y palabras impías, cuando se dirigen contra Dios. Sin duda aquí predomina el último sentido. El nombre o los nombres aparecen como si estuvieran escritos sobre las cabezas. Representan indudablemente los títulos blasfemos usurpados por la bestia (ver com. Dan 7:25). ]
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 2
[V.2-> Leopardo... oso... león. Una evidente alusión al simbolismo de Dan. 7. Daniel vio tres bestias: la primera era semejante a un león; la segunda, a un oso; la tercera, a un leopardo. La bestia que vio Juan tenía características físicas tomadas de las tres, lo que indica, sin duda alguna, que el poder representado por la bestia de Apocalipsis posee características evidentes en los imperios de Babilonia, Persia y Grecia. Algunos han notado que Juan alude a estos poderes en el orden inverso de su aparición en la historia, o mirando retrospectivamente desde sus días. Dragón. Ver com. Ap 12:3. Le dio su poder. El dragón representa en primer lugar a Satanás, y en un sentido secundario recibió del dragón “su poder, y su trono, y grande autoridad” fue, claramente, la Roma papal. “De las ruinas de la Roma política se levantó el gran imperio moral en la “forma gigantesca” de la Iglesia Romana” (A. C. Flick, The Rise of the Mediaeval Church [ 1900], p. 150). Esta identificación es confirmada 832 por las especificaciones enumeradas en los versículos siguientes. Detrás de todo estaba Satanás, que procuraba exterminar a la iglesia. Cuando se dio cuenta que sus esfuerzos para aniquilar a los seguidores de Cristo por medio de la persecución resultaban ineficaces, cambió sus tácticas y se propuso separar de Cristo a la iglesia por medio del establecimiento de un sistema religioso falso y complejo. El dragón no actúa directamente por medio del paganismo, sino que empieza a trabajar tras la fachada de una organización profesamente cristiana, esperando de este modo disfrazar su identidad. Trono. Gr. thrónos. Los papas ascendieron al trono de los césares. La capital del sistema papal era la misma que la que había ocupado el Imperio Romano durante su apogeo. Grande autoridad. El papado predominó en los asuntos políticos y religiosos, y sobre la conciencia de los hombres. ] Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver.
[V.3-> Una de sus cabezas. Ver com. Ap 13:1. Herida. Gr. sfázō, “matar”, “degollar”. Es afín de la palabra que se traduce “inmolado” en el Ap 5:6. Los adventistas creen que esta predicción se cumplió asombrosamente en 1798, cuando el general Berthier entró en Roma a la cabeza del ejército francés y declaró que había terminado el poder político del papa. Tomó prisionero al papa, lo llevó a Francia, donde poco después murió (ver com. Dan 7:25; CS 492). Sin embargo, este suceso sólo marcó la culminación de una larga serie de acontecimientos. La decadencia del poder papal había comenzado muchos años antes (ver Nota Adicional de Dan. 7). El comienzo de la Reforma protestante fue un hecho significativo en la larga serie de acontecimientos. Su herida. Gr. pl’g’, “un golpe”, también la herida producida por un golpe. Uno u otro significado puede adaptarse en este versículo. La “herida de muerte” podría ser, o el golpe que produce la muerte, o la herida que produce la muerte. Fue sanada. En los años que transcurrieron después de la Revolución Francesa se produjo un reavivamiento gradual del sistema papal. El papa sufrió un nuevo golpe en 1870, cuando le fueron quitados los Estados papales. Un suceso importante aconteció en 1929 cuando, por el tratado de Letrán, el poder temporal le fue restaurado al papa. Recibió entonces el gobierno de la Ciudad del Vaticano, una sección de la ciudad de Roma, que ocupa una extensión de unas 44 hectáreas. Sin embargo, el profeta contempla que hay una restauración mucho mayor. Vio la herida completamente curada, como lo insinúa el texto griego. Juan vio, además, que después de la curación “todos los moradores de la tierra” -excepto unos pocos fieles- adoraron a la bestia (Ap 13:8; ). Esta adoración aún se halla en el futuro. Aunque el papado recibe el homenaje de ciertos sectores, enormes conjuntos humanos no le rinden pleitesía. Pero esto cambiará. La bestia del Ap 13:11 “hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada” (Ap 13:12). Se maravilló toda la tierra. Parecía increíble que pudiera resurgir el poder papal; pero la profecía ha declarado que así sucedería. ]
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 4
