EL SUEÑO DEL HADA

En el corazón del bosque de los sueños olvidados, las pequeñas hadas custodiaban todos los sueños que encontraban.
Su misión era guardarlos hasta que alguien los encontrase de nuevo o bien llegara a realizarlos.

Había sueños de todas las clases y todas las edades, sueños de diferentes colores, de diferentes personas de todas las partes del mundo.

Los que más les gustaban a las pequeñas hadas eran los sueños de los niños porque eran los más variados y divertidos.

Acababan de recibir un lote de sueños y el Hada Ilustrada se disponía a catalogarlos. Propuso a sus compañeras que le ayudaran a clasificarlos, pero el Hada Cansada dijo que estaba agotada y se iba a dormir, el Hada Monada tenía que ir de compras y el Hada Malhumorada hizo: “grrrrr”.

Así que el Hada Ilustrada se disponía a comenzar la tarea en solitario cuando el Hada Ilusionada se ofreció para colaborar. También quiso ayudar el Hada Ordenada y el Hada Divertida a quien le gustaban siempre las novedades.

Empezaron por clasificar los sueños recién llegados. Había:
• sueños rotos • sueños olvidados • sueños imposibles

El Hada Divertida encontró el sueño roto de un niño. Ella, al ver que no era nada divertido, quiso que el niño pudiera conseguir su sueño, pero… ¿cómo? No podía ser que un niño tuviera un sueño así.

El Hada Divertida lo comentó con las demás hadas y emprendió la búsqueda del sueño de aquel niño.

Pero es que no era un sueño como cualquier otro. No pedía juguetes ni nada para poder divertirse, si no que pedía encontrar “LA FELICIDAD”. La verdad es que el niño todavía no entendía muy bien la palabra pero sus padres siempre la usaban.

El niño, que se llamaba Marcos, tenía el pelo rubio como un campo de trigo y sus ojos eran azules como el inmenso cielo. Hada Divertida se empezó a fijar en él. Su vida no era muy normal.

Al Hada Divertida se le ocurrió una idea y la comentó a sus amigas. Su idea era que fueran a visitar a Marcos y que le ayudaran a conseguir su sueño ya que tanto lo quería . Y así lo hicieron.

Las Hadas, con la fuerza del viento, viajaron a lo largo del bosque por encima de las copas de los árboles y, al final, llegaron a un hermoso valle donde había un pueblo a las orillas de un río. Entonces, el Hada Ilusionada vio desde el cielo a un niño que estaba con su madre lavando ropa.
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