Jesús abre la puerta de la Vida
Por
Emma-Margarita R. A.-Valdés
Con látigos y espinas
trenzados por el odio y la calumnia,
fustigan y traspasan
la Verdad que les turba.
Bofetadas, insultos,
el manto indicador de la locura,
la sangre del Amor,
su lacerado cuerpo, su convulsa
presencia mancillada,
no conmueven a la conciencia pública.Ecce Homo. Este es el Verbo.
El populacho grita: ¡Crucifícale!.
Le acusan de ser Rey.
Ignoran que su reino es invencible.
La Vida va al camino del Calvario,
cargada con la cruz de la ignominia,
y en la cumbre del Gólgota
rasgará el negro velo de injusticia.
El Sufrimiento erguido
a la sombra de Dios y del madero
acepta la misión
de mediar por los hombres ante el cielo.
La Madre Dolorosa
acoge las reliquias en su seno,
abraza con su cálido suspiro
los adorados restos,
y acata la divina voluntad
en herido silencio.
Su Madre representa
el símbolo sagrado de la Iglesia.
En Juan están descritos los creyentes
que en su interior le albergan.
Y a Jesús, como al pábulo, al cordero,
que en la Pascua consumen en la cena
sin quebrarle uno solo de sus huesos,
de igual forma respetan.
La túnica del Sumo Sacerdote
era en la Antigua Alianza real emblema,
no reparten la túnica de Cristo,
la conservan entera.
Agua, sangre; bautismo, eucaristía;
son dones de su Paz y Vida eterna.
José de Arimatea y Nicodemo,
creyentes vergonzantes, temerosos
del poder opresor,
salen con valentía y son apoyo
en los duros momentos,
cuando la madre y Juan estaban solos.
Once de sus testigos,
se hincaron ante el príncipe ominoso.
Nadie esperaba su Resurrección.
Compraron treinta kilos de áloe y mirra
para alargar el tiempo de pureza.
Se fueron los discípulos. No miran
el lugar donde entierran a Jesús,
no podían volver al otro día.
Jesús, en soledad, resucitó,
abrió la puerta blanca de la Vida.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
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