En el noreste de la provincia cacereña se halla La Vera, en una situación de privilegio al abrigo de las sierras de Gredos, Tormantos y San Bernabé. Enmarcada por las crestas de las sierras al norte y por el valle del río Tiétar al sur. Su límite oriental coincide con el de la provincia de Cáceres, definido por el cauce de la garganta de Alardos. Hacia el oeste, la frontera la establece la divisoria de aguas de la sierra de San Bernabé, que la separa del valle del Jerte.
La Vera es tierra fragosa y recia; laderas umbrosas y llenas de la policromía vegetal de sus bosques de robles, alisos, álamos, bayas y brezales que se funden con el verde espeso de los cultivos de pimiento y tabaco, ya en los aledaños del río Tiétar.
La predilección de Carlos I por La Vera (Yuste) como lugar para pasar sus últimos días, posiblemente, influyó en la extraordinaria fama que tuvo esta comarca como lugar de gran bondad climática y apacibles paisajes. Gabriel Acedo de Berrueza, citando a Estrabón, fijaba aquí los célebres Campos Elíseos, lugar de buenaventura, habitación de dioses y descanso de varones justos. y es que La Vera es sitio no sólo de los más fértiles, amenos y abundantes que haya en España sino también en toda Europa.
Efectivamente, es un lugar para ser visitado. La fresca brisa de las altas cumbres y las riberas soleadas originan una rica y variada vegetación, al abrigo de la que viven multitud de especies animales.
El clima es responsable del fértil suelo y de las caudalosas gargantas aptas para el baño que además propician multitud de cultivos, principal base de la economía y sustento de la mayor parte de los habitantes.
En cuanto a la ganadería, destaca la crianza de la cabra verata, que ha originado una productiva industria quesera y constituye la materia prima de una exquisita gastronomía.
Los elementos naturales han sido aprovechados por el hombre para crear un estilo arquitectónico muy singular. La casa típica está construida a base de piedra no labrada y adobe, trabazón y balcones antiguos de madera, con aleros voladizos. También encontramos casas señoriales e iglesias de origen medieval, cargadas de historia, que han soportado con tesón el paso de los siglos.
Guarda, la Vera, huellas de diferentes culturas que habitaron estas tierras; desde los milenarios castros celtibéricos, pasando por calzadas romanas y puentes románicos, hasta las esculturales iglesias que coronan cada uno de los pueblos que la conforman.
Pueblos que conservan fiestas y tradiciones de gran arraigo, destacando de todas ellas “Los Empalaos” en Valverde, “El Peropalo” en Villanueva y “Los Escobazos” de Jarandilla, que han sido declaradas Fiestas de Interés Turístico.
También, resaltar la fiesta de “Las Italianas” en Garganta la Olla.
Por todo esto, cualquiera que visite las tierras veratas podrá disfrutar de una naturaleza en estado casi puro, altas montañas para ser escaladas, verdes valles, aguas limpias y abundantes, lugares bellos e históricos y gente sencilla y amable que ama su tierra.
La artesanía más interesante es la relativa a la cerámica, los trabajos en mimbre, las tallas de madera y los bordados y puntillas.
La gastronomía presenta, como excelencia, el cochifrito de cabrito, sabrosísimo, en toda la comarca, como el cordero. Muy apreciadas son las perrunillas de Tejeda y el pimentón que se elabora en Madrigal, Losar y Cuacos. También tienen aceptación los vinos de pitarra, el queso de cabra y los dulces caseros.
Digno de ver en verdad esta Extremadura ...bess..Lola