EN EL OCASO
He pasado la cumbre de mi vida,
desciendo tristemente una ladera
que lleva, inexorable, a la postrera
senda, un erial de tierra envejecida.
Quiero esquivar su trágica embestida,
revestirme con verde primavera,
vivir intensamente la quimera
del amor, aplazar la despedida.
El sentimiento anida moribundo,
me ahoga, me encadena, es más fuerte
que los cortos placeres, y este mundo
seguirá siendo angustia, llanto, muerte,
entre pájaros, flores, mar rotundo...
¡Es inútil luchar! ¡Qué amarga suerte!
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