Te dí todo mi mundo,
y mis labios besadores,
tú me diste por escudo,
tus brazos acogedores.
Tu piel fina y rosada,
bajo la furia del viento,
formó con mi piel bronceada,
contraste de luz violento.
Llevo tus ojos impresos,
porque te amé una alborada,
y apenas gusté de tus besos.
Tu recuerdo está grabado
desde ese mismo momento,
que escuchaste mis versos,
y quisiste ser parte de ellos.
JOSE RAUL