La Iglesia y su cruz
José Salguero Duarte Jueves 01-04-2010
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El pueblo creyente, se encuentra inmerso en estos días en su Semana de Pasión y Gloria, por la muerte y resurrección de Jesucristo. Y a esos creyentes deseo felicidad gozosa sobre lo divino y lo humano, en las diferentes exaltaciones religiosas.
Y, desde lo que me produce el fervor artístico de ciertas tallas labradas con la mano artesanal del hombre. Inspirado en la obra maestra de la excelentísima Inmaculada Concepción de mi ciudad natal La Línea de la Concepción. A los costaleros que porten esa y cualquier otra madre, esencia de vidas, les dedico el poema Mecedla que dice así:
Mecedla. Mecedla costaleros, mecedla con fervor, que la madre de Jesucristo, está triste y sola, desde que su hijo murió.
Mecedla. Mecedla costaleros, mecedla con fervor, para que desprenda la pena que lleva, clavada en su corazón.
Es obvio, que no creo en la existencia de Dios, pero si en la de Jesucristo, el que podría estar reencarnado en cualquier hombre, que le brote desde los manantiales de sus entrañas una bondad sin límites. Debiendo llevar su túnica con mucha dignidad, hasta el extremo de entregar plenamente su vida por los demás a cambio de nada. Como hizo Jesucristo a pesar de ser perseguido, vilipendiado, maltratado, torturado y ejecutado sin piedad alguna por los exterminadores represores de su tiempo.
Pero, a pesar de haber yo respetado siempre la metafísica de las creencias que cada cual pueda poseer sobre la existencia de Dios. Es evidente que la Iglesia, filosofear es lo que le interesa porque así se hizo de oro, desde mucho antes que un alumbrado se le ocurriera decir “Dios creó al mundo en seis días y al séptimo descansó”.
Eso, cuando era un crío, con la limpieza que me hicieron en el cerebro me lo tragué por ignorancia. Pero tras tener uso de razón y descubrir las intrínsecas enseñanzas dogmatizadoras, que nos fueron impartidas por imperativo antinatural desde la Iglesia, con el beneplácito del dictador Francisco Franco, al que cubrían bajo palio a pesar de los crímenes que cometió contra la humanidad. Comprendí, que creer en el más allá, me podría llevar incluso hasta a un alucinante fanatismo religioso.
Y, si me hallo apostado en la otra orilla de la Iglesia Católica es porque veo en ella nebulosidad, tenebrosidad y oscuridades. Por consiguiente, creo que de santa puede que tenga bastante la Iglesia Católica Apostólica y Romana, pero de retorcida también. Porque en palabrerías no hay quien le gane, hasta el punto que convierten al catolicismo hasta al más ateo de los mortales.
Pero para la élite dominante, huestes y demás batallonas de la Iglesia, no corren buenos tiempos, porque está aflorando sus muchas atrocidades cometidas a lo largo de su historia reciente pasada. Realizadas a través del sepulcral celibato que impera en sus armarios. Predicando muchos de ellos una cosa, pero practicando todo lo contrario.
Por lo tanto, no es de extrañar que esos curatos a los que me refiero que van “a Dios rogando y con el mazo dando”, están perjudicando seriamente la dignidad humana, que es la que sufre severamente su pedófilo vía crucis, debido a los muchos “pecados” que tienen enterrados, tapados y ocultos la Iglesia bajo sus sotanas.
Y uno de los casos más recientes, es el del sacerdote español José Ángel Arregui, condenado días pasados en Chile, por abusar de 15 niños en tres colegios españoles, encontrársele además en su poder 400 horas de cintas pornográficas.
Pero, en esta Iglesia que aún prohíbe a las mujeres que ejerzan, hasta el Papa Benedicto XVI ha sido acusado de encubrir ciertos abusos cometidos por un sacerdote cuando él era arzobispo de Munich. Por lo tanto, mano dura y que todo el peso de la Ley caiga sobre los malvados pedófilos de la Iglesia Católica. Pero jamás que sean quemados en hogueras como ellos hicieron desde su Tribunal de la Inquisición. |