
A CRISTO
Cansado estoy de haber sin Ti vivido, que todo cansa en tan dañosa ausencia. Mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia, si me falta el dolor de arrepentido?
Pero, Señor, en pecho tan rendido algo descubrirás de suficiencia que te obligue a curar como dolencia mi obstinación y yerro cometido.
Tuya es mi conversión y Tú la quieres; tuya es, Señor, la traza y tuyo el medio de conocerme yo y de conocerte.
Aplícale a mi mal, por quien Tú eres, aquel eficasísimo remedio compuesto de tu sangre, vida y muerte.
Baltazar De Alcazar

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