*Un humilde pueblo del país de Francia se encuentran en llamas por causa de las explosiones que provoca un niño no mayor de oncea años quien tiene en su frente un signo que representa a la antigua orden de los gigantes los que hasta el día de hoy permanecen encerrados en lo más profundo del Tártaro esperando el momento para vengarse de los dioses del Olimpo y de los seres humanos*
*Y en ese momento se observa como varios pobladores del lugar están tratando de buscar sobrevivientes así como apagar las llamas*
*- Humanos – Menciona el niño bajo la posesión de un dios mientras dibuja en sus labios una sonrisa de superioridad - ¿Acaso ustedes vienen a detenerme? – Cuestiona sin mucho interés al llevar su rostro en dirección al cielo para comenzar a carcajear con crueldad inundando el ambiente con una energía perversa pero a la vez sagrada – Yo soy Phaios Spathe, quien tiene el filo absoluto – Es todo lo que tiene que decir ocultando sus ojos tras el cierre de sus párpados*
*Pero en ese momento se escuchan una serie de firmes pasos provenientes desde unos metros adelante en donde se va formando la imponente figura de El Cid de Capricornio quien propaga en el ambiente una energía de determinación como fortaleza – Phaios Spathe – Menciona el santo dorado del décimo templo al clavar su fría mirada directamente hacia su oponente momentos antes de que extiende su brazo derecho hacia su costado provocando que su extensa capa se mueva con jerarquía – Tenemos un combate pendiente – Son las últimas palabras que tiene por decir hasta esos segundos pero estando cargadas de autoridad*
*- El santo de oro que sobrevivió a mi ataque, ¿estás listo para morir? – Pregunta con sarcasmo el gigante que ahora controla el cuerpo de un pequeño niño – La última vez acabaste con ese animal que controlé, pero ahora, ¿tendrás el valor de asesinar a mi recipiente? – Es su última pregunta al unísono de que se aglomeren partículas de energía en su brazo derecho e izquierdo hasta formarse la imagen de dos filosas hojas que brillan con intensidad*
*Sin embargo ninguno de los comentarios o acciones por parte de Phaios Spathe transforman el semblante serio del sagrado guardián de Capricornio a medida que una nueva corriente de aire empuja hacia adelante su capa blanca lo cual origina que su vestimenta de oro se oculte en partes aleatorias otorgándole un porte misterioso “Tal vez Sísifo de Sagitario haría algo al respecto, pero” Va pensando en su mente cuando un destello de luz se forma en su brazo significando que su espada se encuentra con más filo que antes “No puedo lamentarme de mis acciones” Entendiendo que tiene que cargar con el peso de la muerte de un inocente es cuando decide decir – Su alma ya no existe, es un cuerpo – Responde de forma cortante y directa sin dejar paso a la duda*
*- Interesante, un corazón inquebrantable pero tu espada no es así – Comunica con arrogancia moviendo horizontalmente su brazo izquierdo por lo que una línea de luz cortante avanza abruptamente destruyendo el suelo pero teniendo la única intención de acabar de una buena vez con el Cid de Capricornio*
*Quien extiende su brazo derecho verticalmente a la altura de su pecho recibiendo la luz cortante completamente por lo que comienza a retroceder de poco en poco como en su último enfrentamiento “Así como mi corazón decidió seguir el camino de la justicia, si deseo que mi espada se pueda considerar con aquel nombre, debo afilarla hasta que se vuelva inquebrantable” Es el pensamiento que recorre su mente cuando por unos segundos se forma detrás de él la colosal imagen de una espada que puede sin ningún problema cortar el mismísimo acero y que a la vez representa la determinación de El Cid por no darse por vencido…Por poder detener la fuerza de su adversario*
*De esa manera los ojos del niño se abren exageradamente al darse cuenta como el filo cortante que libera no causa el mismo efecto que la última vez y que incluso se desvanece ante la espada de El Cid - ¿Cómo un humano puede afilar tanto su cuerpo en tan poco tiempo? – Se pregunta sin entender absolutamente lo que sucede*
*Y es que el gigante no comprende el entrenamiento tan difícil y peligroso al que se somete el Cid de Capricornio para que el filo de su arma se vuelva cada vez más afilado ya que ese es su único sueño…Su deseo de obtener la espada suprema que se pueda llamar Excalibur – Sigue sin ser suficiente, pero – Interrumpe su diálogo al iniciar un lento caminar en dirección a su adversario denotando en cada uno de sus pasos un jerárquico movimiento de hombros que representa el espíritu orgullo del santo de Athena – Phaios Spathe, cortaré el lazo que te mantiene en la tierra – Sentencia con frialdad al mismo tiempo que su energía cósmica hace acto de presencia inundando el escenario con una sensación de fortaleza que parece provocar el aumento en las corrientes de aire*
*-Mi espíritu permanece encerrado en el Tártaro junto con los Titanes pero tengo la suficiente fuerza para transferir parte de mi esencia en recipientes mortales, aunque aniquiles el contenedor puedo tomar a otro. Y tu espada no es suficiente como para dañar el lazo sagrado que me conecta con la tierra – Después de explicar lo que realmente sucede es cuando junta sus dos espadas cerca de su pecho como si se preparase a realizar su ataque definitivo – Esta vez morirás mortal por atreverte a desafiar a los dioses – Así dos cortes en forma de equis se liberan de las espadas buscando cortar la armadura y la vida de su oponente*
*Aunque la técnica del dios es más fuerte que antes el inquebrantable espíritu por parte de El Cid de Capricornio hace que mantenga la calma así como su distintivo semblante mientras su brazo se transforma en una espada de oro que se mueve horizontalmente para poder crear una potente ráfaga de aire que se acompaña con moléculas de energía de oro, las cuales se unen hasta formar una onda de luz cegador que impacta con fuerza en los dos cortes de su oponente por lo que el ambiente permanece en suspenso sobre lo que va a suceder sin embargo el caballero del décimo templo únicamente entrecierra sus ojos de manera acechante acorde su iris refleja la magnífica luz que proviene de su más poderoso corte*
*Sin mayores problemas el corte proveniente de El Cid de Capricornio supera la técnica de uno de los gigantes por lo que sus se abren con sorpresa acorde el cuerpo que sirve como recipiente se desintegra mostrando en su lugar una masa gaseosa que mantiene un brillo en su centro significando que el ya mencionado corte fue capaz de tocar su esencia divina – Tú, humano – Por causa del dolor no puede comunicarse bien – Te atreves a tocarme, ¿acaso no temes a los dioses? – y lentamente su imagen va desapareciendo ya que no puede mantenerse en la tierra a causa de la herida que posiblemente lo va a acompañar por toda la eternidad - ¡Algún día volveremos nosotros y acabaremos con ustedes! - *
*Conforme pasan los segundos el ambiente regresa a la realidad y poco a poco las llamas se van apagando por lo que el solitario caballero oculta sus ojos tras el cierre de sus párpados para dar la media vuelta con ayuda de sus talones y así iniciar un nuevo avance de regreso al santuario de Grecia con la intención de informar al Patriarca lo que acaba de suceder “Su verdadero espíritu y poder continúan encerrados en el Tártaro” Siendo ese su comentario final cierra una vez más su puño entendiendo que debe seguir entrenando ya que no está conforme de la capacidad cortante que reside en su interior*