El ala del sombrero caía de medio lado sobre su cabeza impidiendo que el sol tocase su rostro, desde allí sentía la brisa marina, el paisaje era enteramente suyo, el mar estaba en calma, sus olas al chocar con las rocas del promontorio, apenas despedían espuma.




Mientras mordía el tallo de una hierba, comenzó a sentirse somnolienta, hizo a un lado su sombrero y se tendió de espaldas al césped. Cubrió sus ojos con sus manos, se sentía tranquila y enteramente despejada.




Mientras dormitaba pensaba "si el tiempo me lo permite vendré aquí todos los días". La tarde era larga y lánguida, parecía diluirse todo sentido del tiempo. El sol le inundaba el cuerpo, y ella a su vez, sentía un contento profundo, experimentaba la tranquilizadora impresión de no poner el aquello emoción alguna.




Sumida en un sopor profundo comenzó a soñar que el mar llegaba hasta allí, sus aguas se remontaban de tal modo que salpicaban sus pies, irónicamente no se movía, aterrada ante la idea de ser arrastrada al desfiladero. Pero a su vez sentía un misterioso placer viendo aquel monstruo que sin mirarla quería poseerla, hacerla suya...