Anoche la luna se veía tán hermosa, con su cara bien redonda y mostrando una sonrisa, jugaba al escondite esperando a su amado, se ocultaba tras la Tierra que le ofrecía su cobijo.
Esperó largas horas, con la esperanza de saborear las caricias de sus labios...Se le acabó el romance antes de que empezará, triste ya por el avance de las horas, recitó una balada:
Sabe, si alguna vez en tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.
Se peinó ante el espejo que le ofrecía el agua del mar, se bañó entre sus olas, dejando en ellas el perfume de sus ansias, el baibén de las olas la transportó de nuevo a sus sueños de madrugada, cuando el sol por fin asoma en el horizonte y todavía ella pálida, puede ser saludada.
Danae