Cual la llama que sale con el día vuestras breves esferas son, señora, y el que acaba por verlas se enamora con ganas de cataros cortesía.
Empero, no curáis de la osadía del que os da su mirada flechadora pues vuestro corazón bien que atesora un solo amor en que voacé confía.
Ni por pienso digáis de quién se trata, nones decid a todo el que os pregunta y continuad haciendo vuestra vía.
Sólo yo sé lo que el mirar delata de vuestros ojos, pues nadie aberrunta… ¡Que de amor radian en compaña mía…!
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