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Adivínase el dulce y perfumado calor primaveral; los gérmenes se agitan en la tierra con inquietud en su amoroso afán, y cruzan por los aires, silenciosos, átomos que se besan al pasar. Hierve la sangre juvenil; se exalta lleno de aliento el corazón, y audaz el loco pensamiento sueña y cree que el hombre es, cual los dioses, inmortal. No importa que los sueños sean mentira, ya que al cabo es verdad que es venturoso el que soñando muere, infeliz el que vive sin soñar. ¡Pero qué aprisa en este mundo triste todas las cosas van! ¡Que las domina el vértigo creyérase!... la que ayer fue capullo, es rosa ya, y pronto agostará rosas y plantas el calor estival.
ROSALIA DE CASTRO
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