Lancé un mensaje a Dios en mi botella... "gracias por devolverme la alegría"; mas Dios me contestó... "No es cosa mía, quizá estuviera escrito en una estrella".
Y aún sigo dándole gracias al Cielo por pintar en mis sueños tu retrato. Tus ojos, que los miro a cada rato, derriten mis temores como un hielo.
Me abrigas con tu voz cuando hace frío dejando de temblar mis inquietudes. Cuando mi sol se apaga siempre acudes a inundar de luz mi corazón vacío.
Conviertes en virtud cada defecto y en gotas de ilusión la incertidumbre; haciendo de lo bueno una costumbre; robándole a lo malo algo perfecto.
Has entrado en mi vida a paso lento; pasito a pasito, sin hacer ruido; marcándome a fuego en cada latido tu huella, sigilosa como el viento.
Ya te extraño y declaro mi inocencia porque a estar a tu lado soy adicto. Mi corazón ya tiene el veredicto... ¡Culpable de quererte! es la sentencia.
Te quiero y sin querer quise no verlo pero fue inútil... ya te habías clavado en mi alma, que con un nudo he atado tu mundo para nunca más perderlo.