El concepto de "gran familia", con tres o más generaciones compartiendo techo, siempre ha formado parte de las tradiciones más arraigadas en la India. Pero en la actualidad, con una edad media de menos de 25 años, éste no parece ser un país especialmente amable con los mayores.
Sólo diez de los ochenta millones de indios mayores de sesenta años disfrutan de algún seguro médico, y con una pensión media de unos diez euros mensuales, no es de extrañar que la mitad dependa de sus hijos para subsistir.
Desgraciadamente, no son raros los casos de abandono por parte de jóvenes que emigran al extranjero para buscarse la vida y dejan a sus mayores en alguno de los 4.000 hogares para la tercera edad que hay en la India, pagan durante unos meses la cuota del centro y después se olvidan de ellos para siempre.
"El mundo está para los jóvenes, no culpo a mis hijos por haberme dejado aquí. Pero me dolió que no me lo dijeran. Podría haberme preparado para ese momento en vez de tener que ir comprendiendo poco a poco que ya no me querían con ellos".
El señor Aggarwal es uno de los muchos ancianos que vive en un nuevo hogar desde que su hijo decidió buscar su futuro en el extranjero y olvidar su pasado en la India. "Él era ingeniero pero saltaba de un trabajo mediocre a otro, así que me dijo que pensaba irse a Dubai a probar suerte. Cuando hace dos años sufrí una pulmonía me trajo a este sitio diciéndome que era un hospital y debía quedarme ingresado. Cuando desperté mi segunda mañana aquí y hablé con otros viejos empecé a comprender...", recuerda el señor Aggarwal, de sesenta y cuatro años.
Antiguamente, este tipo de acciones se consideraba una aberración y una deshonra para los hijos. Pero en las grandes ciudades, las exigencias de una vida laboral absorbente o desavenencias conyugales empujan a algunos hijos a tomar una decisión tan drástica como cruel. En Delhi, donde hay cerca de un millón de personas de la tercera edad, el número de delitos cometidos contra estos ciudadanos es cuatro veces mayor que en cualquier otra urbe india. Y una quinta parte de estos delitos se registra en la zona más rica de la ciudad.
Abusos físicos, maltrato psicológico, negación de cuidados médicos y confinamiento forzoso son las agresiones más frecuentes.
Una persona mayor que carezca de recursos económicos y del apoyo de su familia está abocada a vivir el resto de sus días en la indigencia, porque las autoridades indias carecen de instituciones capaces de solucionar un problema cada vez más grave. Se calcula que dentro de cinco años la India será la sociedad con más ancianos del mundo: más de cien millones de personas con más de sesenta años en un país donde la esperanza de vida es de sesenta y cinco años para los hombres y setenta para las mujeres.
Una ley promulgada el año pasado castiga con tres años de prisión y 85 euros al hijo mayor de edad que deje desasistidos a sus padres. Sólo el año pasado, la policía encontró cerca de 800 abuelos abandonados por las calles de Madrás, la cuarta ciudad del país. En todo el país, son miles los abuelos vagabundos que están a punto de enfrentarse al invierno sin nadie que cuide de ellos.
"Es algo que va contra nuestras mejores tradiciones y contra los buenos sentimientos que tiene todo ser humano. Además, los abuelos siempre han desempeñado el papel de la memoria viva y de la voz de la experiencia que es imprescindible para la educación de los niños", asegura el sociólogo Pankaj Srinivasan. Y añade: "Una familia sin abuelos no es una familia completa".