A LA MITAD DEL CAMINO
Un buen día memorable
cuando menos lo esperaba,
entre el ir y venir
con pasos agigantados,
algunos que otros taciturnos
se presentó el amor ante mí
con toda la sencillez del mundo,
dejando una huella poderosa e inerte,
a la mitad del camino de mi vida.
No me estorbó en mi andar rutinario,
casi sagrado;
acostumbrado ya a la espera
del amor que anhelaba
y que por temporadas pensaba
se esfumaba y no pasaba,
aunque estuviese estacionado
a la mitad del camino de mi vida.
Pero ese buen día llegó
y con el continuar de otros,
que sumaron semanas y más meses,
la alegría de vivir revivió
y con más fortaleza
me empeñé en proseguir mi ruta trazada
hasta el infinito de ese camino;
acompañado en este viaje
con el baúl repleto de amor
y la dirección encaminada a la felicidad
sin tener que volver a detenerme
a la mitad del camino de mi vida.
Julio Enrique Cepero
Rafael de Córdoba, España.