EL BOSQUE DE MI MENTE

La densa arboleda de mis sentimientos oculta gardenias de un feliz vergel y en las altas copas que agitan los vientos se escuchan suspiros de azahar y miel.
 El pasado errante recorre el ramaje resonando arpegios de sudario y tul, pájaros oníricos que anida el boscaje a la desbandada huyen al azul.
 A veces las nubes, cúmulo de olvido, cubren el paisaje con turbio dolor; una lluvia triste de un medio aterido cae lenta, pesada, húmeda de amor.
 A veces se entreabren las puertas del cielo brillando a lo lejos frutal ilusión, y asoman jazmines en árido suelo con jugosos pétalos de fe y de emoción.
 Rastreo despacio la antigua cañada, contemplo los vástagos de mi atardecer que rotos, cubiertos de espesa enramada conservan intacto otro amanecer.
 Regreso cansada al caer la noche a mi bosque umbrío de sauce y ciprés, y traigo en el pecho un agrio reproche de un bosque encantado vuelto del revés.
 Voy a plantar lirios dentro de mi mente, en jardín con fuente de agua cantarina, con estrella blanca, alta, reluciente, y con sol que emane suave luz divina.
 
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