CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
Hay días que somos tan móviles, tan móviles,
Como las leves briznas al viento y al azar…
Tal vez, bajo otro cielo, la vida nos sonría.
La vida es clara, undívaga y abierta como el mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles
Como en abril el campo, que tiembla de pasión;
Bajo el influjo próvido de espirituales lluvias
El alma esta brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan placidos, tan placidos…
¡Niñez en el crepúsculo, lagunas de zafir¡
Que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza
Y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
Como la entraña oscura de oscuro pedernal;
La noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
En rutilas monedas tasando el bien y el mal.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos
Que nos depara en vano su carne la mujer;
Tras de ceñir un talle o acariciar un seno,
La redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
Como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo
y…acaso…ni Dios mismo nos pueda consolar…
Mas hay también, ¡Oh tierra¡ un DIA…un día…un dia…
En que levamos anclas para jamás volver…
Un día en que discurren cosas ineluctables.
¡
UN DIA EN QUE YA NADIE NOS PUEDE DETENER¡
Porfirio Barba Jacob.
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