Pensando en ti, la mañana brilla largamente,
en el amplio esplendor de un azul cielo, que me eleva,
hasta el firmamento secreto del mar profundo, del tiempo,
del amor y del deseo; esculpido en la estatua de
la Venus, de la Hera, del Apolo y de Afrodita misma,
tras las vastas montañas que arropan
a los desmedidos amantes en alto fulgor
donde se funden los eternos amores,
que se dispersan más allá del deseo,
de la lucidez... y se sucumben en el cosmos.