CORDOBA
Paseando por tus calles, todas las noches yo sueño.
y esa ilusión me mantiene, en tanto me encuentre lejos,
quiero volver tierra mía,
porque te llevo muy dentro y poder cantar bajito,
por tus calles recorriendo, entrar por Mayo en tus patios,
y sentirme como dueño de geranios y de rosas
que adornan su maceteros,
pasar por calles estrechas que llevan a rincones bellos,
como el jardín de las Doblas,
con el olor tan intenso que desprenden
sus naranjos, perfumando el barrio entero.
Ver al Cristo de los Faroles que me mira sonriendo
y en sus labios creo escuchar porqué falté tanto tiempo,
acostumbrado a las tardes, que siempre venia a verlo
y a mi Dolores preciosa, fuera en verano ó invierno.
Bajando por el Bailio, caminando hacia el Realejo,
la Fuenseca, Santa Marta
y comienzo a contemplar el rosetón de San Lorenzo,
y que bonita es tu tierra, a San Rafael le comento,
cruzando por Santa Isabel, en San Agustín me encuentro,
buscado mujeres guapas, por callejones romeros
y que el gran Ramón Medina pregonó al mundo entero.
Paso por Santa Marina,
ese barrio de toreros y cruzando la Mal muerta,
aunque morir yo no quiero, busco llegar a las Ermitas,
que están cerquita del cielo, próxima al Califal Palacio
que a Medina Azahara hicieran, encargo de Abd al Rahman,
creador de un gran imperio que quiso que fueras Córdoba,
envidia del mundo entero, construyendo una Mezquita,
que es la reina del silencio, junto a esa bella Judería,
que impresiona recorriendo, con Averroes en la muralla,
y a Maimónides por dentro, cerca de los baños califales,
y de frente el Alcázar de los Reyes
con sus jardines de ensueño, mirando al río Guadalquivir por la
vega discurriendo, junto a Arco del Triunfo,
Calahorra, juntos al puente romano,
una gloria de otros tiempos.
Por todo esto como te añoro Córdoba mía,
y como sueño volviendo, tomándome en tus
tabernas con amigos que recuerdo,
un Moriles ó Montilla, con tapa de salmorejo,
o el boquerón en vinagre, de González,
otros tiempos, por eso quiero volver y que volver me
muero, y que si eso ocurriese,
yo mis cenizas deseo se las lleve mi gran río hasta llegar
a Sanlucar y en las marismas de Doñana,
yo quiero, que la Blanca Paloma,
bendiga mi sueño eterno.
Autor Manuel Muñoz
Rafael de Córdoba, España.