Le robé sus rayos al sol, con un bostezo, y al amanecer devolví la lluvia de mis miedos, quebrando mis ojos, entre ralampagueos, con mil estrellas que formaron mi cielo.
A la luna, la perdí en la noche del silencio, ya no me quiso hablar, ni bailar de nuevo, no la pude sonreir, se murió entre mis deseos, y en una tarde apagada, me escondí de un cuento.
Al mar le ofrecí, lo mucho que cada día te pienso le dí mis recuerdos, entre sus olas al viento, y le rogué que se los quedara para devolvértelos sintiendo que se ahogaban con el paso del tiempo.
A los sueños los dejé, con la realidad fingiendo, volé hasta alcanzar la cumbre, sin mirar al suelo y al caer, recogí la más bella rosa del universo llegando a deshojarse, entre un eterno te quiero.