No se puede dar lo que no se posee. Para dar amor has de poseer amor.
No se puede enseñar lo que no se comprende. Para enseñar amor hay que comprender el amor.
No se puede conocer lo que no se ha estudiado. Para estudiar el amor has de vivir en el amor.
No se puede apreciar lo que no se reconoce. Para reconocer el amor has de ser receptivo.
No se puede dudar sobre aquello en que se desea confiar. Para confiar en el amor se debe estar convencido del amor.
No se puede admitir aquello a lo que uno no es capaz de rendirse.
Para rendirte al amor has de ser vulnerable al amor.
No se puede vivir aquello a lo que uno no se dedica. Para dedicarte al amor has de estar siempre creciendo en el amor.
Para amar a los demás hay que amarse a sí mismo.
Solamente se puede dar a los otros lo que se posee.
No se puede dar lo que no se ha aprendido y experimentado.
Como el amor no es un objeto, al darlo no se pierde.
Se puede dar amor a muchas personas y, no obstante,
seguir todavía conservando el mismo amor que se poseía al principio.
Vivir en el amor es el mayor reto de la vida. Requiere más sutileza, flexibilidad, sensibilidad, comprensión,
aceptación, tolerancia, conocimiento y fortaleza
que cualquier otra empresa o emoción humanas.
Cuando el hombre tiene amor
ya no está a merced de fuerzas superiores a él;
pues él se convierte en una fuerza poderosa.
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