Quedó en mi mano un girón del traje,
te escapaste de mi como una sombra,
mas al huir, se te enredó el ropaje,
y rodaste de espalda a la alfombra.
Te c urvé bajo el yugo de mis brazos,
y de mis dientes, la caricia ruda
rasgó vestido y deshizo lazos,
hasta dejar tu castidad desnuda.
Y allí sobre la alfombra entrelazados,
las sombras como hiedras agitadas,
confundios en un bárbaro grito.
Nuestras bocas rampantes y lascivas,
resucitamos el antiguo mito,
del amor, en las selvas primitivas.
JOSE RAUL