Me casé con Nacho a los 24 años y Dios nos regaló 4 hijos varones,de los cuales sólo uno se ha casado.
De ellos dos viven en el extranjero. Uno en Madrid, España, ( el segundo, Paco)
y otro en México, (el tercro, Alvaro), es mexicano nacionalizado. Ignacio el mayor vive en Guatemala y el cuarto, Alejandro va y viene por todos lados, es biólogo de profesión y volvió a Guatemala, para estarse un tiempo.
Trabajé muchos años en la docencia, luego me dediqué a ventas (de toda clase).
Mi gran ilusión fue el ser una criadora de perros, lo cuál Dios me permitió, y me fue tan bien que Nacho dejó su profesión para ayudarme en el criadero. Aprendimos a vacunar, asistir partos etc. Entramos a exposiciones para lo cual tuvimos que aprender a ser manejadores, a pelar perros, etc. Tuvimos perros campeones y sus crías las hemos vendido muy bien, tanto en Guatemala, como en C.A. y E.E.U.U.
Actualmente hemos disminuido el criadero a sólo 18 perros, más crías. (Hemos llegado anteriormente a tener 100 con todo y crías).
Hace poco tres años nos pasamos a vivir a la ciudad, por motivos de salud. Esto nos ha dado la oportunidad de tener una vida más social y hacer más apostolado; realmente todo ha sido un regalo de Dios, pues la iglesia (templo) me queda enfrente, así que puedo ir a la Santa Misa todos los días sin tener que pedir favor a que me lleven (no puedo manejar por motívos de salud). Igualmente puedo hacer mi confesión semanal, mi visita al Santísimo. Los jueves puedo también ir a la adoración y recibir todos mis medios de formación doctrinal y darlos, etc.