¿Es Cenicienta... un fraude?
¿A quiénes les contaban el cuento de "La Cenicienta"? ...A nosotras.
Nos machacaban siempre con el mismo cuento... ¡Y lo peor es que nos encantaba!
Yo, que no puedo sustraerme de mi línea conspirativa de pensamiento, creo que era una manera de prepararnos para el futuro: "limpia no más, que el día que aparezca el chico del sombrero de plumita, te salvas para toda la vida".
Y nosotras, muy inocentes, seguíamos plumereando a lo loco.
Ya desde los personajes, el asunto viene mal barajado... Analicemos:
1. Cenicienta, además de haber tenido la desgracia de perder a sus padres, era flor de chitrula, ¿por qué?
*¿Nunca se le ocurrió reclamar su parte de la herencia y mudarse?
*¿Nunca la tentó la posibilidad de coger algunas joyas (al fin y al cabo eran de su madre) de las parientastras y largarse?
Y no me vengan con la opresión femenina, porque para la misma época Blancanieves, por salvar el pellejo, se fue a vivir al bosque y no con uno, ni con dos... ¡sino con siete enanitoss!
2. Las hermanastras y su madre eran retardadas o ciegas. ¿Cómo no la van a reconocer por más vestido de Armani que le haya conseguido el hada? A menos que la varita hiciera cirugías plásticas, cosa que no consta en los libros.
3. El príncipe debía ser flor de bagarto. No se me ocurre otro motivo por el cual el padre debiera organizarle un baile para conseguirle una chica... No estamos hablando de un Sastrecillo Valiente piojoso, ni de un Gulliver miserable. El tipo era príncipe... y si Carlos (el de Inglaterra y el nuestro) se puede rebuscar sólo los programas, éste, o era el monstruo del pantano o medio fronterizo.
4. El Rey estaba más loco que una cabra... Mira que proponerle al chico que se case con la primera "a la que le entre el zapato"... ¿O estaba desesperado por sacarse de encima al príncipe Forrest?
Como verán, todos los personajes de la historia están al borde (no voy a analizar el tema del hada madrina, porque no existe), conformando un cuento tan sin pie ni cabeza, que sólo nosotras lo podíamos escuchar una y otra vez sin poner en duda la salud mental del relator.
Ahora bien...
La moraleja de Blancanieves es: "Desconfía de los espejos parlantes", o "No comas manzanas".
La de Caperucita: "No comas nietas y abuelas en el mismo almuerzo" (dieta disociada para lobos), o bien "No agarres la autopista para ir a lo de tu abuela", o "No mandes a tu hija pequeña sola por el bosque, ¡desgraciada!".
¿Cuál es la de La Cenicienta?: "Cállate y sigue limpiando".
Cenicienta es el paradigma de los finales felices, que consisten en conseguir un chico al cual desposar (que se usará en adelante para todas las novelas y comedias románticas de la historia, salvo "El Club de las Divorciadas" y de ahí a Susanita Chiruzi (personaje de Mafalda), todas las mujeres se pasaron la vida esperando al sujeto azul que viniera a salvarles las papas. La solución mágica, la respuesta a las plegarias antiplumero...
En cambio, los varones, meta Tarzán, Gulliveres, viajeros, Caballeros de la mesa redonda, o sea, una vida interesante que no dependía de ninguna señorita de la limpieza, ni de ningún patético "hado padrillo" que les convirtiera los ratones en BMW...
A mí no me digan, eso es un lavado de cabeza, una programación neuro-lingüística para futuras príncipedependientes, que después se completa con cuestiones como "hay siete mujeres para cada hombre", " si no se casó a los 30, algo malo tendrá", etc.
Yo propongo empezar a contarles a las niñas del nuevo siglo más historias de Mafalda, que sicopateadas de huérfanas fregonas a la espera de bagartos de la realeza y mágicas varitas casamenteras. ¡Que la magia, pasa por otro lado!
Que llegue el príncipe azul, sí, pero un príncipe real, un hombre que sea compañero, amigo, amante, que juntos y de la mano construyáis un futuro luchando juntos codo a codo en todo.
De la red