Un pajarillo se paró en mi hombro
y muy dulcemente empezó a cantar
me quedé inmóvil y temblé de asombro
cerré los ojos y lo escuché trinar.
Era tan dulce la melodía
que de su pico sin parar fluía,
que hasta los ángeles se suponía
cantaron con él el Ave Maria
Pero de pronto cayó en mis brazos
ya no cantaba ni se movía,
una piedra selló su vida
que sin razón alguien lanzó.
Y el pajarillo sin ver mi llanto
ni despedirse se fue de mí,
tomé en mis manos su cuerpo inerte
y junto a unas flores lo fuí a enterrar
Ya ni el cielo escuchará su canto
ni sus alas se abrirán para volar.
pero dejó aqui en la tierra
el recuerdo de su cantar.
Por eso los momentos agradables
los debemos disfrutar
ya que no sabemos cuanto suelen durar
CON CARIÑO PARA EL GRUPO
THEEDU