[V.4-> Adoraron al dragón. Adorar a la bestia es en verdad adorar al dragón, porque la bestia es el instrumento o agente visible del dragón, que lleva a cabo los propósitos del dragón. El período del restablecimiento del papado también se caracterizará por la actividad sin paralelo del espiritismo. Detrás del espiritismo está Satanás que obra “con todo engaño de iniquidad” (2Ts 2:10). Por medio del catolicismo romano, el espiritismo y el protestantismo apóstata, Satanás se propone lograr que todo el mundo le adore; y lo conseguirá, excepto de un noble remanente que se negará a acceder a sus pretensiones (Ap 12:17; Ap 13:8). Adoraron a la bestia. Ver com. “adoraron al dragón”. ¿Quién como? Tal vez sea una parodia de expresiones similares dirigidas a Dios (Exo 15:11; Sal 35:10; Sal 113:4). ¿Podrá luchar contra ella? La resistencia a las demandas de la bestia evidentemente significaba guerra. Se sugiere que regiría por la fuerza de las armas y que la resistencia sería inútil; pero finalmente Cristo y los ejércitos del cielo tendrán éxito en su lucha contra ella, y la arrojarán viva “dentro de un lago de fuego que arde con azufre” (Ap 19:20). ]
Apocalipsis (de Juan) 13-> Ver. 12
[V.12-> Autoridad. Este versículo es una ampliación de la frase “hablaba como dragón” (Ap 13:1). El cumplimiento es aún futuro (ver com. Ap 13:11). Durante el apogeo de su poder, la primera bestia, el papado 835(ver com. Ap 13:2), ejerció amplia autoridad en asuntos tanto religiosos como políticos (ver com. Dan 7:8). Para que la segunda bestia ejerza toda la autoridad de la primera bestia, tendrá que entrar en el campo de la religión y procurar imponerse en el culto religioso. Este paso por parte de los Estados Unidos de Norteamérica significará que renuncia completamente a su política actual de conceder plena libertad religiosa a sus ciudadanos. Este cambio se predice aquí (ver 2JT 151). El cambio de política se presentará, sin duda, en forma aparentemente inofensiva. Ya se han hecho repetidos intentos para establecer leyes más estrictas en cuanto a la observancia del domingo como día de culto. Se espera que así mejoren los principios morales de la sociedad. Pero, por inofensivo que parezca, cualquier tentativa de regular las prácticas religiosas mediante una ley es una violación del principio fundamental de la libertad religiosa. Esta profecía predice que la institución del domingo, que es fruto del papado (ver com. Dan 7:25), será un día impuesto por ley bajo amenaza de sanciones económicas y finalmente de muerte (Ap 13:12-18). En presencia. La primera bestia, que había sido mortalmente herida, ha revivido, y se ocupa de nuevo de los asuntos mundiales. Su promotora e instrumento es la segunda bestia con dos cuernos de cordero. Hace que la tierra. O sea sus habitantes. Este movimiento es más que una empresa nacional; asume proporciones internacionales Adoren. La profecía indica la promulgación de alguna ley de carácter religioso cuya observancia será considerada como un acto de culto, en el cual el participante reconoce la autoridad de la primera bestia en asuntos religiosos. Una clave de la naturaleza de tal edicto se halla en el Ap 14:9-12. Esos versículos establecen un contraste entre los santos y los adoradores de la bestia y su imagen, y destacan que una de las características que distingue a los santos es la observancia de los mandamientos de Dios (Ap 13:12). Según Daniel, el poder aquí representado como la bestia pensaría “en cambiar los tiempos y la ley” (Ap 7:25). La historia registra un intento sumamente audaz de cambiar la ley divina: la sustitución del sábado, día de reposo del Señor, por el domingo, primer día de la semana (ver com. Dan 7:25). Es, pues, posible ver aquí una aplicación específica a un decreto civil que impondrá la observancia del domingo, una institución del papado, prohibiendo la observancia del sábado de la ley de Dios. Los hombres serían inducidos de esta manera a “adorar” a la “primera bestia”. Obedecerán su orden pasando por encima de la ley de Dios en cuanto al día de reposo. Ver com. Ap 13:16-17. El asunto del día de reposo es, por supuesto, sólo un aspecto del homenaje universal que la “bestia” recibirá finalmente (ver com. Ap 13:8). Lo que se prevé es un movimiento universal bajo la dirección de Satanás, quien intentará asegurar para sí la adhesión de los habitantes de esta tierra. Tendrá éxito en unir los diversos elementos religiosos y en asegurar la lealtad de los hombres para la nueva organización modelada a semejanza de la antigua (ver com. Ap 13:14). Satanás es el poder que está detrás de la “bestia”. El es el verdadero anticristo cuyo propósito es hacerse igual a Dios (ver 2Ts 2:9-10;
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