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De: ISHA (Mensaje original) |
Enviado: 21/01/2010 03:36 |
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Salmo de vida.
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No me digas lamentándote,
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¡la vida no es más que un sueño vano!
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Puesto que muerta está el alma que dormita
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y las cosas no son lo que parecen.
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¡La vida es real! ¡La vida es grave!
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y la tumba no es su meta.
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Polvo eres y en polvo te convertirás,
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no se refería al alma.
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Ni el goce, ni el pesar
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son a la postre nuestro destino;
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es actuar para que cada amanecer
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nos lleve más lejos que hoy.
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El tiempo es breve y el arte es largo
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y nuestros corazones, aunque bravos y valerosos,
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todavía, al igual que tambores sordos,
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tocan marchas fúnebres hacia la sepultura.
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En el extenso campo de batalla de este mundo,
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en el campamento de la vida,
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¡no seas como buey mudo aguijado!
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¡ sino héroe en el conflicto!
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¡Desconfía del futuro por agradable que sea!
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Deja que el pasado muerto entierre a sus muertos.
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¡Actúa, actúa en el vivo presente
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el corazón firme y Dios guiándote!
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Las vidas de los grandes hombres nos recuerdan
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que podemos sublimar las nuestras,
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y al partir tras de sí dejan
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sus huellas en las arenas del tiempo.
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Huellas por las que quizás otro que navegue
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por el solemne océano de la vida,
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un hermano náufrago desolado,
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al verlas, vuelva a recobrar la esperanza.
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En pie y manos a la obra,
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con ánimo para afrontar cualquier destino.
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Logrando y persistiendo,
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aprendiendo así a trabajar y a esperar.
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de
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Enry Wadsworth Longfellow
EE UU 1807-1882
Poeta estadounidense. Alcanzó un gran reconocimiento por parte de sus contemporáneos gracias a obras como Ultramar (1835), una narración que recoge sus viajes por Europa, y más tarde su primera obra poética, Las voces de la noche (1839), en la que destacan los «Salmos de la vida». A continuación vino Baladas, con la que alcanzó la cumbre de su inspiración poética en poemas como Excelsior, El naufragio del Hésperos o El guerrero del pueblo. En sus obras posteriores se decantó hacia temas de carácter popular e histórico; así, en el poema narrativo Evangeline (1847) rememoraba el éxodo de los acadios y en Hiawatha (1855) recurría a las leyendas y al folclor de los indios. De su producción más tardía cabe destacar La petición de mano de Miles Standish (1858), Cuentos de una hostería (1863) y una traducción de Dante (1865-1867). (Portland, EE UU, 1807-Cambridge, id., 1882).
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De: NORMA |
Enviado: 21/01/2010 04:08 |
Las vidas de los grandes hombres nos recuerdan
que podemos sublimar las nuestras,
y al partir tras de sí dejan
sus huellas en las arenas del tiempo.
Huellas por las que quizás otro que navegue
por el solemne océano de la vida,
un hermano náufrago desolado,
al verlas, vuelva a recobrar la esperanza
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