En el día del padre, mi hijo Colby trajo a casa una tarjeta que había hecho en el colegio. En la frente la huella de su mano y en el interior, encima en una pequeña fotográfica de mi hijo se leían estas palabras:
"A veces te enfadas porque soy muy pequeño
Y siempre dejo las huellas de mis dedos en muebles y paredes.
Pero voy creciendo día a día...., un día seré adulto
Y todas esas diminutas huellas sin dada se borrarán.
Por si aquí tienes la última huella, para que puedas recordar exactamente cómo eran mis dedos cuando eran muy pequeños.
Con amor
Los niños crecen tan deprisa..... Parece que fue ayer cuando en la sala de partos ya esperaba el nacimiento de mi hijo y, dos años después, de mi hija Bianca.
Es fácil prometerse que pasarás más tiempo con tus hijos "cuando las cosas se tranquilicen en el trabajo" o "cuando consiga ese importante ascenso" "el año que viene, cuando tengo un poco más de tiempo libre"
Pero si no actúas sobre la vida, la vida tiene la costumbre de decidir por ti Las semanas se convierten en meses, los meses en años y, antes de que nos demos cuenta, ese niñito se convertirá en un adulto con una familia propia. El mejor regalo que puede hacer a tus hijos es el de tu tiempo. Y uno de los mejores regalos que podrá hacerte a ti mismo es disfrutar de tus hijos y verlos como lo que de veras son: los pequeños milagros de la vida.
En El Profeta, Kahlil Gibran expone este punto con mucha más elocuencia que yo:
"Tus hijos no son tus hijos.
Son los y las hijas del anhelo de la vida por sí mismo".