Clara fuente de luz, nuevo y hermoso, rico de luminarias, patrio Cielo, casa de la verdad sin sombra o velo, de inteligencias ledo, almo reposo:
¡oh cómo allá te estás, cuerpo glorioso, tan lejos del mortal caduco velo, casi un Argos divino alzado a vuelo, de nuestro humano error libre y piadoso!
¡Oh patria amada!, a ti sospira y llora esta en su cárcel alma peregrina, llevada errando de uno en otro instante;
esa cierta beldad que me enamora suerte y sazón me otorgue tan benina que, do sube el amor, llegue el amante.
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