En un país de fábula vivía un viejo artista Que en una flauta mágica tenía su caudal. Tan pobre era y tan drástico que el mísero flautista, Dormía en copas de árboles más alto de un alar
Y los pájaros de la selva le venían a despertar. Y los pájaros de la selva le venían a despertar. Y el viejo flautista tocaba a su vez Diciendo a las aves con gran altivez.
Yo también soy un pájaro viejo Que llenó de trinos el aire vernal, Yo también he volado en la vida Sin rumbo y sin nido donde parejar.
Vosotros cantáis endechas de amor, Yo canto amarguras de mi corazón.
Pero una noche trágica durmióse el triste abuelo, Sobre el pomposo vertice del árbol secular. Y entre un fragor irrísono cayó la luz del cielo Y el mísero canásico durmió en la eternidad
Ni los pájaros de la selva consiguiéronle despertar, Ni los pájaros de la seva consiguiéronle despertar, Las aves cantaron y el viento lloró, El viento y las aves plateaban su voz.