En el recogimiento de la tarde que muere, Entre las imprecisas brumas crepusculares, Cada jirón de sombra cobra vida, y sugiere Vaporosas siluetas familiares. En la brisa que pasa, parece que suspira La virgen de ojos claros que aún sueña en mi regreso; El rumor de las frondas abre el ala de un beso, Y desde aquella estrella, alguien me mira.
Allá, entre la alameda, se perfila la sombra Grácil de la mujer que amé más en la vida, Y en la voz de la fuente vibra una voz querida, Que en su canción de oro y cristal me nombra.
Todo canta, a esa hora, la canción olvidada; Todo sueña el ensueño que quedó trunco un día, Y verdece de nuevo la ilusión agostada, Ebria de fe, de ardor y de armonía.
Y entre la sutil bruma de prestigios de incienso Que exalta mis recuerdos y mi melancolía, En la paz de este parque abandonado, pienso En la mujer que nunca será mía.
à minha mãe. Sei que um dia não há (e isso é bastante A esta saudade, mãe!) em que a teu lado Sentir não julgues minha sombra errante, Passo a passo a seguir teu vulto amado. - Minha mãe! minha mãe! – a cada instante Ouves. Volves, em lágrimas banhado, O rosto, conhecendo soluçante Minha voz e meu passo acostumado. E sentes alta noite no teu leito Minh’alma na tua alma repousando, Repousando meu peito no teu peito… E encho os teus sonhos, em teus sonhos brilho, E abres os braços trêmulos, chorando, Para nos braços apertar teu filho! ( Olavo Bilac )
A mi madre. Sé que un día no hay (y eso es bastante A esta saudade, madre!) en que a tu lado Sentir no juzgues mi sombra errante, Paso a paso a continuación tu vulto amado. - Mi madre! mi madre! – cada instante Oyes. Volves, en lágrimas bañado, El rostro, conociendo soluçante Mi voz y mi paso acostumbrado. Y siente