Lloraste alas a un cuerpo de seda,
Y un pincel plasmo el drama
Y la serenidad en tu vacio;
Penetrando en su trayectoria
La incredulidad de la sombra,
Y de la frente grabada sobre los puños.
Desnuda de ti,
El espacio aprisiona tu fantasma,
Estela de un andar quebrado y dócil,
Y que ni la visión de la aurora olvida.
Te posaste hija de las campanas
Sobre el quejido y lo dejaste terso,
La alucinación en el tálamo de una amapola
Te creo sombría,
Y cortada fue para que no le creyeras.
El aire llora por tu ausencia,
Y besa los labios de las gardenias,
Que cierran sus parpados y suspiran,
Y expulsan el viejo polen pendenciero.
Tu transparencia impide
Que el viento se haga visible,
Y que cualquiera pueda en una copa beberlo,
Intimista y relevando su simpleza,
Solo es de ti y del que escucha los sonidos paralelos,
Porque se sabe nada y encierra el todo como un lienzo,
Y en sus dedos te posas como una caricia,
Que intenta revivir su mano.
MIGUEL ANGEL