De la mano
Cuando me llevas de la mano al río, tanto crezco agrandándote en mis sueños que se me hacen los álamos pequeños y no alcanza a mi oído el griterío de la turba lejana.
Todo es mío, luz, y brisa, y aromas abrileños, tonos del alba, pálidos, risueños, y el puente, y el juncal, y el caserío.
Todo me pertenece porque nadie se agita alrededor, nada que irradie la energía y calor que de ti emana.
Me llevas de la mano, por la orilla, solos tú y yo, y el beso en la mejilla… que anidará en zona mejor mañana.
Francisco Álvarez Hidalgo
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