Aquí en Andalucía no hay una sola persona que no sepa lo que son las castañuelas. Bueno, a lo mejor alguien puede dudarlo un momento, para luego decir: “¡Ah, los palillos!”, que es como también se les conoce en muchas comarcas andaluzas.
En efecto, este instrumento se utiliza tanto en el folclore español que, fuera de nuestras fronteras, su sonido se asocia a esta tierra, a pesar de que ni fue inventado ni se usa exclusivamente en España: fueron los fenicios los que lo crearon y difundieron en muchos países de la cuenca mediterránea.
Lo que puede sorprender a muchos andaluces, y españoles en general, es ver a una mujer ocupando la posición del solista, al lado del director de una orquesta sinfónica, con sólo un par de palillos, “igualitos a los que toca mi niña cuando va a clase de sevillanas…”.
Uno de estos momentos de protagonismo de un instrumento, por otro lado, tan humilde, se lo debemos a Manuel de Falla, uno de los más importantes compositores españoles, quien nació hace exactamente 133 años en Cádiz. Allí fue donde, jovencísimo, recibió una influencia, la de su niñera, que le marcó de por vida:
[...] en mi primerísima infancia, cuando yo sólo tenía dos o tres años [...] los cantos, las danzas y las historias de la Morilla me abrieron las puertas de un mundo maravilloso.
En La vida breve, una ópera escrita por Falla en su juventud, nos adentra dentro de ese mundo maravilloso, el de la música popular andaluza, dentro del granadino barrio del Albayzín, declarado por el UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad con este nombre.
Lucero Tena es la intérprete de castañuelas en la Danza española nº1 de esa ópera