Estrechaba en las mias tus manos de princesa,
tus manos de marfil de rosas frescas,
tus manos sensitivas, mas blanca que los lirios,
que modeló un poeta con cera de los cirios.
Sentía yo en mi cuerpo la cálida tibiesa
del tuyo tembloroso, radiante belleza,
turbava mis sentidos el perfume excitante,
de tu carne virgen, de tu carne fragante,
que ardía de deseo, de lujuría y de amor.
Animados, encendidos, ardientes nuestras bocas,
se unierón en un beso, mientras mis manos locas
buscaban temblorosas las llamas de tus senos,
tu boca me quemaba, mi cuerpo estaba ardiente...
JOSE RAUL